Movilizaciones y planes
LOS MINEROS asturianos vienen sosteniendo un pulso con el Gobierno a cuenta de la reestructuraci¨®n de Hunosa. En la protesta convocada el pasado viernes demostraron su capacidad de movilizaci¨®n a trav¨¦s de un paro general en la cuenca minera y una manifestaci¨®n con m¨¢s de 15.000 asistentes. Como contrapartida, los l¨ªderes sindicales que estuvieron 11 d¨ªas en el pozo Barredo abandonaron su encierro ese mismo viernes sin poder apuntarse ning¨²n cambio significativo en los planes del Gobierno, que se ha limitado a anunciar nuevas reuniones de car¨¢cter informativo.El presidente Gonz¨¢lez explicar¨¢ a los diputados socialistas asturianos que el recorte de puestos de trabajo en Hunosa -unos 6.000 sobre un total de 18.000- viene impuesto desde Bruselas por las limitaciones que impone la Comunidad Europea a las subvenciones industriales. El ministro de Industria, Claudio Aranzadi, har¨¢ lo propio ante la comisi¨®n correspondiente del Congreso. Una vez m¨¢s, el esfuerzo de explicaci¨®n p¨²blica se intensifica s¨®lo cuando est¨¢n ya en marcha movilizaciones que han ido adquiriendo un tono radical.
De todos es sabido a estas alturas que el sector minero asturiano est¨¢ condenado a la extinci¨®n. La primera fase tiene una fecha concreta y pr¨®xima: 6.000 trabajadores -una tercera parte de la plantilla de Hunosa- perder¨¢n su empleo antes de 1993. El resto, gradualmente, 10 a?os despu¨¦s. Tambi¨¦n se sabe que el Gobierno debe presentar un plan de futuro de la empresa ante la CE el 31 de enero, y que de su aprobaci¨®n o rechazo depende el que se penalicen las subvenciones.
Que la revoluci¨®n industrial, como otras, hace aguas no es ninguna sorpresa: sectores como la miner¨ªa, la siderurgia o la industria naval caminan irremediablemente hacia una profunda transformaci¨®n. Es casi un destino hist¨®rico, y es seguro que las socieda des desarrolladas no soportar¨¢n en el umbral del siglo XXI industrias cuyo mantenimiento exige una aut¨¦ntica sangr¨ªa econ¨®mica. Sin embargo, sorprende que con tanto diagn¨®stico a plazo fijo se haya permitido que la situaci¨®n se deteriorara hasta puntos poco menos que irreductibles.
El Gobierno, conocedor desde hace tiempo de los defectos estructurales del sector y de las exigencias comunitarias, no ha sabido o no ha querido trasladar su informaci¨®n ni a la sociedad civil ni a un mundo sindical que, l¨®gicamente, tratar¨¢n de impedir una reestructuraci¨®n que atenta -en mayor o menor grado- a su propia supervivencia. Las promesas de reindustrializaci¨®n llegan tarde y con una credibilidad cuando menos discutible. Existen precedentes, como el ya citado sector naval, en el que el cumplimiento de lo prometido ha sido parcial. Tambi¨¦n en esta ocasi¨®n se demuestra que no basta con tener la informaci¨®n correcta y hacer el diagn¨®stico acertado. Los ciudadanos exigen con todo el derecho que se les demuestre la inevitabilidad de todo aquello que afecta a su futuro. Por todo ello, convocar reuniones informativas, hablar con las partes implicadas en el conflicto, no puede ser una consecuencia de las movilizaciones y protestas populares, como tal parece en este caso, sino un requisito previo e ineludible.
Los sindicatos, por su parte, anuncian ya nuevas manifestaciones y presiones m¨¢s radicales si el Gobierno no modifica sus planes. Es evidente que ninguna protesta, por amplia y solidaria que sea, modifica el sentir hist¨®rico: puede demorarlo, pero cada vez en menor medida. Los sindicatos pueden negociar contrapartidas y plazos, pero en ning¨²n caso podr¨¢n impedir que se termine de imponer en Asturias un proceso de reconversi¨®n que en la miner¨ªa eurc¨ªpea empez¨® hace ya dos decenios. De ah¨ª que amenazar con nuevas jornadas vindicativas -que suelen tener un colof¨®n de violencia- s¨®lo conduce hacia un aislamiento de perfil numantino.
Por ¨²ltimo, el conflicto tiene derivaciones pol¨ªticas directas que no se pueden obviar. El partido socialista vive con caracteres de desgarro interior un litigio que en buena medida pone al descubierto sus propias limitaciones pol¨ªticas. En su l¨®gica econ¨®mica no cabe -aparte de las directivas de Bruselas- seguir subvencionando los empleos de Hunosa de forma indefinida, y no se le puede criticar por ello. Pero al mismo tiempo, su pol¨ªtica industrial es incapaz de ofrecer una salida razonable para miles de familias que pretenden justificadamente habitar la tierra en la que nacieron. Cuando el PSOE lleg¨® al Gobierno, hace ya nueve a?os, sab¨ªa que m¨¢s pronto que tarde tendr¨ªa que ha cer frente a la quiebra de la m¨ªner¨ªa asturiana. Alguien deber¨ªa responder por el tiempo perdido.
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