Malos tiempos para la Lloyd's
P¨¦rdidas de 250.000 millones de pesetas en el m¨ªtico mercado de seguros londinense
Algo cruje en Lloyd's of London. El m¨ªtico mercado de seguros londinense, con tres siglos de historia y una solvencia presuntamente indiscutible, nada en un mar de p¨¦rdidas. Las de 1989, que se dar¨¢n a conocer oficialmente dentro de unos meses, podr¨ªan superar los 250.000 millones de pesetas. Los n¨²meros rojos han demostrado que los Nombres -los ciudadanos adinerados que han sostenido Lloyd's hasta hoy- s¨®lo est¨¢n dispuestos a jugar cuando es imposible perder. Con los malos tiempos llegan tambi¨¦n las sospechas de corrupci¨®n generalizada.
Toda la solvencia de Lloyd's, cuyos recursos rondan los 1,5 billones de pesetas. procede de los Nombres. El Nombre es un ciudadano de solvencia reconocida al que se permite entrar en el mercado de los reaseguros, con una apuesta m¨ªnima de 50 millones de pesetas. El Nombre aporta propiedades particulares como aval, que pasan a engrosar los recursos del mercado en caso'de emergencia. El sistema funciona sierripre que no haya p¨¦rdidas. Si las hay, como sucede ahora, el Nombre se resiste a pagar: su casa es de su esposa, su finca r¨²stica es de la suegra, y el Rolls-Royce es del ch¨®fer. Si Lloyd's presiona, el Nombre acude a los tribunales.Un juez de Londres emiti¨® hace una semana la primera sentencia favorable a uno de los 300 sindicatos en que se organizan los Nombres. Lloyd's, seg¨²n la sentencia, deb¨ªa indemnizar a dichos Nombres -entre los que figuraban personalidades tan conocidas como la de Edward Heath, ex primer ministro conservador- por haber depositado sobre sus cajas fuertes, de forma fraudulenta, una "carga excesiva". La sentencia fue acogida clamorosamente en el Parlamento de Westminster, cuya hostilidad hacia Lloyd's es f¨¢cilmente comprensible: al menos 60 diputados conservadores son Nombres de Lloyd,s y est¨¢n amenazados con perderlo todo.
Ser Nombre de Lloyd's no s¨®lo proporcionaba prestigio social. Era tambi¨¦n la forma m¨¢s f¨¢cil de ganar dinero en la City. La largu¨ªsima cadena de reaseguros en cada expediente garantizaba, en teor¨ªa, una f¨¢cil absorci¨®n de los siniestros. Pero las cosas cambiaron desde mediados de los a?os 80. Algunos jueces, sobre todo en Estados Unidos, consideraron oportuno imponer sensacionales indemnizaciones en casos de contaminaci¨®n industrial. La naturaleza, mientras, desencaden¨® varias de las cat¨¢strofes naturales m¨¢s graves del siglo.
Cadena de reaseguros
La cadena de reaseguros result¨® no ser efectiva cuando las p¨¦rdidas se amontonaban. Algunos sospechan que tanto reaseguro no era m¨¢s que un arreglo de agentes y Nombres para que nadie se quedara sin cobrar un porcentaje de cada expediente. Cuando las reclamaciones de los clientes son voluminosas, multiplic¨¢n las p¨¦rdidas.
La m¨¢s sonora voz de alarma fue lanzada la semana pasada por lan Hay Davison, que era director ejecutivo de Lloyd's en 1983, cuando la Ley de Lloyd's aprobada por el Parlamento garantiz¨® de hecho que el mercado de los seguros no estar¨ªa regulado por otras normas que las que ¨¦l mismo se fijara en cada momento. Hay Davison, al que respaldaba el Banco de Inglaterra y al que los agentes obligaron a dimitir, dijo: "Lloyd's va a morir. Lo sensato ser¨ªa liquidar el merca do mientras fuera a¨²n, al me nos en apariencia, solvente. De esta forma la gente tendr¨ªa al menos alguna oportunidad de recuperar su dinero". Hay Davidson a?adi¨® que la corrupci¨®n era asunto cotidiano dentro del rascacielos de colores.
El presidente de Lloyd's, David Coleridge, invit¨® a comer el lunes a dos docenas de diputados, con el objetivo de convencerles de que el mercado no est¨¢ en crisis ni es corrupto. "S¨®lo hay un esc¨¢ndalo en Lloyd's", dijo a los postres, "si se puede llamar esc¨¢ndalo al hecho de que suframos grandes p¨¦rdidas y los Nombres tengan que pagar por ellas. El volumen de las p¨¦rdidas es totalmente inaceptable; comprendo que ello cause dolor y preocupaci¨®n a nuestros Nombres, pero tienen que pagar". Los diputados presentes, entre los que no hab¨ªa ning¨²n Nombre, se declararon convencidos.
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