A los tejanos les preocupan m¨¢s sus 'sheriffs'
Los nombres de Bush, Buchanan, Clinton o Tsongas interesan por ahora mucho menos a los tejanos que los de los candidatos que tambi¨¦n ayer se disputaron los arriesgados puestos de sheriff de los condados.Entre ellos y los aspirantes a jueces del tribunal supremo tejano y otra amplia gama de cargos locales ocuparon mucho m¨¢s espacio en la prensa y la televisi¨®n que los candidatos presidenciales.
Como es bien sabido, nunca ha sido f¨¢cil ser sheriff en Tejas. Ahora tampoco lo es.
Los herederos de la estrella que tan valientemente defendiera Gary Cooper en S¨®lo ante el peligro cuentan hoy con modernos sistemas de ordenadores y poderosos recursos para combatir el crimen, pero igual tienen que mantener a raya a grandes oleadas de forasteros procedentes del sur y a modernos delincuentes llegados del norte con cargamentos de drogas.
Por eso el elector tiene que observar atentamente las cualidades de unos y otros pretendientes al cargo antes de emitir su voto. Unos piden poner fin a la mano blanda de los jueces, otros garantizan que a ellos jam¨¢s se les escapa un criminal, otros juran que entregar¨¢n su vida si es necesario para proteger a sus conciudadanos.
Los hay con apellidos escoceses de rancia tradici¨®n en defensa de la ley y los hay hispanos que desean acabar con la discriminaci¨®n contra su comunidad.
Viejas haza?as
Los hombres del sheriff siguen recorriendo los caminos de Tejas en busca de la repetici¨®n de viejas haza?as, pero ni ellos ni nadie puede acabar con la afici¨®n de los nativos a las armas.S¨®lo una tienda estaba abierta el pasado domingo en la c¨¦ntrica calle del Congreso, en Austin: una que anunciaba la venta exclusiva de armas y en cuyas vitrinas, expuestas a cualquiera con m¨¢s de 70 d¨®lares para pagar la mercanc¨ªa, se exhib¨ªa material para acabar con medio Estado.
En las afueras de la capital tejana, en uno de esos centros comerciales que los norteamericanos llenan durante los fines de semana, cientos de personas se divert¨ªan ese mismo d¨ªa con la visi¨®n de toda la historia de las armas ligeras, desde los viejos Colt de sus abuelos hasta modernas y liger¨ªsimas pistolas para mujeres.
"No son las armas las que causan los cr¨ªmenes, sino los criminales. Lo que tenemos que hacer ahora es armar a la gente honrada para que impongan la ley", dec¨ªa uno de los visitantes a la citada exposici¨®n.
"S¨¦ que ustedes los europeos piensan que somos una pandilla de salvajes que disparamos al aire en medio de una fiesta, pero no es as¨ª, es s¨®lo que la vida es dura aqu¨ª".
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