Dolor y publicidad
Con el ruego, si procede, de que sea publicado en su peri¨®dico, quer¨ªa exponerle, referente al art¨ªculo de Maruja Torres de fecha 19 de febrero de 1992, sobre el tema de una firma de ropa que, como bien dice, no merece la pena ni mencionar, entiendo que no puede ning¨²n mortal con sentido com¨²n comprar este producto pensando en la agon¨ªa de una persona que, por cualquier circunstancia de la vida, ha contra¨ªdo una enfermedad (?creada por no s¨¦ qui¨¦n o por qu¨¦ sistema?) que puede afectar incluso al propio elemento que efect¨²a esta publicidad.Me parece el m¨¢s denigrante acto de incultura de un pueblo como Espa?a que se estime apreciar semejante aberraci¨®n propagand¨ªstica y no se repudie a tal individuo expuls¨¢ndole como se merece.
Me retraigo en pronunciar palabras m¨¢s fuertes porque, a pesar de tener una educaci¨®n media, no de masters culturales como quisiera, sentar¨ªan en mi persona un sentido de ignorancia.
S¨®lo ponerle un 10 a Maruja Torres y a su diario por creer en algo tan importante como es el respeto a los dem¨¢s, y mucho m¨¢s en este caso.- .
Dolor y publicidad
No voy a escribir su nombre ni el del peri¨®dico o revista para la que escribe, porque es precisamente difusi¨®n lo que quieren. Difusi¨®n para la indecencia. El autor del art¨ªculo, que destroza literalmente la reputaci¨®n personal, pol¨ªtica o profesional de Juan Espa?ol (y/ o la intimidad y el equilibrio de su familia), ha estado en Madrid presentando sus obras y nadie le ha roto la cara. Y es que ya no protestamos por nada.,El mal que hace el periodismo sigue pareci¨¦ndonos inocuo, marginal, quiz¨¢ porque sufrimos de tal forma su bombardeo' que ya no puede causarnos sorpresa y mucho menos ofensa. El periodismo que no se limita a informar u opinar honestamente -hay casos, pocos- lo es todo menos inocente. No s¨®lo mistifica y embrutece, no s¨®lo tergiversa. Es tambi¨¦n c¨®mplice del momento en que se vive, de la moral o de la ausencia de moral que quiere imponerse. El periodismo redondea la faena, que en los tiempos que corren parece consistir en que nos volvamos insensibles, individualistas, insolidarios.
El todo vale asentado en nuestra sociedad, producido desde arriba y distribuido por los mandos intermedios, se desliza sobre nuestras conciencias, cubri¨¦ndolas con una capa impermeable. Todo vale con tal de que haga vender el peri¨®dico, la revista o la imagen del periodista, de que cuele bien el mensaje.
Este discurso que les estoy colocando es antiguo, tronado, se me ray¨® el disco, chirr¨ªa. Muy bien, pero en ese art¨ªculo hecho por el hombre a quien no quiero nombrar y para el peri¨®dico que jam¨¢s volver¨¦ a adquirir, me he reconocido, he reconocido a mis amigos, a los que est¨¢ destruyendo y a los que destruir¨¢n. Y me provoca un rechazo verdaderamente antiguo.
Se?or director, estoy en desacuerdo con lo que hasta aqu¨ª yo mismo he escrito; ello es, en mi opini¨®n, la utilizaci¨®n de un hipot¨¦tico, y no por ello infrecuente en la vida real, ejercicio profesional, cr¨ªtico, violento y cuestionable en su fundamento por parte de un periodista para realizar un ataque frontal y una descalificaci¨®n generalizada de la clase period¨ªstica. Dif¨ªcilmente me negar¨¢ que de su lectura resulta esa conclusi¨®n. Y esto me parece, al menos, deshonesto.
Por ello, el art¨ªculo de Maruja Torres Indecencia, publicado el pasado 19 de febrero, del que lo escrito anteriormente es un obvio paralelo, me parece un ejercicio de "indecencia. period¨ªstica" hacia la profesionalidad de mi sector de trabajo, hacia la publicidad. Puedo incluso coincidir en su desacuerdo hacia la publicidad espec¨ªfica a la que alude. Pero esto no es relevante. "Lo que queda" de ese art¨ªculo es un ataque indiscriminado a la publicidad. Y eso es lo que provoca mi rechazo. Un ataque m¨¢s: tambi¨¦n este discurso chirr¨ªa; lo triste es ver como casi siempre son generados por personas que acostumbran a pontificar de casi todo y quiz¨¢ saben bien poco de casi nada.- Consejero delegado de RZR. .
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