Modest Urgell, un paisajista a redescubrir
Los paisajes del pintor catal¨¢n Modest Urgell (Barcelona, 1839-1919) poseen una atm¨®sfera, un color y unos temas que niegan el estereotipo de paisaje mediterr¨¢neo que crearon los impresionistas franceses y que continuaron pintores como Matisse, entre otros. Aquellas naturalezas c¨¢lidas y amables, de brillante cromatismo, como ventanas abiertas a la sensualidad meridional, fueron desconocidas para el pincel de Urgell.Sus paisajes, por el contrario, hablan de melancol¨ªa y soledad, y una y otra vez, recrean una Catalu?a desolada y triste a la que, a?os m¨¢s tarde, tambi¨¦n ser¨ªa sensible Salvador Espriu, con unos inolvidables versos (Assaig de c¨¢ntic en el temple) que rasgan el papel con el mismo po¨¦tico lamento con que rasg¨® sus lienzos el pincel del pintor.
Modest Urgell
Fundaci¨®n, La Caixa. Paseo de Sant Joan, 108. Barcelona. Hasta el 22 marzo.
Modest Urgell es un artista que ning¨²n aficionado a la pintura debe ignorar. Y la exposici¨®n de la Caixa -que m¨¢s tarde se presentar¨¢ en Madrid-, con un amplio conjunto de ¨®leos y dibujos, va a contribuir notablemente a que el p¨²blico se aproxime y conozca las creaciones de un pintor que de no ser tanto por un personal eclecticismo, como por la aparici¨®n Y protagonismo del movimiento modernista -que, en cierto modo, oscureci¨® un tanto la obra de los artistas que le precedieron- seguramente tendr¨ªa un papel mucho m¨¢s, relevante no s¨®lo en la historia de la pintura catalana, sino tambi¨¦n espa?ola.
Estados de ¨¢nimo
Disc¨ªpulo de Mart¨ª Alsina, y durante su estancia en Par¨ªs, seg¨²n parece, tambi¨¦n de Gustave Courbet, la huella del movimiento en el que se inscriben estos dos grandes artistas, hall¨® una respuesta en la obra del alumno, que se manifiesta en el rechazo de cualquier tema de tipo fantasioso o pintoresco.En efecto, su pincel recoge asuntos corrientes que nunca pretender¨¢ idealizar o ennoblecer, pero, por otro lado, es as¨ªmismo innegable que sus paisajes, intentan, como los de un gran rom¨¢ntico alem¨¢n, Caspar David Friedrich, provocar estados de ¨¢nimo en el espectador, preferentemente melanc¨®licos.
Son numerosas sus obras que tratan de retener en la tela, las luces crepusculares que se disuelven, por breves momentos, en armon¨ªa de rojos, o sus desolados cementerios, como el ruinoso y abandonado del Museo Dal¨ª, de Figueres (?c¨®mo no recordar a Friedrich!) o sus severas marinas, tan desnudas, tan despojadas.
Tambi¨¦n, como observamos en muchos de los paisajes del periodo rom¨¢ntico, en los de Modest Urgell, el hombre, cuando aparece, es un elemento m¨¢s, peque?o y asiluetado, minimizado por una naturaleza que es la gran protagonista de su pintura.
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