Fondos de Maastricht
EN LA cumbre europea de Maastricht, el pasado 11 de diciembre, el presidente Felipe Gonz¨¢lez logr¨® arrancar a los Doce un acuerdo para reforzar la cohesi¨®n econ¨®mica y social. El objetivo es duplicar las ayudas para el desarrollo regional a los cuatro pa¨ªses m¨¢s retrasados de la CE: Espa?a, Portugal, Grecia e Irlanda. El compromiso responde a la necesidad de compensar una parte del impacto desigual que la uni¨®n econ¨®mica y monetaria tendr¨¢ en la periferia de la Comunidad. La convergencia nominal de las econom¨ªas exigir¨¢ un ajuste mayor en los pa¨ªses menos desarrollados, que necesitan un apoyo para no ver agrandarse el retraso en un periodo en el que apenas quedar¨¢ margen para pol¨ªticas expansionistas.El nuevo reforzamiento de la cohesi¨®n guarda un paralelismo con el pacto de 1988, entonces logrado en pago a las menores ventajas que los pa¨ªses m¨¢s atrasados sacar¨ªan del mercado ¨²nico. Sin embargo, en el Tratado de Uni¨®n Europea la cohesi¨®n ha subido de rango y pasa de ser una pol¨ªtica de apoyo a convertirse en uno de los pilares de la construcci¨®n europea. La correcci¨®n de los desequilibrios regionales se sit¨²a as¨ª entre las prioridades de la CE. En Maastricht, Espa?a logr¨®, introducir en el tratado no s¨®lo el reforzamiento de los fondos existentes, sino la creaci¨®n de un nuevo fondo de cohesi¨®n, antes de finales de 1993, dedicado a financiar hasta el 90% de algunos proyectos de construcci¨®n de carreteras y programas medioambientales.
La Comisi¨®n Europea ha presentado ya las perspectivas. financieras para los pr¨®ximos cinco a?os, en los que la factura de Maastricht significa aumentar el presupuesto de la CE progresivamente hasta llegar a. un incremento del 31 % en 1997. En total, la pol¨ªtica agraria, el reforzamiento del papel exterior de Europa, la mejora de la competitividad industrial y la cohesi¨®n costar¨¢n unos 7,8 billones de pesetas m¨¢s en los pr¨®ximos cinco a?os. La mitad de ese dinero ir¨¢ destinada a la cohesi¨®n. Si actualmente el desarrollo de las regiones en retraso absorbe el 27% del presupuesto comunitario, en 1997 representar¨¢ el 33,4%. Contra esa propuesta se han levantado las voces de los principales pagadores: Alemania, Francia y Reino Unido. Tambi¨¦n Italia, Dinamarca y Holanda est¨¢n en contra ante la perspectiva de pasar de beneficiarios a contribuyentes netos. Luxemburgo y B¨¦lgica, asimismo deficitarios, se benefician de su condici¨®n de sedes de instituciones comunitarias.
El clima general de resistencia exige una nueva ofensiva diplom¨¢tica del Gobierno para que el nuevo fondo sea efectivo en 1993. Sobre las cifras del acuerdo de Maastricht planean la amenaza de las rebajas y el peligro de un retraso en la adopci¨®n del nuevo marco presupuestario. La presidencia portuguesa parece poco decidida a forzar las cosas por el temor a un fracaso en su primera experiencia al frente de la CE. Despu¨¦s de Portugal, en el pr¨®ximo semestre, asumir¨¢ la presidencia el Reino Unido, un pa¨ªs tradicionalmente reacio a aumentar las competencias y el presupuesto de la Comunidad. En 1993, el turno ser¨¢ de Dinamarca, y despu¨¦s, B¨¦lgica, tambi¨¦n opuestos a un acuerdo r¨¢pido. La Comisi¨®n reclama ayuda, porque si no se fuerzan las cosas la CE no podr¨¢ comenzar a afrontar los retos que se ha fijado. Para Espa?a, el mayor riesgo es el de que, mientras duran los debates, la cohesi¨®n pierda un a?o.
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