?D¨®nde est¨¢ Francia?
Soy ¨¢rabe. La estanter¨ªa de mi despacho est¨¢ tachonada de libros franceses que he traducido a lo largo de toda mi vida. Miro desde mi ventana y busco a Francia. S¨®lo la encuentro en el mapa, y sobre ella se abate una tempestad porque un hombre llamado George Habash sufri¨® un derrame cerebral y, gracias a la Cruz Roja, se le permiti¨® buscar ayuda m¨¦dica en "la patria de la civilizaci¨®n universal".El dirigente palestino no entr¨® clandestinamente, ni a la fuerza, ni por medios ilegales. Fue en pos de atenci¨®n m¨¦dica al amparo de la legalidad. El dirigente palestino fue llevado desde T¨²nez a la "capital de la libertad", a la "cuna de la luz y la vanguardia ideol¨®gica".
?Qu¨¦ es lo que sucedi¨®? Un cataclismo. El sagrado suelo franc¨¦s fue violado. El terrorista George Habash, como la violenta lengua francesa lo llama, os¨® penetrar la pureza de Par¨ªs.
Da miedo. Miedo de Francia, al ver c¨®mo el caso Habash ha sacudido la capital de la luminosidad, su gloriosa historia, su pueblo. George Habash dio miedo a los franceses. Tambi¨¦n debe darles verg¨¹enza.
Los pol¨ªticos de hoy y ma?ana; los Giscard d'Estaing, los alcaldes, los poetas, la intelligentsia y el hombre de a pie, los defensores de la civilizaci¨®n, desenfundaron sus espadas y hachas perfumadas con esencias francesas, se afilaron colmillos y lenguas, para proyectar su vanguardismo con tonos racistas al pie de la cama de un paciente indefenso.
Pobre gente
Pobre gente. Quiz¨¢ es la decadencia, la decadencia de Francia, la que ha empujado la maldad hasta el lecho de un hombre controvertido, pero sobre todo indefenso. La llegada del "terrorista palestino" George Habash ha puesto al desnudo a un monstruo civilizado, orgulloso de viejas glorias pasadas, incluso de su papel de traficante de armas.
Da verg¨¹enza. Verg¨¹enza de lo que la prensa francesa ha escrito sobre Habash sin formular una cuesti¨®n b¨¢sica: ?por qu¨¦ lleg¨® Habash a Francia desde T¨²nez y no desde su patria, Palestina? Es m¨¢s, nadie se ha preguntado por qu¨¦ este pediatra palestino se convirti¨®, como dicen los franceses, en un terrorista? Son preguntas que los franceses ignoran convenientemente con el mismo cinismo con el cual Francia y sus dirigentes cierran los ojos frente a los cr¨ªmenes de los Beguin, los Sharon y los Shamir en Palestina, hombres a los que Occidente, por supuesto, considera "dem¨®cratas" y "civilizados".
Los franceses se han olvidado de los maquis, los combatientes contra la resistencia nazi. Para los intelectuales franceses, los maquis son historia. Pobres franceses. Un hombre enfermo les ha hecho olvidar sus tradiciones, sus razonamientos y hasta las consignas de la Revoluci¨®n Francesa.
Para la Francia civilizada, Habash es un "terrorista" y el inventor de secuestros. Para esa misma Francia, Israel es norte de civilizaci¨®n.
El Estado jud¨ªo no ha secuestrado nunca nada. Ni las tierras de Palestina, ni las del sur de L¨ªbano, ni tierras de Siria. ?Por qu¨¦ Habash es sin¨®nimo de terrorismo? ?Por qu¨¦ en Occidente Israel sigue siendo sin¨®nimo de "democracia, progreso y libertad"? ?Es quiz¨¢ porque Habash es ¨¢rabe? ?D¨®nde queda Francia?
Paul Chaoul es escritor, dramaturgo y cr¨ªtico literario liban¨¦s.
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