Expertos militares preparan el reparto concreta de la flota entre Ucrania y Rusia
SEBASTI?N SERRANO / SOLEDAD G?LLEGO-D?AZEl enfrentamiento entre Ucrania y Rusia a prop¨®sito de la flota del mar Negro no ha terminado, pero por lo menos ha salvado el primer asalto. Los dos pa¨ªses se han dado un respiro, a fin de rebajar la tensi¨®n e insuflar ox¨ªgeno a la comprometida Comunidad de Estados Independientes (CEI), con un documento de folio y medio en el que aceptan negociar la partici¨®n de la flota, pero qu¨¦ no aclara qu¨¦ unidades concretas ser¨¢n traspasadas.
"La reuni¨®n celebrada el s¨¢bado se desarroll¨® en un clima muy tenso, con opiniones contrarias. La negociaci¨®n no ha terminado", asegur¨® a EL PA?S Dmitri Pavlitchko, presidente de la Comisi¨®n de Defensa del Parlamento ucranio. El debate ha. quedado en manos de expertos militares, que en una semana deber¨¢n presentar propuestas concretas. Hasta entonces, las dos partes se comprometen a no tomar decisiones unilaterales.La primera ronda de negociaciones, celebrada en Kiev, deja claro algo que exig¨ªa tanto Estados Unidos como Europa occidental: Ucrania y Rusia aceptan los acuerdos suscritos por la antigua URSS para la reducci¨®n de armamento nuclear estrat¨¦gico (START) y de tropas convencionales (conversaciones de Viena). Los dos Parlamentos nacionales aprobar¨¢n inmediatamente los tratados espec¨ªficos.
Mientras que se procede a la reducci¨®n convencional acordada internacionalmente, las tropas afectadas estar¨¢n integradas en las propias Fuerzas Armadas de Ucrania. El documento conjunto firmado por "las delegaciones de los Estados de Ucrania y la Federaci¨®n Rusa" (sin que participe la CEI) explica que las unidades del Ej¨¦rcito Rojo ubicadas en el territorio ucranio pasan a ser parte de las Fuerzas Armadas de ese pa¨ªs, salvo las llamadas Fuerzas Estrat¨¦gicas de la Comunidad. Y aun dentro de ¨¦stas, una parte d¨¦ la flota del mar Negro pasar¨¢ bajo bandera ucrania.
Seg¨²n Pavlichko, los expertos deber¨¢n decidir ahora qu¨¦ -parte de la flota (que tiene en total 300 buques y unos 70.000 efectivos) puede ser considerada de defensa, y pasar a control ucranio- y qu¨¦ parte es ofensiva, o estrat¨¦gica, y debe quedar a disposici¨®n de la CEI (y en la pr¨¢ctica, bajo control, ruso). Otras fuentes. parlamentarias ucranias estiman que 90 buques y 21.000 hombres (un. 30% del total) pasar¨¢n a jurar fidelidad a Kiev. Ahora se trata de saber si entre esos 90 buques habr¨¢ alguno destructor, tal y como reclama Ucrania.
A fin de tranquilizar al Ej¨¦rcito, desconcertado sobre su futuro y sus condiciones de vida, Kiev y Mosc¨² se comprometen a "definir conjuntamente todos los problemas que afecten al status de los militares y a su situaci¨®n social".
El presidente ucranio, Leonid Kravehuk, que hab¨ªa reclamado todos los buques que no est¨¦n dotados de armamento nuclear, y el. ruso, Bor¨ªs Yeltsin, que asegur¨® que la flota del mar Negro "ha sido, es y ser¨¢ rusa", optaron por negociar y dejar enfriar los ¨¢nimos.
El fantasma de otra guerra de Crimea
El abandono formal por parte de Ucrania de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), o la desintegraci¨®n de ¨¦sta, hubiera supuesto la apertura de una querella sobre fronteras, dado que la Federaci¨®n Rusa no podr¨ªa admitir la p¨¦rdida de la pen¨ªnsula de Crimea. Se habr¨ªan puesto, pues, las condiciones para una guerra a medio o largo plazo, pero en cualquier caso probable, entre Mosc¨² y Kiev.La preocupaci¨®n por la postura ucrania y la evidencia de que el proceso que se vive tanto en Rusia como en las otras rep¨²blicas lleva hacia reg¨ªmenes autoritarios, en los que el Ejecutivo (ahora bloqueado)- se dota cada vez m¨¢s de poderes extraordinarios, forman la situaci¨®n un mes despu¨¦s de la desaparici¨®n formal de la URSS.
La importancia de la disputa entre Ucrania y Rusia fue resaltada por uno de los pol¨ªticos rusos con m¨¢s proyecci¨®n, Anatoly Sobchack, alcalde de San Petersburgo. Sobchack se quej¨® de la falta de una "pol¨ªtica exterior rusa", entendida como una pol¨ªtica coherente hacia las otras rep¨²blicas de la CEI. Si ahora no se consigue una relaci¨®n normal con Ucrania, explic¨®, se estar¨¢ fomentando una futura guerra.
Junto a Sobchack, otros pol¨ªticos e intelectuales rusos creen que la pen¨ªnsula de Crimea es rusa. Este territorio (algo m¨¢s peque?o que Catalu?a) perteneci¨® a Rusia hasta el 19 de febrero de 1954, en que un ucranio, Nikita Jruschov, decidi¨® que pasara a formar parte de Ucrania "en honor del 300? aniversario de la unificaci¨®n" de ese pa¨ªs con Rusia.
Ucrania fue, precisamente, la raz¨®n, o el pretexto, aducido por Bor¨ªs Yeltsin para retirar su apoyo al Tratado de la Uni¨®n que propon¨ªa Mija¨ªl Gorbachov, y cuyo fracaso llev¨® a la desaparici¨®n de la URSS y del propio Gorbachov. El ¨²ltimo presidente sovi¨¦tico quer¨ªa conservar a toda costa una estructura estatal, aunque fuera inicialmente sin Kiev, con la esperanza de que terminara uni¨¦ndose. Yeltsin prefer¨ªa sacrificar la Uni¨®n y conservar a Ucrania dentro de una comunidad poco definida, pero a la que, desde luego, no se le puede llamar Estado.
Sobchack lanz¨® la semana pasada una dur¨ªsima cr¨ªtica de las autoridades ucranias, porque estima que no se ha conseguido ni una cosa, ni la otra: no existe el Estado ni la seguridad de conservar a Ucrania dentro de la CEI. Seg¨²n su an¨¢lisis, Kiev no se marcha formalmente de la CEI para evitar la querella fronteriza, pero act¨²a como si la ¨¦sta no existiera, sin que Rusia haya sido capaz de oponer una pol¨ªtica coherente.
Muchos pol¨ªticos rusos comparten la opini¨®n del alcalde de San Petersburgo, en el sentido d¨¦ que Ucrania ya est¨¢ separada, por m¨¢s que todo el mundo tenga inter¨¦s en mantener la ficci¨®n del v¨ªnculo comunitario. La prueba es que est¨¢ poniendo en marcha la construcci¨®n acelerada de, su propio ej¨¦rcito, con armada incluida, y que ya casi cuenta con su propia moneda.
V¨ªa 'neobolchevique'
Todo el conflicto se mezcla, adem¨¢s, con dos problemas estrechamente unidos: la falta de poderes ejecutivo y legislativo y la reforma econ¨®mica. De los m¨¢s de 200 decretos aprobados por el Gobierno de Yeltsin, m¨¢s de 150 duermen en un caj¨®n del Parlamento, sin que existan f¨®rmulas legales para ponerlos en pr¨¢ctica. Lo mismo sucede en el caso del Ayuntamiento de Mosc¨². El alcalde Gavril Popov pone remedio por una v¨ªa neobolchevique: amenaza cada dos por tres con dimitir y obtiene en cada ocasi¨®n poderes extraordinarios. Poco a poco se van reforzando sistemas autoritarios de funcionamiento, no s¨®lo en Rusia, sino en todas las rep¨²blicas.
"Se podr¨ªa decir que de 1985 a 1991 se anduvo un camino, confuso y desorganizado, hacia la democracia, y que a partir de 1992 se abre otra vez un periodo autoritario" explica Yegor Y¨¢kolev, director de la televisi¨®n estatal. No se trata de una ,vuelta hacia un r¨¦gimen comunista o totalitario, sino de reg¨ªmenes autoritarios que, ante la falta de un poder ejecutivo real y controlado, optan por poner en marcha estados de emergencia. "Luego se volver¨¢ al proceso democr¨¢tico, pero yo tengo 61 a?os", a?ade, "y, s¨¦ que no llegar¨¦ a vivir en un Estado de derecho".
Resulta sorprendente la rapidez con la que los intelectuales abandonaron a Gorbachov, y la rapidez tambi¨¦n con la que se alejan ahora de Yeltsin, disconformes no con ¨¦l, pero s¨ª con la manera de actuar de su Gobierno y con el ritmo de, la reforma. As¨ª, dos prestigiosos economistas, como Oleg Bogomolov y Nikol¨¢i Shmeliov, no han ocultado sus cr¨ªticas al "equipo juvenil" que dirige ¨¦sta, encabezado por Yegor Gaidar, viceprimer ministro. Sin embargo, los intelectuales consideran que, en contra de la opini¨®n de Occidente, los rusos pueden aguantar esta situaci¨®n "muchos a?os"
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