Aniversario
Se cumple un a?o de casi todo lo ocurrido en tomo a la llamada guerra del Golfo, entre un espectacular silencio planetario sobre la cuesti¨®n; ni siquiera la emisora televisiva del Gran Hermano, la CNN, ha recordado suficientemente sus ¨¦xitos sobre aquella gloriosa escabechina ocultada en directo. Aunque tal vez fuera realmente retransmitida en los programas de aerobic de Jane Fonda y no nos di¨¦ramos cuenta. Fonda, sus arrugas ideol¨®gicas, sus gestos armoniosos, como calor¨ªa en movimiento de aquella tragedia, fue la mejor transmisora. Aquella guerra se hizo para que pudi¨¦ramos seguir haciendo aerobic todas las ma?anas y para que los ej¨¦rcitos norteamericanos pudieran desfilar, ?por fin!, victoriosos en una guerra de envergadura prefabricada.Muy de pasada se nos dice que si Bush necesita una ayudita para seguir en la Casa Blanca, intervendr¨¢ otra vez en Irak o har¨¢ caer a Sadam Husein. Cueste lo que cueste. Qu¨¦ m¨¢s da. La insensibilidad del Norte ante el conocimiento de los desastres reales de aquella intervenci¨®n demuestra que apenas ha evolucionado la conciencia racial-imperialista moderna. Molesta imaginaci¨®n la que asume que las docenas de miles de muertos iraqu¨ªes son parecid¨ªsimos a nosotros y que las secuelas de enfermedades, mutilaciones y hambres son las mismas que hemos padecido en fases no muy lejanas de nuestra historia. Si la vida no es un valor absoluto -tesis de los intervencionistas m¨¢s cultos-, ?qu¨¦ valor ¨¦tico tiene la muerte cuando tan clara estaba la divisi¨®n previa entre el que muere y el que mata?
Husein, tan campante; los kurdos, bajo los l¨¢tigos habituales; cicatrizada la herida de Vietnam; el emir de Kuwait, torturador y repuesto, y su pueblo, compuesto y sin democracia... No, no me extra?a que a Bush se le corte de cuando en cuando la digesti¨®n y que a figurantes menores de aquella farsa les crezcan piedras en la ves¨ªcula. Algo ten¨ªamos que pagar.
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