Ofensas

En cierta ocasi¨®n escrib¨ª que determinados toros estaban saliendo afeitados en la Maestranza, de Sevilla, y otro medio public¨® que las autoridades deb¨ªan prohibirme entrar en Sevilla, pues mis sospechas de fraude supon¨ªan una grave ofensa a los sevillanos.Suele suceder que referencias concretas se desvirt¨²en atribuy¨¦ndolas a todo un colectivo. Una vez cont¨¦ en La Codorniz que cierto personaje "la hab¨ªa cogido de zapatero". Aunque la frase era de uso corriente -"cogerla de zapatero", o "beberse el Manzanares"; met¨¢foras sin ninguna intenci¨®n peyorativa-, un zapatero acudi¨® a la redacci¨®n para protestar porque hab¨ªa ofendido al gremio y, de paso, pedir mi cabeza. Como no le dieron mi cabeza -ni mi tel¨¦fono, ni nada- se march¨® furioso, advirtiendo que estaba dispuesto a cortarme... (escalofr¨ªos entran al pensarlo: ?lo del d¨ªa de la boda me quer¨ªa cortar!).

Gente del PP dice que existe corrupci¨®n generalizada y responsabiliza al presidente del Gobierno. Quiz¨¢ exageren los del PP, en cuyo caso ser¨ªa demostrable, y en cambio el presidente ha preferido responder que esa acusaci¨®n constituye una ofensa intolerable a Espa?a.

Tambi¨¦n Franco quiso que se le identificara con Espa?a. Sin embargo, como s¨®lo quien no distingue un huevo frito de una m¨¢quina de coser puede confundir una naci¨®n con un militar bajito, Franco ide¨® conciliar semejante desprop¨®sito decretando que era Caudillo de Espa?a por la gracia de Dios, y asunto resuelto. Naturalmente, nadie fue capaz de ir a Dios a preguntarle si hab¨ªa hecho el nombramiento, ni tampoco de exigirle a Franco pruebas del origen divino de su caudillaje, lo cual le vali¨®, entre otros atropellos, para calificar de sacr¨ªlega toda cr¨ªtica a su persona y quedarse tan ancho. Un disparate, claro. Pero, mira: hizo escuela.