Colombina y el arquero
Tournier cree que el novelista encuentra en la investigaci¨®n lo que no puede esperar de su imaginaci¨®n. Por ejemplo -arquero ¨¦l mismo-, saber que los antiguos persas envolv¨ªan el centro de su arco- con una cuerda moldeada. en cera caliente, de modo que la empu?adura del arco encajara en la huella de su mano: "Eso es lo que me encanta".
De toda su obra ¨¦l elige Pierrot o los secretos de la noche, un libro infantil en el que, a su juicio, se encuentra "toda la ontolog¨ªa" (la teor¨ªa del ser). Es la historia de un tri¨¢ngulo: Despu¨¦s de una aventura con Arlequ¨ªn, Colombina regresa con Pierrot. Arlequ¨ªn es solar, pintor de brocha gorda, delgado y n¨®mada. Pierrot es lunar, panadero, gordo y sedentario.
Tournier, que gusta de hablar con ni?os en colegios de todo el mundo -"en Espa?a nunca me han invitado"-, somete a refer¨¦ndum entre los chicos de diez a?os si, situado Arlequ¨ªn en una tormenta de nieve, se le deja entrar de nuevo o no a la casa de Colombina y Pierrot.
"La mayor parte de los chicos vota siempre que no se le deje entrar. Una ni?a me dijo que no hab¨ªa que dejarle entrar porque ella hab¨ªa visto lo que le hab¨ªa ocurrido a la hermana de su madre por haberle abierto la puerta". Y dice Tournier: como Spinoza, que distingu¨ªa entre la sustancia y los accidentes, los.ni?os saben que lo sustancial es Pierrot, el que manipula la masa del pan, y que Arlequ¨ªn, el de, los colores, es el accidente".
Seg¨²n sus propias palabras, Tournier escribe "con un ideal de concisi¨®n, sencillez, proximidad de lo concreto; soy, por tanto, un autor escolar". De ah¨ª el ¨¦xito de su variaci¨®n del mito de Robinson Crusoe, Viernes o los limbos del Pac¨ªfico, y tambi¨¦n de la versi¨®n infantil. A trav¨¦s de ¨¦l, habl¨® de las relaciones Norte-Sur. Hasta los ni?os lo entendieron: una vez asisti¨® en el Lyc¨¦e Montaigne, uno de los m¨¢s famosos de Par¨ªs, a una representaci¨®n de Viernes. Robinson era un blanco de ojos azules. Viernes, un ni?o ¨¢rabe. Y el perro, un ni?o negro.
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