Ver para creer
A COMIENZOS de los ochenta, un famoso dirigente de Herri Batasuna (HB) declar¨® que creer¨ªa en la pol¨ªtica de reinserci¨®n el d¨ªa que viera a Yoyes, por entonces miembro de la direcci¨®n de ETA, regresar libremente a su casa de Ordizia. No consta si tuvo ocasi¨®n de verla antes de que alguien a¨²n m¨¢s famoso decidiera eliminarla. Algunas de las personas que han votado estos a?os a las candidaturas de HB han considerado una calumnia la acusaci¨®n de que su voto estaba cargando las armas con que ETA asesinaba y mutilaba a mansalva. No es inveros¨ªmil suponer que ante la insinuaci¨®n de que ETA y el conglomerado amparado bajo las siglas de HB eran una misma cosa, alguna de esas personas hubiera respondido: "Creer¨¦ eso el d¨ªa que pillen con las manos en la masa (por ejemplo, cobrando el impuesto revolucionario) a uno de sus abogados, o a un sindica lista de LAB, o a alguien vinculado al diario Egin, o, en fin, a alg¨²n miembro de la Mesa Nacional de HB. En tretanto no creer¨¦ una palabra". Ese hipot¨¦tico votante no podr¨ªa alegar hoy insuficiencia de pruebas.Haberlas aportado, y tan contundentes como para que nadie pueda seguir llam¨¢ndose a enga?o, es un importante servicio prestado por la Ertzaintza. Merece por ello el agradecimiento de los ciudadanos, extensivo a la Guardia Civil, que estos mismos d¨ªas ha logrado detener en Vizcaya a 25 personas presuntamente relacionadas con la actividad terrorista. La operaci¨®n de la polic¨ªa auton¨®mica tiene, por a?adidura, un singular alcance pol¨ªtico. Ha servido, por una parte, para acreditar la lealtad a las instituciones y valores democr¨¢ticos, as¨ª como la eficacia pr¨¢ctica, de ese cuerpo policial, creado al amparo del Estatuto de Gernika. Pero ha servido tambi¨¦n para demostrar la p¨¦rdida de sentido de la realidad que aqueja a ese conglomerado ETA-HB, incapaz de conectar con los sentimientos compartidos por la mayor¨ªa no ya de la sociedad vasca, sino de la propia comunidad nacionalista.
Para ¨¦sta, la existencia de una polic¨ªa vasca integral fue desde siempre la piedra de toque del car¨¢cter espec¨ªficamente pol¨ªtico -y no s¨®lo administrativo- de la autonom¨ªa que reivindicaba. La pol¨¦mica sobre si entre sus competencias exclusivas deber¨ªa o no figurar la de combatir el. terrorismo h a acabado resolvi¨¦ndose por v¨ªa de hecho: la pr¨¢ctica de ese combate ha impuesto como algo natural la necesidad de la cooperaci¨®n, y aquellas discusiones resultan hoy anacr¨®nicas.
Los portavoces de HB, incapaces de comprender esa realidad -la identificaci¨®n de la poblaci¨®n con una polic¨ªa democr¨¢tica cuya tarea consiste en poner a los delincuentes a disposici¨®n de la justicia-, han respondido con insultos y amenazas a los agentes y a sus mandos pol¨ªticos; pero al hacerlo no s¨®lo han confirmado indirectamente esa vinculaci¨®n que intentaban disimular, sino demostrado que la misma se manifiesta en la forma de supeditaci¨®n a intereses que nada tienen que ver con las aspiraciones vascas. Es por ello el momento de preguntar a esos curas de aldea y dem¨¢s predicadores que dicen rechazar la violencia poro aceptar la pol¨ªtica de HB qu¨¦ otras actividades que no sea dar respaldo a los terroristas practica dicha formaci¨®n.
Cada vez que esa evidencia ha sido puesta de relieve, los jefes de HB se, han apresurado a denunciar tal cosa como un "intento de criminalizaci¨®n" de su partido, responsabilizando a quienes as¨ª se hubieran manifestado de 9as consecuencias que de- ello pudieran derivarse". El cine nos ha ense?ado que hasta los m¨¢s c¨ªnicos delincuentes se rinden a la evidencia cuando la acumulaci¨®n de pruebas es abrumadora. En el caso de los portavoces de HB parece no cumplirse esa norma. "Las mentiras y calumnias lanzadas contra HB son una cortina de humo para esconder otros problemas", ha declarado Tasio Erkizia en respuesta a las muy concretas preguntas planteadas por el consejero vasco de Interior. Entre otras, ¨¦sta: "?Conoc¨ªa alg¨²n miembro de la Mesa Nacional las actividades que desarrollaban los antiguos miembros de la misma ahora detenidos?". Y esta otra: "?Qu¨¦ relaci¨®n existe entre los delitos que se imputan a los detenidos y la actividad pol¨ªtica de ¨¦stos dentro de HB?".
Los l¨®gicos recelos sobre esto ¨²ltimo han suscitado la reaparici¨®n del debate sobre la conveniencia o no de promover la deslegalizaci¨®n de HB. ?sa es una posibilidad contemplada en la ley y cuya realizaci¨®n corresponder¨ªa, en su caso, a los jueces. Si, en general, los partidos no han insistido en ella es porque existen dudas m¨¢s que razonables sobre la utilidad pr¨¢ctica de la medida. En cambio, la necesidad de acabar con cualquier impunidad -o sensaci¨®n de tal- en ese mundo que se mueve en tomo a HB, y que comprende desde los recaudado res de ETA hasta los adolescentes que. incendian auto buses o asaltan sedes sindicales, es hoy ampliamente compartida. Por ello, que se aplique la ley. A los extorsionistas y a quienes s¨®lo abren la boca para amenazar.
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