Futre empuja al Atl¨¦tico a una gran goleada
Cuando Futre se deja de ni?er¨ªas se convierte en un gran jugador. Cuando se olvida de tirarse teatralmente al suelo al primer roce, como si una bala le hubiese atravesado el pecho, es capaz de amargar la noche al mejor marcador del mundo. Y cuando sufre un ataque de madurez y decide tomarse en serio su trabajo, como anoche, vale la pena sufrir todo el fr¨ªo del mundo, aguantar todas las barrabasadas de Gil, superar todos los atascos de la ciudad, para ver una jugada como la que se convirti¨® en el cuarto gol del Atl¨¦tico.Futre arranc¨® casi desde el centro del campo junto a Luis Manuel y Sa?udo. Corri¨® en l¨ªnea recta, con el aliento de los dos ovetenses en el cogote. Lleg¨® al ¨¢rea y, de repente, fren¨® en seco. Y, con ¨¦l, los dos defensores. Y con la misma velocidad, volvi¨® a arrancar. Las botas de Luis Manuel y Sa?udo se quedaron enganchadas al c¨¦sped. En ese momento les pesaban 1.000 kilos. Futre no se complic¨® la vida con m¨¢s florituras, como otras veces. Levant¨® la cabeza, vio a Manolo, y le entreg¨® el gol. Un jugad¨®n de los que se ven pocos.
La noche fue de Futre, que parec¨ªa decidido a levantar ¨¦l solo el orgullo perdido del Atl¨¦tico. Lo tuvo f¨¢cil, porque sus compa?eros, quiz¨¢ motivados por las acusaciones de que no met¨ªan la pierna, y obligados a tomar colectivamente las riendas del equipo por la ausencia de los cerebros Donato y Schuster, se lanzaron a una fuerte presi¨®n que ahog¨® las escasas ambiciones que tra¨ªa un Oviedo carente de personalidad.
Hubo m¨¢s detalles. Futre, mediada la primera parte, orden¨® a Vizca¨ªno, sin cortarse un pelo, que no lanzase una falta y que le dejase el bal¨®n a Toni. Y ten¨ªa raz¨®n el portugu¨¦s. Primero, porque de una falta templada por Toni naci¨® el primer gol que marc¨® Futre. Y segundo, porque el respeto a la veteran¨ªa impide que este joven acabe de explotar como gran jugador que es.
El ejemplo estuvo en el segundo gol. Futre (otra vez Futre) provoc¨® tina falta al borde del ¨¢rea de esas que son medio gol. Toni estaba cerca y cogi¨® el bal¨®n para prepararlo. Si Schuster hubiese estado, no se habr¨ªa atrevido, porque en m¨¢s de una ocasi¨®n el alem¨¢n le ha apartado de un empuj¨®n. Hay que tener respeto. Pero a Ton? se le encogi¨® el coraz¨®n cuando lleg¨® Juanito (el veterano), le quit¨® el bal¨®n de las manos y lo coloc¨® sobre la hierba. Entonces llegaron Soler y Vizca¨ªno e iniciaron un curioso debate con Juanito. "Venga, d¨¦jale al chaval", debieron decirle. Y Juanito acept¨® el consejo. Toni lanz¨® una falta sensacional, de maestro, limpiando la escuadra. Y Juanito tuvo el detalle de ser el primero en ir a felicitarle.
El resto fue un paseo. Un paseo duro, porque el Atl¨¦tico tuvo que trabajarse el aplastante dominio a base de luchar y presionar. Por cierto, ?alguien se acord¨® de Schuster?
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