Datos

Se ve¨ªa venir, porque era de caj¨®n: la publicidad por correo estaba demasiado ce?ida a la procelosa realidad de cada cual para ser mera coincidencia. Entre los destinatarios hab¨ªa algunos con segundos nombres, generalmente raros, que tras recibirlos en la pila bautismal, hab¨ªan sido mencionados rara vez, y s¨®lo para cumplimentar los m¨¢s puntillosos formularios. Se sospechaba, porque era l¨®gico: alguien que ten¨ªa acceso a determinados soportes inform¨¢ticos de organismos y entidades, estaba negociando con nuestros datos.Alguien estaba empe?ado en saber nuestros gustos y aficiones, c¨®mo nos ganamos la vida, cu¨¢nto metemos en el banco, de qu¨¦ pie cojeamos y de qu¨¦ color son nuestros ojitos turbadores, a qui¨¦n amamos, a d¨®nde vamos y de d¨®nde venimos. Y buscaba los datos donde estuvieran, pagando lo que hiciera falta, al objeto de afinar la punter¨ªa publicitaria y no enviar al T¨ªo Millonettis un folleto indicando d¨®nde le pued en arreglar la cremallera de los pantalones por un m¨®dico precio, mientras a. un servidor le remit¨ªa otro proponi¨¦ndole comprar un yate y un Rolls para ir a verlo.

Sin embargo, que esos datos se vayan juntando hasta completar nuestra biografila ¨ªntima y figuren en soportes inform¨¢ticos, supone un serio peligro, pues quien tenga acceso a esa informaci¨®n har¨¢ uso de ella seg¨²n le de la gana. Y si malo es que pudiera tratarse de un vendedor sin escr¨²pulos capaz de cometer chantajes, peor ser¨ªa si se tratara de un funcionario enloquecido que en el ejercicio de su cargo y desde la impunidad que le confiere su estatuto, quisiera buscarnos la ruina.

Despu¨¦s de la Ley de Seguridad Ciudadana viene una llamada Ley, Org¨¢nica de Regulaci¨®n del Tratamiento Automatizado de Datos Personales. Como queriendo decir...

Cuidado con eso, y ojo al parche.