Sin poder y sin derechos
Si Mei existe, aunque, evidentemente, ¨¦ste no es su nombre verdadero. Vive en Pek¨ªn. No es ni ha sido nunca del partido comunista. Su sue?o es una China abierta, democr¨¢tica y pr¨®spera. Sabe lo que arriesga al publicar este testimonio, pero considera importante para el futuro de su pa¨ªs que Occidente conozca los sentimientos que cree compartir con gran parte de sus compatriotas.
Aquellos que viven gracias a la espada, como sabemos, est¨¢n destinados a morir por la espada. De igual modo, los partidos que inventaron la dictadura est¨¢n destinados a morir aplastados por ella. Desde que se vino abajo la ilusa pretensi¨®n de Mija¨ªl Gorbachov de salvar el sistema marxista-leninista, vengo manteniendo que la enorme popularidad de Deng Xiaoping se est¨¢ evaporando, y que el Partido Comunista de China (PCCH), tras la matanza del 4 de junio de 1989, correr¨¢ id¨¦ntica suerte a la de los partidos de la Europa del Este y de la URSS.La matanza de Tienanmen es una pesadilla ya pret¨¦rita para el mundo, pero para el pueblo chino, con el primer ministro Li Peng y el presidente Yang Shankun en el poder, fue tan s¨®lo la primera de las pesadillas que nos atormentan. Basta mirar a nuestro alrededor: luchas por el poder, corrupci¨®n, desastres naturales, des¨®rdenes sociales, drogas, prostituci¨®n y la cada vez m¨¢s inminente muerte de Deng, el ¨²ltimo de nuestros emperadores. ?stas son nuestras obsesiones diarias. Sabemos que no podemos aspirar a cambiar tan r¨¢pidamente como lo han hecho los pueblos de la Europa del Este y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pero la mayor¨ªa de los ciudadanos chinos relaciona la suerte de esas dictaduras con la que habr¨¢ de correr el comunismo en nuestro pa¨ªs.
Se vaya donde se vaya en China, al entablar conversaci¨®n con cualquiera en la calle, lo m¨¢s normal es encontrarse con gente que saca a relucir los sufrimientos que tuvieron que sobrellevar durante la Revoluci¨®n Cultural, para llegar a la conclusi¨®n de que se est¨¢ viviendo una vuelta a la ¨¦poca de Mao. Todo se repite: adoctrin¨¢miento pol¨ªtico en f¨¢bricas, colegios y oficinas; entrenamiento militar de los estudiantes universitarios; un a?o de trabajo en el campo por parte de los licenciados; colectivismo rural; educaci¨®n ideol¨®gica de los intelectuales; censura de las obras literarias y art¨ªsticas; espionaje de los comit¨¦s de barrio.
Autocr¨ªticas
Esto es lo que se denomina la naturaleza del partido comunista, su cultura pol¨ªtica y su herencia. El control del pueblo exige lavar el cerebro a todos los ciudadanos con el estudio obligatorio de su doctrina pol¨ªtica. Si es posible, empiezan a programarte desde la cuna para fomentar tu credulidad. Desde la matanza de Tienanmen, se han sucedido en todo el pa¨ªs seis campa?as de adoctrinamiento pol¨ªtico por parte del partido. Tuvimos que estar horas y horas, ah¨ª sentados, revisando lo que cada uno hizo y lo que dijo en aquel entonces, revelando lo que sab¨ªa de sus amigos y criticando a los dem¨¢s.
Si no lo haces, no se limitan a calificarte de esp¨ªritu de serpiente, demonio de vaca o derechista, como ocurr¨ªa a finales de los a?os cincuenta y durante los sesenta. Ahora te consideran el contaminador espiritual, el aburguesador y el liberalizador de tu centro de trabajo, y te env¨ªan al campo para reeducarte.
Algunos de mis amigos han tenido que dedicar cuatro horas seguidas a autocriticarse en p¨²blico por el simple hecho de haberse mostrado comprensivos con los manifestantes. Es un hecho que cada uno esp¨ªa al de al lado y que todos sospechan de todos, igual que ocurr¨ªa durante la ¨¦poca de Mao.
Por ello, a pocos puede extra?ar que pol¨ªticos tales como Li Peng o Yang Shankun no pueden hacerse con el favor popular. Nadie olvida la sangrienta matanza de 1989. La ¨²nica forma que tienen de mantenerse en el poder es ejerciendo una desesperada presi¨®n pol¨ªtica sobre la poblaci¨®n y reforzando su control militar. Millones de ciudadanos han sido empleados en construir la denominada Gran Muralla Verde en torno a Pek¨ªn, un anillo de instalaciones militares que circunda la capital en previsi¨®n de que se puedan repetir las manifestaciones de 1989.
Dado que la sangre es m¨¢s densa que el agua, la mayor¨ªa de los hijos e hijas de los altos cuadros del sistema se han instalado en las cumbres del partido, el Gobierno y el Ej¨¦rcito. Los funcionarios se r¨ªen de este fen¨®meno y califican a las Fuerzas Armadas como la familia Deng mandada por generales de la familia Yang, en referencia a los nuevos generales promovidos por Yang Shankun y su hermano menor.
La gente corriente se refiere al Gobierno como "el Gobierno de los pr¨ªncipes" y al partido como ?el partido de los secretarios privados", ya que muchos de los altos cargos del Gobierno y del partido son o bien hijos o bien secretarios privados de los dirigentes anteriores.
?C¨®mo puede la gente confiar en este tipo de personas? Los estudiantes universitarios escuchan La Voz de Am¨¦rica y la BBC. Incluso los soldados escuchan La Voz de Am¨¦rica en su emisi¨®n en chino. Un oficial amigo m¨ªo me cuenta que casi todo el mundo en el Ej¨¦rcito dispone de una emisora de onda corta. Despu¨¦s de 1989, las ventas de este tipo de transistores se multiplicaron. Y si bien es cierto que las gr¨²as sobresalen sobre el horizonte de las ciudades y las estanter¨ªas est¨¢n repletas, tambi¨¦n lo es que el ¨¢nimo de la gente est¨¢ por los suelos. ?Por qu¨¦? No nos sentimos c¨®modos y no disfrutamos de ning¨²n poder ni de ning¨²n derecho.
Retratos de Mao
En el T¨ªbet, los tibetanos anhelan el regreso del Dala? Lama y creen que ¨¦l es el ¨²nico l¨ªder espiritual que les puede traer una nueva vida, con independencia incluida. En Xinjiang, los uigures dirigen su mirada hacia un nuevo reino a ra¨ªz del desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Los mongoles sue?an con su antiguo imperio. En algunas ciudades chinas, la gente ha vuelto a colocar el retrato de Mao en las paredes e incluso en los autobuses, sobre todo en el sur. Con ello no pretenden decir que quieren volver al pasado, sino que desean desprenderse de los actuales dirigentes y del partido. Asimismo, quieren sugerir que quiz¨¢ lo que ocurre es que Mao sigue vivo, ya que volvemos a sufrir todo lo que sufrimos en su ¨¦poca.
Incluso algunos miembros del partido, al contemplar las manifestaciones estudiantiles, llegaron a la conclusi¨®n de que hab¨ªan sido enga?ados. Algunos de ellos, al conocer el destino de los partidos comunistas en Europa Oriental, expresan su deseo de que vuelva el defenestrado Zhao Z?yang, en la esperanza de que pueda salvar al partido.
Puedo decir sin temor a exagerar que apenas hay nadie en China al que le guste Li Peng, el responsable directo de la matanza de Tienanmen. Todo lo que hace o dice nos parece mal, y consideramos que es el m¨¢s impresentable de todos los primeros ministros de la historia china y del mundo. Algunas personas llegan, incluso, a apagar la televisi¨®n cuando aparece en la pantalla.
Por ello, los movimientos clandestinos se est¨¢n multiplicando. Pek¨ªn, Xian, Shanxi, T¨ªbet, Xinjiang, Mongolia Interior, Cant¨®n y Shanghai son considerados por el Ministerio del Interior y por la Seguridad Estatal como las zonas m¨¢s inestables. Son numeros¨ªsimos los escritores, profesores y cient¨ªficos que se niegan a trabajar. Muchas veces no se les deja hacerlo por razones pol¨ªticas. Y a varios de ellos no se les permite abandonar el pa¨ªs. Recientemente, Deng ha advertido a los l¨ªderes del partido que la estabilidad ha de estar por encima de todo. Le gustar¨ªa avanzar m¨¢s en las reformas econ¨®micas. Pero para ello, la dictadura es el m¨¦todo.
En las f¨¢bricas y oficinas, cada 100 personas dependen de al menos dos funcionarios a tiempo completo del partido, especialmente entrenados para juzgar su lealtad e informar a sus superiores. Igual ocurre en las universidades. La disidencia no es tolerada en China y uno puede convertirse en un criminal contrarrevolucionario por el mero hecho de hacer alg¨²n comentario contra el Gobierno, o porque se atreva a poner en duda una decisi¨®n determinada tomada por el partido.
Es m¨¢s, el partido cree justificado espiar no s¨®lo a los ciudadanos chinos sino tambi¨¦n a los extranjeros, instalando escuchas telef¨®nicas en hoteles y oficinas, controlando a los visitantes y a aquellos chinos que tienen contactos con ellos. Un amigo m¨ªo que trabaja en Shanghai se ve obligado a tener en su oficina un polic¨ªa encargado ¨²nica y exclusivamente de vigilar a los que se relacionan con extranjeros. No se f¨ªan de la gente, incluso dir¨ªa que le tienen miedo a la gente. El tel¨¦fono est¨¢ intervenido, el correo es violado y la gente es seguida por la calle.
Control de los extranjeros
Los extranjeros suelen quejarse de que no pueden entablar una conversacion con gente corriente, de que all¨¢ donde vayan han de ir acompa?ados. Un periodista estadounidense lleg¨® a contar a su alrededor hasta 15 polic¨ªas de paisano con walkie-talkies mientras visitaba una f¨¢brica. Y en un poblado, ni siquiera pudo ir al servicio sin la compa?¨ªa de un agente. ?Por qu¨¦? Se le explic¨® que tem¨ªan que fuera atacado por los perros salvajes del lugar, pero lo cierto es que no atin¨® a ver ni uno.
Evidentemente, despu¨¦s de 10 a?os de reformas, es imposible que nuestro pa¨ªs vuelva a cerrar sus puertas. El sistema coercitivo ha provocado la desbandada de los amigos de China. En el terreno internacional, somos muchos los que desear¨ªamos que nadie tratara con Li Peng, ya que no le consideramos nuestro l¨ªder. Confiamos en que la celebraci¨®n este a?o de un nuevo congreso del partido provoque al menos una lucha pol¨ªtica encaminada a renovar la c¨²pula dirigente, ya que no estamos en condiciones de desprendemos del partido tal como han hecho los ciudadanos de Europa Oriental.
Pero estamos seguros de que m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, la democracia del 4 de junio ser¨¢ reconocida, y que Li Peng y Yang Shankun se ver¨¢n obligados a abandonar el poder. Nuestra ilusi¨®n nos lleva incluso a creer que una cat¨¢strofe natural, como las inundaciones que asolaron parte del pais el a?o pasado, podr¨ªa provocar un relevo en el Gobierno. Hasta el anciano Deng Xiaoping intuye lo que la gente anhela. Por ello, viaj¨® recientemente al sur de China, como hizo hace 10 a?os, y grit¨® a los cuatro vientos que la reforma debe completarse lo antes posible. Su popularidad, sin embargo, ha descendido considerablemente. Despu¨¦s de todo, ¨¦l encarna el sistema dictatorial. Pero nos consideramos con fuerzas para aguardar su muerte. El problema es si podremos seguir tolerando la arbitrariedad en China.
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