"Alma hizo pedazos a Mahler"
Parece que a un bi¨®grafo tan respetado como La Grange no le queda otro remedio que incluir entre sus cometidos el deshacer entuertos sobre su biografiado; un compositor que se populariz¨® en muchos pa¨ªses tras la pel¨ªcula de Visconti Muerte en Venecia, y tambi¨¦n en Espa?a hace unos a?os, cuando mandos intermedios y auton¨®micos socialistas sintonizaban con los gustos del entonces poderoso Alfonso Guerra mostrando su admiraci¨®n por el adaggietto de la Quinta Sinfon¨ªa.Una de las historias que circulan y que La Grange desmiente es la supuesta influencia negativa sobre Mahler del encuentro de una tarde que mantuvo con Freud. "Fue Alma la responsable de que Mahler se hiciese pedazos, no Freud. La conversaci¨®n entre ellos fue positiva y le resolvi¨® problemas al compositor. Freud, por otra parte, lo encontr¨® genial, de una inteligencia superior".
El hecho de que Alma Mahler odiase a Freud y lo considerara un idiota se debe no a las prevenciones de ella respecto al sicoan¨¢lisis sino a la furia que sinti¨® cuando, ya muerto Mahler, Freud envi¨® la factura de aquella c¨¦lebre sesi¨®n.
La aventura amorosa entre Gustav Mahler, que le llevaba 19 a?os, y Alma Schindler, estuvo llena de conflictos. Estos culminaron cuando en 1910 ella, que se iba a Par¨ªs con su amante Gropius, se cit¨® con su marido en Cherburgo. "Mi impresi¨®n", dice La Grange, "es que ¨¦l lo sab¨ªa y acab¨®, como muchos otros maridos, aceptando la idea de que tuviera un amante, porque la amaba y quer¨ªa conservarla". Mahler, pobre de entrega, se sinti¨® como un hijo al que su madre abandonaba: desde 1905 la relaci¨®n hab¨ªa comenzado su declive y Alma Mahler se realiz¨® sexualmente con Gropius: "Ella hubiese necesitado a Freud m¨¢s que su marido", dice La Grange.
Otra de las historias que circulan es que el compositor frustr¨® conscientemente la carrera de su mujer como compositora. La Grange tambi¨¦n lo desmiente: "Alma era una aficionada, maravillosamente dotada pero aficionada. Tocaba muy bien el piano, pero no pod¨ªa superar su pereza e indisciplina".
La Grange dice que se ha visto obligado a atacar durante a?os a Alma Mahler porque "todo lo que dec¨ªa era tomado como palabra de Dios". El bi¨®grafo ha precisado y cuando era necesario refutado las declaraciones y escritos de aquella mujer en cuya ¨®rbita giraron, entre otros, su marido, Gropius, Werfel y Kokoschka. En opini¨®n de La Grange, todav¨ªa no se ha escrito en profundidad sobre Alma Schindler, quien, en cualquier caso, le parece una mujer muy interesante, "no demasiado inteligente, pero rodeada de personas preparadas de las que siempre aprend¨ªa".
La Grange conoci¨® a Alma Mahler, fallecida en 1964, en 1952. Cree que a ella, que era muy esnob, le fascin¨® que ¨¦l perteneciese a la aristocracia francesa., Prueba de su amistad son las 28 cartas que La Grange conserva. Su amistad perdi¨® fuerza cuando ¨¦l le entreg¨® el primer manuscrito de su monumental biograf¨ªa y ella comprob¨® que aparec¨ªan citas constantes sobre la amada juvenil de Mahler. "Se puso celosa del pasado de Mahler. Nunca me perdon¨®. Quer¨ªa ser considerada la ¨²nica, era muy egoc¨¦ntrica".
Respecto a la belleza de Alma Mahler tambi¨¦n se ha difundido una teor¨ªa err¨®nea. Su hija Anna, gran amiga de La Grange y una mujer muy inteligente, le dijo que cuando su madre se desnudaba era como un saco de patatas. Los ojos de Anna eran los m¨¢s bellos, y los de Alma tambi¨¦n eran bellos, "pero no c¨¢lidos". La hija detestaba la dominaci¨®n de la madre y manten¨ªa una relaci¨®n de amor-odio. "Alma pod¨ªa ser muy cruel: le gustaba ayudar a la gente, pero s¨®lo cuando la gente no la necesitaba", apostilla La Grange sin perder la compostura.
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