Un juez holand¨¦s exculpa por primera vez a un m¨¦dico de ayudar a morir a su paciente por razones ps¨ªquicas
Un pediatra holand¨¦s que ayud¨® a morir a una paciente de 25 a?os aquejada de anorexia nerviosa desde su ni?ez no ser¨¢ perseguido por la justicia por un delito de eutanasia. Seg¨²n ha trascendido ahora, un tribunal holand¨¦s calific¨® en diciembre pasado de "razonablemente justificada" la preparaci¨®n de una dosis mortal de barbit¨²ricos, pedida en repetidas ocasiones por la joven y consumida luego por ella. Es la primera vez que un juez holand¨¦s exculpa a un m¨¦dico por ayudar a morir a una enferma por motivos ps¨ªquicos.
El tribunal rechaz¨® adem¨¢s la apertura de un proceso solicitado por la Fiscal¨ªa General del Estado para averiguar si el especialista se hab¨ªa extralimitado en sus funciones. El actual proyecto de ley de eutanasia holand¨¦s no distingue entre sufrimiento ps¨ªquico y f¨ªsico en sus supuestos. Dicho texto, que lleg¨® al Parlamento en noviembre de 1991 y cuya discusi¨®n est¨¢ prevista para finales de este mes, considera punible la no incluida en un estricto formulario que el m¨¦dico rellenar¨¢ despu¨¦s de haber hablado con el enfermo, su familia y otros colegas imparciales.El caso de Mar¨ªa de Vries, nombre supuesto escogido para proteger la identidad de la v¨ªctima, acaba de ser desvelado por el vespertino holand¨¦s NRC Handelsblad. A los ocho a?os Mar¨ªa rechaz¨® golosinas y bebidas carb¨®nicas y dej¨® de comer lo suficiente para su sustento. La ni?a tom¨® dicha decisi¨®n en menos de 24 horas durante unas vacaciones de verano, seg¨²n sus padres. A partir de entonces comenz¨® un peregrinaje de casi dos d¨¦cadas por consultas de psic¨®logos y pediatras unido a largas estancias hospitalarias. Su propio pediatra, el doctor Hendriks, tambi¨¦n un nombre falso, no la abandona nunca y el 31 de octubre de 1990 le prepara por fin la sobredosis fatal que ella hab¨ªa pedido tantas veces. Seis meses antes de la muerte de Mar¨ªa hab¨ªa fallecido su hermano menor, Ernst. Tampoco ¨¦l fue un muchacho afortunado. Se suicid¨® inhalando el gas de una bombona de c¨¢mping. Para algunos m¨¦dicos Ernst hab¨ªa acabado por convertirse en un maniaco depresivo al ver que su hermana acaparaba toda la atenci¨®n de la familia.
19 kilos de peso
Mar¨ªa y Ernst se llevaban sin embargo bien y hasta 1985 hablaban con frecuencia de las medicinas que pod¨ªan ayudarles a morir. Mar¨ªa comunic¨® su deseo a Hendriks y tambi¨¦n al sacerdote del hospital al que acud¨ªa con frecuencia. Los padres se hab¨ªan separado un a?o antes y recuerdan que la hija se?al¨® su clara intenci¨®n de "seguir a su hermano" durante la cremaci¨®n del cad¨¢ver del chico. Para el padre la desaparici¨®n de su hijo marca incluso un punto de inflexi¨®n irreversible. A partir de entonces Mar¨ªa ya no tiene inter¨¦s alguno por la vida aunque desea evitar a su familia el dolor de una muerte cruel. Entre tanto la joven ha conseguido terminar la ense?anza secundaria, graduarse en una escuela de formaci¨®n profesional y trabajar durante un a?o.Cuando el pediatra prepara la sobredosis de barbir¨²ticos Mar¨ªa pesa 19 kilos y mide 1,44 metros. Tras ingerir las pastillas disueltas en un vaso se duerme y fallece una hora despu¨¦s. Seis d¨ªas antes de su muerte hab¨ªa escrito en una carta a su m¨¦dico: "No puedo m¨¢s. Ahora quiero la gran liberaci¨®n. Por favor, ay¨²deme". Antes de hacerlo, Hendriks no s¨®lo trata de persuadirla repetidamente. Consulta con otros colegas y la familia y cumple todos los requisitos incluidos en el proyecto de ley de eutanasia para evitar un proceso legal que Mar¨ªa es la primera en no desearle.
Para su sorpresa, un a?o despu¨¦s de los hechos la Fiscal¨ªa General del Estado inicia dicho proceso contra ¨¦l y abre una investigaci¨®n. Desea averiguar si el pediatra se extralimit¨® en sus funciones rebasando los supuestos de la eutanasia. Su abogado deposita entonces una queja ante el juez y el tribunal, en una sesi¨®n a puerta cerrada, concluye que la decisi¨®n del pediatra estuvo "justificada" y archiva el caso. Seg¨²n el abogado de Hendriks, un juicio p¨²blico hubiera resultado penoso para todos.
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