La cansina historia de Gibraltar
En toda la lamentable y pesada historia de Gibraltar, una roca hecha colonia por un pa¨ªs, reclamada por otro y disputada a ambos por los moradores, se da una circunstancia inusitada: los espa?oles perdimos Gibraltar a causa de una guerra en la que nos derrotaron los ingleses y cuando firmamos la paz con ellos, lo hicimos sin resolver este problema. De modo que somos amigos, pero menos. Y lo malo es que, casi tres siglos despu¨¦s, apenas hay nada que podamos hacer para recuperar el pe?¨®n por la pac¨ªfica v¨ªa de la negociaci¨®n. Seguimos estando derrotados. ?Es la guerra, entonces?No hay que pensar que la sigilosa presencia de medio centenar de soldados ingleses en las pistas de Sierra Nevada sea un nuevo y solapado plan estrat¨¦gico de la p¨¦rfida Albion que demuestra la maldad intr¨ªnseca de Gibraltar. Se trata simplemente de una falta de etiqueta, incluso si s¨®lo se dedican al turismo. ?50 en perfecta formaci¨®n? Y da lo mismo que sean gibraltare?os, provengan de una base en Alemania o c¨®nstituyan una unidad gurka.
No. Nos hemos metido en un callej¨®n sin salida, que todos nos empe?amos en abandonar, no marcha atr¨¢s, sino a trav¨¦s de la pared que tenemos delante. As¨ª, los brit¨¢nicos, habiendo decidido que, sin la aceptaci¨®n previa de los gibraltare?os, nada pueden hacer por resolver el asunto, se limitan a quejarse de la obstinaci¨®n,espa?ola. Y los espa?oles buscamos. soluciones donde no las hay (soberan¨ªa compartida o banderas que ondean); nuestro Gobierno no puede idear otras porque, pese a que la cuesti¨®n deja indiferente a la mayor¨ªa de los ciudadanos, ¨¦stos, parad¨®jicamente, no tolerar¨ªan concesiones que pudieran ser calificadas de entreguismo.
El resultado es un di¨¢logo de sordos con el que lo ¨²nico que se consigue es confundir a los gibraltare?os: raz¨®n por la cual intuyen equivocadamente que tienen la independencia cerca o, cuandomenos, que pueden convertirse en el 13? miembro de la CE en tanto que entidad econ¨®mica separada y viable. Lo que nos obliga a explicarles que ello es imposible.
La ¨²nica novedad digna de menci¨®n en los ¨²ltimos 50 a?os de historia de Gibraltar fue la opini¨®n hecha p¨²blica por el entonces ministro espa?ol de Exteriores, Fernando Mor¨¢n, situando la cuesti¨®n en sus exactos t¨¦rminos de complejidad y, lo que es m¨¢s importante, en su solo camino posible: "Si Gran Breta?a nos entregara Gibraltar en una bandeja, pero en contra de la voluntad de sus habitantes, no lo querr¨ªamos".
Una manifestaci¨®n as¨ª no s¨®lo conforta a los gibraltare?os; obliga a Espa?a a ir por esa senda. No cab¨ªa hacer otra cosa en el contexto de una Europa democr¨¢tica a la que pertenecemos: la declaraci¨®n de Mor¨¢n nos fuerza a buscarle al dichoso problema una soluci¨®n a partir de la premisa de la aquiescencia de los llanitos.
Malas explicaciones
Se oye con frecuencia que las autoridades socialistas espa?olas hicieron mal en abrir la verja. La mera enunciaci¨®n del supuesto indica que quienes lo sustentan no acaban de respetar los derechos de la gente. Pero nos caigan como nos caigan, no existe f¨®rmula para sacarles de la madriuera si ello debe hacerse por m¨¦todos autidemocr¨¢ticos. Aparte de que, durante el tiempo que se les tuvo aislados, lejos de convertirse en fruta madura, aprovecharon para atrincherarse mejor y tomamos una sana man¨ªa a los espa?oles.
Por otra parte, la comparacion de Gibraltar con Hong Kong se acaba en la escasas similitudes geogr¨¢ficas. Si algo puede reprocharse a Londres es que, con la devoluci¨®n atenuada de Hong Kong a China, traiciona a los honkongumos; aferr¨¢ndose a los gibraltarenos, no traiciona a nadie.
De modo que poco puede hacerse desde el punto de vista pol¨ªtico y jur¨ªdico. ?Negociar con Londres? Una p¨¦rdida de tiempo. Por ejemplo, ?C¨®mo les hacemos comprender a los brit¨¢nicos que Madrid no puede aceptar que la frontera exterior de la CE se sit¨²e en Gibraltar y no en La L¨ªnea? ?C¨®mo nos hacen comprender ellos que no se les puede acusar de haber presionado insuficientemente a Gibraltar para que cumpla con el compromiso de abrimos el aeropuerto? Ambas cosas van contra principios de funcionamiento nacional.
Si tenemos que ganarnos la buena voluntad de los llani?os, con quien hay que negociar es con Joe Bossano. Y lo que debe exigirse de Londres es apoyo en' esta negociaci¨®n. Es preciso que Espa?a y Gran Breta?a busquen en la ley (y en las arcas) de la CE excusas para colaborar en resolver el contencioso de Gibraltar, no razones para el enfrentamiento. Es est¨¦ril el argumento de que no podemos ser socios y aliados mientras haya entre nosotros un contencioso colonial; no porque no sea cierto, sino porque no conduce a nada aducirlo cuando el establecimiento de la colonia ha precedido en casi 300 a?os al de la amistad ¨ªntima.
Mal que nos pese, la soluci¨®n del tema del Pe?¨®n no est¨¢ en las declaraciones de'principios inmutables o en la busca de la forma m¨¢s gloriosa de envolverse en las banderas respectivas. Est¨¢ en el pragmatismo, como corresponde a amigos y socios. Es menos lucido, pero m¨¢s eficaz.
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