El Brujas mostr¨® su potencial en el Manzanares, pero choc¨® con la entrega y la suerte del Atl¨¦tico
El f¨²tbol no obedece a leyes por m¨¢s que se empe?en los estrategas. Reducido a lo absurdo un partido, la t¨¢ctica queda como una expresi¨®n est¨¦tica. Ayer el Vicente Calder¨®n vivi¨® una prueba de ello: el Brujas hab¨ªa hecho un ejercicio impecable durante 45 minutos, pero estuvo a punto de acabar descompuesto, al borde de la eliminaci¨®n. Objetivamente, no hab¨ªa cometido errores. Su desgracia fue no contemplar el factor altamente aleatorio que rodea al f¨²tbol: un equipo puede producir dos goles casi sin querer, descuidadamente. La eliminatoria sigue viva, pero el Atl¨¦tico dif¨ªcilmente encontrar¨¢ razones para explic¨¢rselo.El desarrollo de los hechos capitales es sencillo aunque inconexo. En resumidas cuentas, el Atl¨¦tico marc¨® sus tres goles cuando menos m¨¦ritos hizo para ello. No fue un ejemplo de practicidad elevada al l¨ªmite porque no hubo tres oportunidades para tres goles. Las cuentas no siempre salen. Dos m¨¢s dos no tiene por qu¨¦ ser cuatro en el f¨²tbol. Tan es as¨ª que en los dos primeros goles del Atl¨¦tico el bal¨®n cambi¨® caprichosamente su trayectoria. Donde no hubo remates, la direcci¨®n del bal¨®n se trasvisti¨® un pase de Schuster se transform¨® en un libre directo y un no se sabe qu¨¦ de Toni en un disparo de imposible recorrido; el: bal¨®n rebot¨® en la espalda de undefensa, se elev¨®, descendi¨®, y en la par¨¢bola caprichosa busc¨® el punto m¨¢s alejado a la vista del portero belga. Finalmente, Futre encontr¨® un rechace en el centro del ¨¢rea: lejos de iniciar un di¨¢logo con el bal¨®n, despach¨® un remate expeditivo. Es decir, ese no es el Futre que conocemos. As¨ª que en la sinraz¨®n encontr¨® el Atl¨¦tico tres goles. Mejor no buscar m¨¢s explicaciones, ni el Atl¨¦tico para su excusa, ni el Brujas para su consuelo. El f¨²tbol admite la cuarta dimensi¨®n.
Los goles del Atl¨¦tico no fueron consecuencia de su f¨²tbol pero quedan como el referente principal para el partido de vuelta. A cap¨ªtulo de inventario puede afirmarse que el Brujas fue superior t¨¢cticamente, ejerci¨® un trabajo m¨¢s refinado, pero perdi¨® el partido sin cometer graves errores. O al menos cometi¨® muchos menos que su rival y el Brujas consigui¨® enfriar al Atl¨¦tico mediada la primera mitad, lo que ven¨ªa a ser su objetivo b¨¢sico" para inmediatamente despu¨¦s obtener una rentabilidad excelente a su mejor disposici¨®n en el campo. Llegado el descanso, el Atl¨¦tico visitaba el vestuario con un marcador en contra (1-2) que se interpretaba, razonablemente, como una sentencia anticipada de la eliminatoria. Cualquier an¨¢lisis parcial conced¨ªa por entonces al Brujas el beneficio de todos los pron¨®sticos.
As¨ª que el Brujas comenz¨® la reanudaci¨®n con argumentos sobrados para diligenciar el partido como un sencillo tr¨¢mite. o lo que es lo mismo, el Atl¨¦tico no ten¨ªa m¨¢s remedio que hacer un acto de fe .Pero sin tiempo para que los jugadores terminaran de colocarse lleg¨® el empate de Toni. Es cierto que el Brujas reaccion¨® con frialdad: el resultado entraba entre sus planes y sobra a?adir que este equip¨®, aparte de su buena disposici¨®n t¨¢ctica, hereda la tradicional paciencia belga, virtud que hizo de su selecci¨®n modelo ¨¦ticamente reprobable porque practicaba un plagio del catenaccio y era insultantemente pr¨¢ctica.
Sin embargo, 10 minutos despu¨¦s, y tras un remate al palo de los belgas, Futre colocaba al Atl¨¦tico en franquicia. La sinraz¨®n volv¨ªa a imponerse a la raz¨®n que hab¨ªa esperado entonces que el Brujas entrase en una fase esquizofr¨¦nica porque todo cuanto hac¨ªa para dominar el partido seg¨²n los c¨¢nones topaba con un remate imprevisto en su propia ¨¢rea. Llegado a ese punto del partido cab¨ªa esperar cualquier cosa. Finalmente, cuando todo era posible, nada pas¨®. Y el partido entr¨® en calma chicha, con los dos equipos desorientados.
Era l¨®gico que as¨ª fuese cuando te demuestran, por un momento, que dos m¨¢s dos no son cuatro.
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