Otro para¨ªso artificial
Despu¨¦s de haber podido, observar, con el paso de los a?os, los cambios que el tiempo trae consigo en cuanto se refiere a las actitudes, creencias y valores colectivos, me pregunto a veces c¨®mo ver¨¢n esta ¨¦poca actual en un futuro los historiado res para quienes nuestro presente ser¨¢ ya un pret¨¦rito m¨¢s o menos lejano. Pienso, por ejemplo, en un libro como el titula do A distant mirror, de Barbara W. Tuchman, que examinaba lo que fue la vida de una cierta regi¨®n de Europa en un cierto periodo: el siglo XIV, con objeto -se supone- de hacernos conscientes de que las atrocida des sufridas por el nuestro no carecen de precedente en los pasados. Hoy no tendr¨ªa sentido acotar un cierto espacio y un cierto lapso de tiempo para poner en evidencia, como una especie de muestra, la fisonom¨ªa de un mundo que, para lo bueno y para lo malo, se ha uniformado tanto. Uno de los rasgos que, seg¨²n me parece a m¨ª, lo caracterizan es el contraste grotesco entre una realidad pr¨¢ctica donde la violencia m¨¢s desenfrenada e irracional, la crueldad insensata, implacable y ubicua se despliega en espect¨¢culo a la vista de todos (pues a diario se nos ofrece, como noticia de lo sucedido y como ficci¨®n imaginaria, en la pantalla dom¨¦stica) y, por otra parte, una fraseolog¨ªa blandengue, que se niega a reconocer o pretende ocultar lo que, inevitable mente, tienen de duro dentro del campo hist¨®rico las relaciones interhumanas, tanto como en el terreno de la pura naturaleza las que se dan entre los dem¨¢s seres vivientes. Si suele despertar en m¨ª un movimiento de impaciencia el eufemismo que, pacatamente, quiere disimular el descubrimiento, conquista y colonizaci¨®n de Am¨¦rica -colonizaci¨®n, por cierto, a¨²n no concluida- como un encuentro de culturas, me resulta absurda en extremo la idea, que he hallado ahora extendida en Estados Unidos, seg¨²n la cual este pa¨ªs constituir¨ªa en verdad un conglomerado multi o pluricultural, donde todas las culturas que aqu¨ª conviven en paz y gracia de Dios son equivalentes, merecen igual consideraci¨®n y tienen los mismos derechos. No hay duda acerca de la buena intenci¨®n a que responde semejante propuesta. Es, como tant¨ªsimas otras concepciones ut¨®picas que la gente se complace en abrigar y proclamar, una piadosa cobertura, bajo vestiduras honestas, -de la cruda, -desnuda realidad. En la pr¨¢ctica, todo se reduce, o poco m¨¢s, a una expresi¨®n de buena voluntad, sobre la base falaz detomar por cultura los vestigios f¨®lcl¨®ricos que tal vez alimentan nostalgias de inmigrantes, o que a lo sumo (como ocurre con los llamados afro-americanos; o sea, los negros) sirven como instrumento de autoafirmaci¨®n para grupos discriminados.Por supuesto, una de esas culturas que, seg¨²n se pretende, componen el mosaico cultural de este pa¨ªs es la llamada cultura hispana, dentro de la cual se engloban como en un saldo, bajo la com¨²n referencia al idioma espa?ol, gentes de muy diversas procedencias, razas y colores. (Hasta hace poco, a los espa?oles europeos se nos dejaba fuera de esa categor¨ªa un tanto desde?osa de hispanos, pero, seg¨²n entiendo, semejante error comienza a rectificarse ahora en las clasificaciones oficiales.) Y dada la importancia num¨¦rica de sus componentes, cuya presencia se hace sentir de modo abrumador en algunas zonas del pa¨ªs, es claro que la cultura hispana es acreedora tanto como la que m¨¢s a esa consideraci¨®n paritaria, a ese respeto admirativo, a ese esmerado cultivo que los bien pensantes reclaman para cualquiera de las que forman el hermoso concierto del pluriculturalismo americano.
Pues bien, siguiendo la corriente general, el neoyorquino Canal 13 de televisi¨®n, que tiene ganada justa fama por su dedicaci¨®n casi en solitario a los programas de gran calidad art¨ªstica, ha querido condescender en estas pasadas Navidades a la cultura hispana ofreciendo, dentro de la serie de sus great performances y bajo el t¨ªtulo de La pastorela, un rid¨ªculo engendro, perpetrado desde luego por hispanos, en cuyos 90 minutos de duraci¨®n se infligieron al espectador los manidos t¨®picos, los consabidos gestos y ademanes, las torpes gracias de siempre y, en fin, todos los necios estereotipos convencionales para tenerle, si es que hasta el final aguantaba, debati¨¦ndose entre la verg¨¹enza y el aburrimiento.
?Triste exhibici¨®n de cultura hispana! Y. sobre todo, ?triste concepto! Ese Canal 13 es -como digo- ¨²nico en brindar al p¨²blico norteamericano los programas de m¨¢s alta calidad seleccionados entre lo que la televisi¨®n del mundo entero produce. Algunos, de sus programas han sido y son de veras memorables. Yo recuerdo a lo largo de los a?os, entre otros, la serie de las obras de Shakespeare procedente de la BBC, pero tambi¨¦n, recientemente, hecha aqu¨ª, una espl¨¦ndida serie sobre la guerra civil de Estados Unidos, y todav¨ªa, no m¨¢s lejos que hace unos de d¨ªas, La casa de Bernarda Alba, con la excelente actuaci¨®n de Glenda Jackson. Si quienes manejan la emisora han querido ajustarse a las pautas impuestas por el papanatismo nacional dando un espacio navide?o a la pretendida cultura hispana, el lamentable resultado de esta iniciativa advierte del desprop¨®sito. Cierto es que no todo ha de ser alta cultura y, desde luego por cuanto afecta a la comunidad hispana, disfruta, en este multicultural emporio de expresiones televisivas an¨¢logas (cuando no sencillamente las mismas) que satisfacen las apetencias del p¨²blico general en Espa?a, en Venezuela, en M¨¦xico o en Argentina; los mismos culebrones de ¨¦xito internacional se proyectan aqu¨ª (ahora mismo est¨¢n dando uno bajo la prestigiosa autor¨ªa de Cor¨ªn Tellado), complementados por programas de factura casera que en cuanto a vulgaridad no ceden en nada a los que perge?an nuestras propias televisiones. Son muchos los canales de lengua espa?ola que en Norteam¨¦rica suministran a los hispanos aquello que real y verdaderamente constituye la cultura popular viva de nuestro tiempo, cuyos productos terminan por ser bastante an¨¢logos, o, en definitiva, hasta id¨¦nticos, en todas partes. La patochada de esa Pastorela que present¨® entre sus great performances el exquisito Canal 13 parecer¨ªa haber querido evidenciar con maligno prop¨®sito el disparate que envuelve esa boga actual de un pretendido multiculturalismo.
Quiz¨¢ en todo momento se han acogido las gentes a construcciones mentales sobre las que poder descansar, ahorr¨¢ndose el esfuerzo de hacerle cara a una realidad indigesta o simplemente nueva y distinta de la tradicional; quiz¨¢ en el siglo XIV se desentendieran las gentes de los estragos causados por la peste negra o por una guerra que durar¨ªa 30 a?os, ilusion¨¢ndose con qui¨¦n sabe qu¨¦ inefables venturas eternas. Nuestro sue?o, nuestro consuelo, parecer¨ªa ser un imaginario para¨ªso terrenal lleno de buenas intenciones y de palabras generosas, lo que en el fondo viene a ser un para¨ªso artifical m¨¢s: otra droga.
es escritor.
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