La historia bajo la carpa
Las conmemoraciones evocan siempre la tensi¨®n entre memoria e historia. Cada grupo social, cada sector pol¨ªtico, cada generaci¨®n busca el engarce con el pasado de acuerdo con su propia forma de inserci¨®n en la realidad. Ciertamente, la historia est¨¢ ah¨ª, fijando el repertorio de temas y los l¨ªmites entre los cuales puede efectuarse aquella operaci¨®n selectiva, pero tambi¨¦n modific¨¢ndose ella misma en cuanto historiograf¨ªa seg¨²n los impulsos procedentes de la sociedad, del poder e incluso de las modas. Recientemente, Mona Ozouf ha evocado esa tensi¨®n aportando el ejemplo de las ceremonias que siguieron a la toma de posesi¨®n del presidente Mitterrand en 1981. El pol¨ªtico socialista eligi¨® la visita al monumento s¨ªmbolo de la memoria hist¨®rica republicana, el Pante¨®n, y en ¨¦l, la tumba de Jean Moulin, el h¨¦roe de la Resistencia. Creo recordar que una rosa roja en su mano indicaba la voluntad de enlazar con una tercera tradici¨®n, la del movimiento obrero socialista. Por contraste, unos minutos m¨¢s tarde, Mitterrand era recibido por el alcalde de Par¨ªs, el conservador Jacques Chirac, en un recinto presidido por las im¨¢genes de unos personajes que simbolizaban la otra forma de presentar la tradici¨®n nacional francesa: santa Genoveva, Juana de Arco y el general De Gaulle. Una naci¨®n, dos tradiciones y dos ejercicios de memoria contrapuestos. La bipolaridad reaparecer¨ªa en los debates sobre la Revoluci¨®n Francesa en tomo al bicentenario de 1989, aun cuando las corrientes enfrentadas coincidieran en aceptar el papel decisivo de la misma para la Francia contempor¨¢nea.Ahora bien, unas peculiares circunstancias pol¨ªticas pueden convertir las conmemoraciones en ejercicios de amnesia. Entre ,nosotros resulta dificil imaginar a los gobernantes socialistas visitando las tumbas de Pablo Iglesias o Francisco Pi y Margall en una fecha significativa para el pa¨ªs. La tradici¨®n republicana no es asumida por la izquierda gubernamental. Recuerdo a¨²n muy bien la participaci¨®n oficial hace poco m¨¢s de un a?o, en el cementerio de Montauban (Francia), para conmemorar el cincuentenario de la muerte del presidente de la Rep¨²blica, Manuel Aza?a. El ministro celebrante tuvo la escasa delicadeza de colocar una corona de flores sobre la tumba, con los colores de la monarqu¨ªa. Ni siquiera se le ocurri¨® la discreci¨®n de una cinta blanca. Ahora mismo, en una buena serie televisiva de evocaci¨®n, se habla por un lado de "Ia memoria nacional" y por otro de "la memoria vencida", siempre como si la Rep¨²blica no hubiera debido existir. Y se sit¨²a como pr¨®logo del episodio un ejercicio de equidistancia en la descalificaci¨®n, poniendo verdes por igual a los dirigentes de los dos bandos; a cargo de nuestro personaje literario por excelencia. As¨ª, Manuel Aza?a, Indalecio Prieto o Juan Peir¨® son arrojados al mismo basurero que los generales que nos regalaron con una guerra y 40 a?os de dictadura. Claro que hay razones de pragmatismo pol¨ªtico ara esta amnesia forzada, pero ello no deja de expresar una dependencia innecesaria, la mentalidad del Estado democr¨¢tico respecto de su antecedente franquista. Otro tanto ocurre con la celebraci¨®n en curso del Quinto Centenario, m¨¢s cercana a la vieja noci¨®n de hispanidad que a lo que debiera ser una visi¨®n socialista de las relaciones entre Espa?a y el pasado y presente de Am¨¦rica.
En este sentido, la reci¨¦n inaugurada exposici¨®n-balance 500 a?os despu¨¦s. Imaginar el futuro ofrece una buena ocasi¨®n para evaluar c¨®mo se ha construido desde el poder la conmemoraci¨®n de 1492. Ante todo, el visitante es sometido a una cascada de im¨¢genes carentes de toda significaci¨®n. Se trata ante todo de suscitar la impresi¨®n de una gran labor realizada de acercamiento a Latinoam¨¦rica por un Gobierno dotado de una moderna tecnolog¨ªa. Un sat¨¦lite de comunicaci¨®n sustituye a las carabelas. La Conferencia de Guadalajara parece ser el punto de llegada de esa maravillosa labor, pero tambi¨¦n aqu¨ª la acumulaci¨®n de im¨¢genes y extractos interfiere toda transmisi¨®n n¨ªtida de significados. Quiz¨¢ porque se intenta crear la impresi¨®n de que ha cobrado forma la so?ada Comunidad Iberoamericana, cuando en realidad lo acordado es s¨®lo una sucesi¨®n de conferencias rituales. "Comunidad iberoamericana", anuncia el folleto de propaganda; "constituir la Conferencia", a?aden los textos explicativos del interior. Por lo dem¨¢s, el montaje es s¨®lo una versi¨®n tecnocr¨¢tica y posmoderna de los vieos recorridos en los llaberintos de feria, con las figuras supuestamente humanas, los efectos ¨®pticos y los ordenadores en los puestos que ocuparan los espejos deformantes y los monstruos de cart¨®n piedra. Las pomposas definiciones de los espacios -Plaza de la Cultura Iberoamericana, Traves¨ªa del Quinto Centenario- subrayan a¨²n m¨¢s el absoluto vac¨ªo de contenidos en lo que concierne a la conmemoraci¨®n. Eso s¨ª, se nos dice que el resultado del descubrimiento fue el mestizaje, y con ¨¦l fue posible el encuentro de la familia extensa y de la familia nuclear. Gracias.
Ocurre, sin embargo, que el vac¨ªo tambi¨¦n tiene su significaci¨®n. El montaje expuesto bajo la carpa de San Francisco de Sales ilustra claramente la opci¨®n asumida por los organizadores: montar un enorme despliegue de recursos desde y para un poder de hoy, imponiendo la amnesia sobre el referente de la celebraci¨®n, por lo que ¨¦sta pod¨ªa tener de conflictivo. Es muy curioso: hay que conmemorar, luego hay que olvidar. Y como el presente es m¨¢s bien complejo y angustioso, todo se centra en un ritual de jefes de Estado. Pueblos y realidades de la Am¨¦rica hispana de hoy quedan fuera de campo. Por eso el eslogan es "imaginar el futuro" (que tampoco se imagina, como es l¨®gico), ya que no se puede establecer ni la memoria hist¨®rica de 1492 (y los procesos subsiguientes) ni encarar una realidad social y pol¨ªtica para la cual nuestras posibilidades de acci¨®n son m¨ªnimas. La metapropaganda, de la cual es buena muestra la exposici¨®n de la carpa, tapa el vac¨ªo sobre el cual se alzan la Expo y el conjunto restante de ceremonias previstas.
Cabe preguntarse entonces para qu¨¦ sirve una conmemoraci¨®n si no permite conocer a espa?oles y a americanos mejor cu¨¢l fue la secuencia hist¨®rica del descubrimiento y la conquista, borrando injustificados eurocentrismos y justificados resquemores, y tampoco permite acercarse de verdad en el presente a espa?oles y a latinoamericanos. As¨ª las cosas, s¨®lo cabe esperar que los festejos resulten brillantes, nuestros gobernantes salgan bien en televisi¨®n durante los mismos y que el d¨¦ficit no sea demasiado gravoso.
Sin olvidar una rogativa para que no sea consumada la sustracci¨®n a nuestros vecinos portugueses del emblema del rey Manuel el Afortunado, la esfera armilar, tan bella en las janelas del convento Do Cristo en Tomar, construyendo en las afueras de Madrid un armatoste costoso e irreversible.
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La historia bajo la carpa
Viene de la p¨¢gina anteriorEn realidad, lo que pone de relieve la celebraci¨®n es una vez m¨¢s el papel dominante que la imagen juega en la concepci¨®n pol¨ªtica del presidente Gonz¨¢lez. Y la bola de nieve de sinrazones que puede surgir del encuentro de esa prioridad con las fallas de una concepci¨®n tecnocr¨¢tica de la pol¨ªtica y con la heterogeneidad de los propios recursos humanos de que dispone el partido del Gobierno. Por esta v¨ªa se cuela tambi¨¦n la corrupci¨®n, aunque las partidas contables encajen, sum¨¢ndose a la herencia de un pasado clientelar fundado en los amigos pol¨ªticos (de la Restauraci¨®n al franquismo) y al enlace entre intereses del poder econ¨®mico y miembros de la clase pol¨ªtica. En ese cap¨ªtulo entran el dislate del AVE Madrid-Sevilla, los enormes desfases entre presupuestos y gastos, y el derroche de recursos empleados en obras en torno a la Expo. As¨ª, cualquier indocumentado puede escalar posiciones claves en una estructura de poder que canta todos los d¨ªas loas- a los criterios supremos del pragmatismo y la eficacia (recu¨¦rdense los gatos blancos y negros) y, rec¨ªprocamente, cualquier propuesta que exija criterios de rigor y competencia puede verse arrastrada a ser la expresi¨®n de intereses personales. Recordemos aquel momento estelar de la tan exhibida pol¨ªtica de investigaci¨®n, hace un par de a?os, en que se mont¨® un ¨¢rea cient¨ªfica donde conflu¨ªan la antropolog¨ªa, el arte dram¨¢tico, la ciencia pol¨ªtica y la gimnasia. A pesar de las cr¨ªticas, como ahora, nadie rectific¨®. La Unesco debi¨® quedar tan asombrada como pueden estarlo hoy los historiadores o cient¨ªficos-sociales latinoamericanos no subvencionados cuando vean c¨®mo los gobernantes de la madre patria huyen de la historia y del presente, y de paso montan una ceremonia de glorificaci¨®n de s¨ª mismos. El ¨²nico consuelo consiste en comprobar c¨®mo bajo la carpa de ilusiones del Quinto Centenario asoma, a pesar de todo, la historia, porque tambi¨¦n es historia la comprensi¨®n de la din¨¢mica social y pol¨ªtica que corta la l¨ªnea del presente.
es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense.
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