¡°Son los morros, est¨²pidos¡±
Nos falta mucho para sacar la dantesca cuenta de una juventud destrozada por el poder criminal
El meollo de la m¨¢s reciente pol¨¦mica sobre el fentanilo no es la disputa sobre la veracidad de un laboratorio de sustancias ilegales en Culiac¨¢n expuesto hace d¨ªas por The New York Times.
La problem¨¢tica m¨¢s importante, y donde sin explicitarlo la presidencia de la Rep¨²blica y el diario coinciden, es que M¨¦xico pone, otra vez, la carne de ca?¨®n al producir drogas para el mercado estadounidense.
Claudia Sheinbaum embiste al diario neoyorquino, que tuvo acceso a un mugriento laboratorio en la capital de Sinaloa, porque para la Administraci¨®n no es tolerable reconocer el fracaso social impl¨ªcito.
La presidenta, que tiene un problema de continuidad, se aferra de unas l¨ªneas de dudosa veracidad, una declaraci¨®n de uno de los ¡®cocineros¡¯, para tratar de desmontar toda la revelaci¨®n period¨ªstica.
El tema no es si, como dice el ¡®cocinero¡¯ entrevistado por el Times, se desarrolla tolerancia a gases t¨®xicos; ni si, como sostiene Palacio, esa persona habr¨ªa muerto ipso facto al aspirarlos sin equipo apropiado.
El tema es, precisamente, que ambas cosas no son excluyentes. La veracidad de la existencia del laboratorio al que tuvo acceso el Times y los riesgos que denuncia el gobierno no entran en pugna. Al contrario.
Quienes producen drogas para el mercado estadounidense hacen salvajes c¨¢lculos econ¨®micos, donde la vida de muchos de sus cuadros, principalmente j¨®venes, vale muy muy poco, y hay de sobra.
Tras la revelaci¨®n del Times, el Gobierno de Sheinbaum emprendi¨® un esfuerzo para desacreditar la revelaci¨®n period¨ªstica firmada por dos experimentas reporteras de ese diario.
No es el prop¨®sito de esta entrega subrayar que los esfuerzos de Palacio Nacional, con su maquinaria de propaganda, solo han hecho m¨¢s visible el reportaje de ese diario, y otros con iguales hallazgos.
Contra lo que dec¨ªa la administraci¨®n pasada, el fentanilo se produce en M¨¦xico, tanto que los registros oficiales dan cuenta de decenas de laboratorios desmantelados desde 2018 e incluso en el actual sexenio.
Igualmente, los entrevistados en el reportaje alertan a las autoras del mismo sobre el riesgo real de que durante la sesi¨®n en que cocinan las drogas, la autoridad les descubra y ellos tengan que huir.
De forma que la insistencia del Gobierno de que no ¡°es cre¨ªble¡± la rudimentaria forma del ¡°laboratorio¡±, con cervezas abiertas y salsas caseras, es un ardid para desviar la atenci¨®n del tema sustancial.
La precariedad de los equipos de protecci¨®n que medio portan los entrevistados por TNYT es parte de un problema netamente mexicano, para nada estadounidense, y por tanto del Gobierno de Sheinbaum.
M¨¦xico pone los muertos de esta guerra, y no solo aquellos que caen en enfrentamientos entre bandas y con fuerzas policiales, sino tambi¨¦n por inhalar gases t¨®xicos o por engancharse a adicciones alentadas por los criminales para controlar a sus sicarios y pandillas.
Nuestro pa¨ªs pierde, c¨ªclicamente, camadas de adolescentes y j¨®venes que por coacci¨®n o por supuesta rentabilidad econ¨®mica se enrolan en las filas del narco, como ¡®halcones¡¯¡ o como cocineros.
Los morros del narco es un libro de Javier Valdez, periodista asesinado en mayo de 2017 por denunciar a narcotraficantes. La realidad que en 2011 el reportero sinaloense denunci¨®, est¨¢ vigente.
En ese volumen, Valdez narra c¨®mo j¨®venes de 16 a?os, ¡°involucrados en el fen¨®meno del narcotr¨¢fico y sus primitivas y apabullantes formas de violencia¡±, son ¡°un ejercitito compuesto por seres humanos madurados y podridos a punta de chingazos¡±.
La obra del periodista, cuyo asesinato a nivel de autor intelectual sigue impune, aborda la realidad de un problema social donde, como ¨¦l mismo narra sobre un chavalo apodado ¡®El Rey¡¯, ¡°el narco le pagaba 6.000 pesos a la quincena. Para ¨¦l un sueldazo¡±.
Y, desde luego, Valdez describe que no solo es por dinero que los narcos tienen ¨¦xito al cooptar j¨®venes: vienen de infancias rotas, de familias en crisis permanentes, de una subsistencia precarizada en una sociedad que no les ofrece un futuro sino de miseria.
Al intentar desmentir al Times, el Gobierno provoc¨® que resucitaran varios reportajes, mexicanos y de autores y medios for¨¢neos, sobre el mismo fen¨®meno: materiales que muestran c¨®mo se prepara en M¨¦xico el fentanilo que infesta a Estados Unidos.
En uno de ellos, de En Punto/Nm¨¢s emitido en 2022, hay una faceta que conviene citar: morros menores de 18 a?os hablan de una paga de 6.000 pesos para encapsular diario miles de dosis; y dan a entender que ese es un ¡®jale¡¯ de entrada al c¨¢rtel, en donde quieren escalar.
Retomo lo que mencion¨¦ p¨¢rrafos antes. La presidenta Sheinbaum tiene un problema de continuidad. El suyo es un Gobierno que ha de defender los supuestos ¨¦xitos del sexenio que le precedi¨®. Y el reportaje del Times desnuda la narrativa oficial de varias formas.
Si el reportaje del Times ha merecido un vendaval de Palacio no es solo porque en Morena creen la teor¨ªa de la conspiraci¨®n de que ese diario sirve a los prop¨®sitos injerencistas de Donald Trump, cuya inminente presidencia anuncia mayor agresividad contra los c¨¢rteles.
Adem¨¢s de lo anterior, la presidenta Sheinbaum ha de atajar la instalaci¨®n de una verdad: que los programas para ¡°atacar las causas¡± de la violencia y la inseguridad est¨¢n muy lejos de impedir que j¨®venes se enrolen, por dinero y/o por sentido de pertenencia, en el narco.
Al minar la veracidad de la m¨¢s reciente entrega del Times desde Culiac¨¢n pretenden: disuadir a otros medios, que sabr¨¢n a lo que se atienen, desmontar argumentos de Estados Unidos¡ e impedir que se discuta si ¡®J¨®venes construyendo el futuro¡¯ hace diferencia para los morros.
Tan solo en los primeros tres meses de la guerra que se desat¨® tras el rapto de Ismael El Mayo Zambada el n¨²mero de personas asesinadas en Sinaloa sumaba m¨¢s de 500. Cuatro semanas despu¨¦s la cifra rebasa las 660 v¨ªctimas.
Cu¨¢ntas de esas v¨ªctimas eran j¨®venes, morros atrapados en la vor¨¢gine de una espiral de descomposici¨®n que no naci¨® el a?o pasado con la pelea entre antiguos socios como fueron mayos y chapos.
Cu¨¢ntas de esas muertes fueron por mano de jovenc¨ªsimos sicarios, que tratan de granjearse a sus jefes, de subir de escalaf¨®n en uno u otro cartel. Cu¨¢ntos de esos homicidas ganan 6.000 pesos al mes. Cu¨¢ntos de ellos son los ejecutados de ma?ana.
Nos falta mucho para sacar la dantesca cuenta de una juventud destrozada por el poder criminal.
En cambio, es sencillo apuntar que quienes cocinan drogas, con o sin mascarillas, son un eslab¨®n m¨¢s de un fracaso institucional que no empez¨®, es cierto, en 2018, pero que tampoco se fren¨® desde ese a?o. Y que, sin discusi¨®n, esa droga es hoy el motivo de la guerra que consume Sinaloa.
Javier Valdez tiene otros libros sobre la realidad del narco. De Con una granada en la boca (2014), tomo las siguientes l¨ªneas, sobre ¡®Juan¡¯, un joven sicario y torturador:
¡°¡ªA ti ?qu¨¦ te ag¨¹ita? ?Qu¨¦ es lo que te preocupa y te pone triste?
Cualquiera dir¨ªa que Juan piensa en su hijo que no ha dejado de balbucear o el padre que le suplica que se salga porque no quiere que le avisen una madrugada que ha sido muerto, o en sus v¨ªctimas, los ruegos de que no los torturen m¨¢s. Quiz¨¢ que no quiere estar ah¨ª, en el lugar de los cautivos, cuyo destino lo decide el comandante, el jefe, el patr¨®n: ruleta rusa de la perdici¨®n.
¡ªLa neta, la neta. A m¨ª lo que me ag¨¹ita es que no nos paguen¡±.
Si el Gobierno aceptara la veracidad del reportaje del Times, una de sus pol¨ªticas principales ¡ªla de ¡°atacar a las causas¡±¡ª estar¨ªa seriamente comprometida: c¨®mo pueden seguir teniendo ¨¦xito al reclutar los c¨¢rteles si desde 2019 Morena apoya a los j¨®venes.
Al tenor de aquella frase electoral de Bill Clinton, el tema no es el laboratorio, el tema ¡°son los morros, est¨²pidos¡±¡ Es el haber perdido a generaciones de ellos, el seguirlas perdiendo hoy en Sinaloa y por doquier, eso es lo que deber¨ªa ocuparnos ¡ªe indignarnos antes que nada con los criminales, por cierto¡ª, no un p¨¢rrafo con el que Morena pretende un autoenga?o nacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.