Gente descarada

El director de una emisora de radio madrile?a recibi¨® en una ocasi¨®n la llamada de la encargada de prensa de un teatro de la capital.-?Recibi¨® las invitaciones para el estreno de esta noche?, le dijo la secretaria.

-No.

-?Si las mandamos ayer con un mensajero!

-Lo siento, pero no las recib¨ª.

-Pues qu¨¦ pena, porque est¨¢n numeradas. No se preocupe, que le env¨ªo las butacas contiguas a las otras, que estaban en un lugar estupendo.

El director en cuesti¨®n se present¨® con su esposa a la hora del estreno y encontr¨® como compa?eros de fila a un redactor de su emisora y a su novia. Sonrojos y ning¨²n comentario entre las dos parejas.

Lo que ocurri¨® en el Auditorio Nacional este a?o durante el concierto de la Gala de Reyes fue algo parecido. La primera fila estaba reservada para las autoridades: desde el Rey, que no acudi¨®, debido a su lesi¨®n de rodilla, hasta Joaqu¨ªn Leguina, el alcalde y varios concejales. Pues bien, un concejal de los que asistieron indic¨® a este peri¨®dico que apenas conoc¨ªa a nadie de los que se sentaron all¨ª.