El Madrid gole¨® en un partido jugado al paso
A paso de jubilado, nadie puede con el Madrid. Cuando el partido se toca con sordina, el Madrid piensa y combina. Ni tan siquiera necesita fabricar un juego notable. Basta un arranque de Michel por aqu¨ª, un chispazo de Butrague?o por all¨¢ y alguna osad¨ªa de Hierro. Comienzan entonces a amontonarse los goles. Medio hipnotizados, los rivales se descubren rotos, sin otro objetivo que acabar el partido cuanto antes y de la forma m¨¢s decorosa posible.En el pecado llev¨® la penitencia el Burgos. Ech¨® demasiado guat¨¦ al partido, como si quisiera viajar 40 a?os atr¨¢s y medir sus fuerzas con el Madrid a un ritmo aplatanado. Imposible. El Madrid es un equipo lento y bastante reiterativo, pero tiene un pu?ado de recursos individuales para batir al grueso de los conjuntos espa?oles.
Butrague?o tiene suficiente con medio metro de espacio y un segundo para pensar. Michel, tambi¨¦n. Uno sacar¨¢ un regate o una finta; el otro tirar¨¢ un centro perfecto o un pase decisivo. El Burgos concedi¨® al Madrid espacio y tiempo. Jug¨® al paso y nunca logr¨® confundir al Madrid. Su falta de agresividad hizo el resto. Sin alardes, el Madrid dispuso de la pelota y sac¨® partido por igual de los defectos del Burgos y de algunas novedades que se produjeron en el partido. Los dos primeros goles madridistas llegaron por la ingenuidad de los defensores adversarios. Una falta de atenci¨®n deshizo el fuera de juego en la cesi¨®n de Hugo a Butrague?o en el primer gol; en el segundo, Limperger cometi¨® un penalti innecesario sobre Hierro.No pareci¨® casualidad que Butrague?o marcara los dos primeros goles, despu¨¦s de dos meses de sequ¨ªa. El Buitre fue el m¨¢s beneficiado del retorno de Hugo S¨¢nchez, que fue aclamado por la parroquia y remat¨® con profusi¨®n durante el partido. No marc¨®, pero el instinto contin¨²a. Butrague?o se retras¨® un tanto y tuvo terreno para maniobrar y buscar alg¨²n socio por el camino. Esta capacidad para buscar m¨¢s combinaciones benefici¨® a Michel y aquello fue como la teor¨ªa del domin¨®. Cada ficha nueva afectaba a la anterior. El optimismo contagi¨® especialmente a Hierro, que siempre se suma a la fiesta, aunque no es del tipo de jugadores capaces de convocar el festejo por si solos. Hierro marc¨® el gol de los jugadores ingenuos" y atrevidos: se pele¨® con todo el mundo por una pelota dificil, se la llev¨® con poder¨ªo y se -decidi¨® por un zurriagazo desde el lateral izquierdo del ¨¢rea cuando lo normal era un pase a alg¨²n compa?ero.
Sin embargo, el Madrid no debe sacar grandes conclusiones del partido. El Burgos lo tir¨® muy pronto. En sus filas, s¨®lo Ayukar tuvo clase e intenci¨®n. Los dem¨¢s llegaron vencidos.
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