Tres horas para salvarse
Los ¨¢rabes del sur de L¨ªbano huyen de los bombardeos israel¨ªes
S¨®lo los carteles despegados de m¨¢rtires isl¨¢micos y las banderas negras del Hezbol¨¢ se mov¨ªan ayer en las paredes y los balcones de una media docena de aldeas musulmanas del sur del L¨ªbano. Eran caser¨ªos fantasmas. Temerosos de una formidable represalia israel¨ª despu¨¦s de tres d¨ªas de intensos ataques guerrilleros, sus habitantes cargaron hasta con las ovejas y escaparon al puerto de Tiro. Las amenazas de Tel Aviv siempre han sido tomadas en serio en el L¨ªbano, sobre iodo cuando vienen, como lo hicieron puntualmente ayer, acompa?adas de intensos bombardeos de castigo.Mohamed Jurani es un agricultor sesent¨®n que tuvo el tiempo y el coraje de cargar con todas sus pertenencias antes de emprender la fuga desde su vieja casa de Yater, una de las aldeas a tiro de fusil de las tropas israel¨ªes y de sus aliados pagados, los milicianos del llamado Ej¨¦rcito del L¨ªbano del Sur (ELS). Yater est¨¢ tan cerca de las bater¨ªas israel¨ªes que no hubo necesidad de recurrir a la radio del ELS.
N¨ªtida advertencia
La advertencia lleg¨® n¨ªtidamente por meg¨¢fonos instalados al lado de los nidos de ametralladoras. Fue escueta y n¨ªtida: "Todos los residentes tienen tres horas para abandonar la aldea", dijo la voz de la colina al sur de los campos de tabaco de Jurani. "De lo contrario, la poblaci¨®n deber¨¢ atenerse a las consecuencias". En el L¨ªbano, la palabra consecuencias siempre ha sido tomada muy en serio.
Cuando Jurani asom¨® la cabeza por la ventanilla de su destartalada furgoneta Volvo, era el retrato de un hombre aterrado. F¨¢tima, su mujer, sentada al lado asent¨ªa con la cabeza a lo que el p¨¢lido hombre dec¨ªa entre jadeos. "Se nos vienen encima", dijo.
"Los israel¨ªes y sus milicianos no han dejado de bombardear nuestra aldea desde el lunes. La mayor parte de la poblaci¨®n escap¨® el martes. En Yater s¨®lo queda un grupo de ancianos que no tienen en qu¨¦ escapar. Pobre gente", sentenci¨® Jurani antes de pisar el acelerador rumbo a Tiro. No hubo tiempo de preguntarle si no se le hab¨ªa quiz¨¢s ocurrido dejar el televisor, la Moulinex o sus alfombras bien apiladas en la parte trasera de su coche para ayudar al menos a un par de sus coterr¨¢neos. Pero en el L¨ªbano, tal vez m¨¢s que en ninguna otra parte, la compasi¨®n siempre comienza por la propia casa.
Adem¨¢s de poder¨ªo impresionante y abundante munici¨®n, los artilleros israel¨ªes tienen evidentemente un gran sentido de la puntualidad. A la una de la tarde, las aldeas de Yater, Kafra, Qabrikha, Luwaiseh y Brachit fueron alcanzadas por morteros y disparos de ca?ones de 155 mil¨ªmetros. M¨¢s tarde, un par de helic¨®pteros lanz¨® cohetes contra Jibchit.
Los soldados de la fuerza de paz de las Naciones Unidas, que desde hace tres d¨ªas cambiaron las boinas azules por los cascos de acero, se agazaparon en sus refugios. Un joven recluta del batall¨®n irland¨¦s acantonado en el pueblo de Tibn¨ªn asegur¨®: "Est¨¢n disparando a casas vac¨ªas. La poblaci¨®n huy¨® en cuanto comenzaron los duelos de artiller¨ªa el lunes. Temen una invasi¨®n. La ¨²ltima ofensiva guerrillera va en serio".
Pero no tuvo tiempo de compartir su teor¨ªa personal sobre el futuro del pa¨ªs de los cedros: una furgoneta escolar repleta de ni?as de Tibn¨ªn se detuvo en seco a su lado tras cuatro ensordecedoras explosiones en las colinas vecinas. El soldado se abalanz¨® sobre el conductor. "?Est¨¢s loco? Vete de aqu¨ª inmediatamente. ?No ves que las cosas est¨¢n empeorando por minutos?", le grit¨® antes de disculparse y regresar abruptamente a su refugio.
Mientras los cohetes Katyusha de la guerrilla musulmana se estrellaban en el norte de Israel causando m¨¢s ruido que da?os, y la seriedad de las represalias se tornaba cada vez m¨¢s evidente, la sensaci¨®n generalizada en el L¨ªbano era que la resistencia y la fuerza ocupante van camino de un encontronazo.
El gobierno de Beirut sigue a la espera de una respuesta a su solicitud de una reuni¨®n de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El presidente Elias Haraui quiere impedir que el ciclo de violencia iniciado el fin de semana e intensificado con el asesinato del l¨ªder de Hezbol¨¢, Abas Musawi, en una emboscada a¨¦rea israel¨ª, provoque una nueva invasi¨®n. Muchos temen que los esfuerzos b¨¦licos israel¨ªes pueden ser el preludio de una nueva incursi¨®n de Tel Aviv en el pa¨ªs ¨¢rabe.
Acabar con los ataques
El problema para el Ejecutivo prosirio del L¨ªbano iba creciendo con las horas. Su ej¨¦rcito ha sido reforzado en la zona y seg¨²n varios testigos sus bater¨ªas antia¨¦reas han entrado en acci¨®n en varias ocasiones. Israel ha advertido cat¨¦goricamente que al Gobierno liban¨¦s le compete acabar con los ataques de la guerrilla y, naturalmente, ya ha comenzado a hablar de consecuencias.
El dilema del gobierno liban¨¦s, sin embargo, es que tras el asesinato de Musawi le resulta contraproducente tratar de frenar a los guerrilleros. En juego queda el principio defendido por Beirut y consagrado por las Naciones Unidas de que la lucha armada es un recurso leg¨ªtimo cuando va dirigida contra un potencia ocupante.
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