A ver pasar el tren
Los soldados que vigilan la v¨ªa Madrid-Sevilla pasan el tiempo entre guardias y ratos de ocio
"Esto es un para¨ªso, todo verde, buen tiempo... Para nosotros, gloria". El joven sargento sacude la cabeza y recuerda que hace apenas ocho d¨ªas la nieve y el fr¨ªo de Chinchilla (Albacete) se le colaba entre las ropas. Su regimiento, el Mallorca 13, estaba all¨ª de maniobras, y nada m¨¢s regresar a la base, en la localidad murciana de Lorca, recibi¨® nuevas ¨®rdenes. Ahora manda a 10 hombres de uno de los pelotones que vigilan las v¨ªas del tren de alta velocidad a la altura de Posadas, a 32 kil¨®metros de C¨®rdoba.
Desde que acamparon, el domingo pasado, no han le¨ªdo ning¨²n peri¨®dico. Nada saben de la pol¨¦mica que ha causado su destino ni del disparo al aire que efectu¨® un companero en Ja¨¦n, alarmado por los tiros de unos cazadores furtivos. Al resguardo de una desvencijada tapia que en otros tiempos sirvi¨® para cortarle el paso a las ovejas, las horas pasan tranquilas. Juegan a las cartas, observan c¨®mo pastan las vacas o aprenden trucos de manos de los pastores, que se acercan entusiasmados con el hallazgo de nuevos compa?eros de conversaci¨®n.La jornada de este pelot¨®n, uno de los muchos que forman parte de las dos compa?¨ªas que han ido a recalar a Posadas, no comienza demasiado temprano. Sobre las siete de la ma?ana salen de las tiendas de campa?as, dispuestas en hileras, los m¨¢s madrugadores. El resto va amaneciendo gradualmente, seg¨²n el turno de guardia que le ha tocado cubrir la noche anterior. Antes de las nueve aparece el jeep con el desayuno (leche, bocadillo y dulce) que han preparado los rancheros de la base de cocinas, instalada en el campo de tiro de Posadas y que abastece a todos los militares de la zona.
"Hay que estar al loro"
"Se trata de estar aqu¨ª 15 d¨ªas, y es mejor mantener en buen estado a los hombres, moral y fisicamente, porque hay que estar al loro", explica el sargento, mientras los soldados se entretienen en dar con la ma?a para deshacer un nudo de clavos que ha ideado un pastor en sus largas horas de monoton¨ªa. "Est¨¢n encantados", prosigue el mando, que casualmente naci¨® en C¨®rdoba y est¨¢ destinado en Lorca hace ya siete a?os. "Ellos ten¨ªan la idea de que esto era un desierto y la gente se pasa la vida tocando la guitarra".De d¨ªa, un solo centinela vigila desde un peque?o cerro la v¨ªa del tren en intervalos de una hora. Por la noche, las guardias son en pareja y se prolongan por tres horas. Para el aseo, los soldados bajan hasta las duchas de un polideportivo de Posadas que el Ayuntamiento ha cedido a la tropa frente al pol¨ªgono industrial de Los Menestrales. Este grupo no realiza ninguna actividad complementaria ni ejercicios de instrucci¨®n. "Son como unas maniobras, pero est¨¢ticas, lo que hace falta es atenci¨®n", apostilla el sargento. "Mira qu¨¦ apa?ados somos", se?ala orgulloso uno de los quintos, que remata cada palabra con un marcado deje valenciano. En el suelo descansa un rudimentario hogar arropado con ladrillos en donde calientan la leche que ha llegado fr¨ªa del campamento que se ocupa de la intendencia, y hacen caf¨¦. "Aqu¨ª se est¨¢ muy bien", a?ade, "lo ¨²nico que se echa de menos del cuartel son los paseos, porque, claro, salir no podemos".
Alejar delincuentes
La constante presencia del Ej¨¦rcito no ha alterado la vida de Posadas, poblaci¨®n de unos 7.000 habitantes a 32 kil¨®metros de C¨®rdoba. El due?o de un taller cercano al pol¨ªgono de tiro no encuentra ning¨²n motivo para tener miedo e incluso est¨¢ convencido que la presencia militar contribuir¨¢ a disuadir y alejar a delincuentes ocasionales. En el extremo contrario, el empleado de un hostal se cierra en banda ante la posibilidad de dar cobijo a los oficiales.El camarero de un bar, situado en un cruce que enlaza cuatro carreteras, comenta que los willys [peque?os. veh¨ªculos todoterreno] se suelen detener en el local en sus trayectos a los campamentos. "Vienen los mandos, se toman unas copas de montilla y se van". Un oficial que sostiene en la mano un vaso de vino se lamenta de que no haya salido el sol. "Pens¨¢bamos que nos podr¨ªamos tumbar en las horas libres, pero, de todas formas, es una maravilla". Respecto a su misi¨®n, el teniente espeta rotundo: "Prism¨¢ticos y puta v¨ªa.
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