Lou Reed realiz¨® en Madrid un paseo por el lado m¨¢s sobrio de la vida
El cantante reuni¨® a 2.000 personas en el Palacio de Congresos, y a precios de lujo
Lou Reed, el m¨²sico que m¨¢s y mejor apolog¨ªa haya realizado nunca de las drogas y las formas de vida salvajes, ha dado un giro importante a su carrera. El hombre que hace a?os tuvo que escapar por pies del escenario del campo del Moscard¨®, mientras el p¨²blico destrozaba su equipo de sonido, apuesta ahora por las comodidades a que tiene acceso desde su condici¨®n de estrella: un local de lujo -el Palacio de Congresos y Exposiciones- con 2.000 butacas, y las entradas, al poco rockanrolero precio de 3.100, 3.500, 4.000 y 4.400 pesetas. El p¨²blico respondi¨® al cantante con frialdad.
Comenz¨® su primera actuaci¨®n en Madrid cantando: La vida es como un refresco de mahonesa / La vida es como un espacio sin sitio / La vida es como bacon y helado / Eso es la vida sin ti. Su m¨²sica tambi¨¦n ha dado un cambio notable, y buena parte de sus incondicionales no acaban de comprenderle.El Palacio de Congresos y Exposiciones, con las entradas vendidas desde hace d¨ªas, recibi¨® al veterano cantante neoyorquino con frialdad: los primeros 60 minutos de su actuaci¨®n fueron un recorrido lineal y -en ocasiones, sopor¨ªfero, por su ¨²ltimo disco, titulado Magic and loss. "Vamos de una vez, plasta", gritaban algunos. Otros le bautizaron a voces como el camar¨®n americano.
Lleno de austeridad
El cantante y compositor, a punto de cumplir 50 a?os, present¨® un espect¨¢culo de una austeridad s¨®lo comparable a la de su propia imagen. Camisa, pantal¨®n y zapatos negros, chaqueta blanca y gafas de profesor universitario.El escenario, semivac¨ªo. Las luces, insuficientes para la fiesta de fin de curso de un colegio mayor. Los m¨²sicos, sin apenas oportunidades para lucir sus cualidades, se mostraron dignos. Eran: Mike Rathke (guitarras), Rob Wasserman (contra bajo de seis cuerdas) y Michael Blair (bater¨ªa y percusiones).
Lou Reed ha planteado esta gira de un modo muy poco con vencional. Los conciertos se dividen en dos partes, separadas por un descanso de aproximadamente media hora. En la primera mitad desgrana su ¨²ltimo elep¨¦, mientras que en la segunda hace una selecci¨®n con te mas de sus dos ¨¢lbumes anteriores, New York y el homenaje a Andy Warhol Songs for Drella.
Este ¨²ltimo disco parece especialmente importante para el m¨²sico de Brooklyn, puesto que interpret¨® cinco canciones -Shalletown, Open house, Nobody but you, Images y A dream- incluidas en el mismo, escritas en colaboraci¨®n con John Cale.
De este per¨ªodo, para muchos el m¨¢s brillante de sus ¨²ltimos a?os, destacaron Dirty boulevard y Strawnian, ambas incluidas en su particular homenaje a Nueva York: "La ciudad de los contrastes, la m¨¢s bonita y fea de] mundo", afirm¨® el cantante durante el concierto.
De pie o sentado, lanzando continuas miradas a sus dos atriles, Reed parec¨ªa concentrado en su m¨²sica pero no demasiado motivado. Cubr¨ªa el expediente, y hac¨ªa que su imagen de maldito irrecuperable quedase por los suelos.
El Lou Reed de los noventa, cada d¨ªa m¨¢s cerca de Leonard Cohen y m¨¢s lejos de la Velvet Underground, ha perdido parte de su primitiva agresividad esc¨¦nica. El autor de Heroin reserv¨® algunos de sus cl¨¢sicos para los bises. Fue entonces cuando sus viejos seguidores por fin pudieron escuchar Sweet Jane, Rock and roll, Walk and the wild side, Satelite of love y Vicious.
?ste ha sido el primero de "los dos conciertos de Lou Reed e n Madrid. El segundo se celebrar¨¢ hoy, en el mismo escena rio, y con las entradas igual de caras, agotadas hace d¨ªas.
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