"Lo que llamamos arte ha surgido en pocas ocasiones", afirma el pintor Antonio L¨®pez
El artista sostiene que la decisi¨®n de crear supone una sinceridad inexorable
Antonio L¨®pez Garc¨ªa es uno de los creadores pl¨¢sticos espa?oles de mayor reputaci¨®n mundial. Su obra, de un realismo inquietante que parece contener muchas m¨¢s realidades de las que percibe la mirada superficial, es de una insobornable intensidad, que se refleja en la postura apasionada y sincera que adopta el artista ante el mundo. A L¨®pez Garc¨ªa, cuyo detallismo y autoexigencia le obligan a un ritmo de trabajo tan lento que en ocasiones ha sido incomprendido, se le ha comparado con artistas como Rubens o Vermeer. Pero ¨¦l se sit¨²a en una contemporaneidad que juzga imprescindible y que coexiste con su percepci¨®n de] arte como quintaesencia de la condici¨®n humana. A juicio de L¨®pez, que estuvo en Barcelona para comentar una exposici¨®n de Modest Urgell, el arte es un milagro que se realiza en contadas ocasiones.
"No creo en los pron¨®sticos de quienes vaticinan la desaparici¨®n de la pintura", dice Antonio L¨®pez (Tomelloso, 1936), "siempre habr¨¢ un hueco para el arte, porque el ser humano es de una complejidad asombrosa, y para cambiar el papel de la pintura tiene que cambiar el hombre, sus sensaciones y su manera de ver las cosas. Cuando vas a los museos, te das cuenta de que eso que llamamos arte ha surgido en muy pocas ocasiones, el restante espacio del arte lo ha ocupado otra sustancia. Estoy convencido de que, mientras el ser humano exista, el arte ser¨¢ una necesidad, pero no me preocupa demasiado; me preocupan cosas m¨¢s graves, como el deterioro del medio ambiente".A las lecturas apocal¨ªpticas de la crisis de la pintura, cuya desaparici¨®n anuncian algunos cr¨ªticos y te¨®ricos desde hace a?os, L¨®pez opone una mezcla de perplejidad y enojo. "Pienso que hay algunos te¨®ricos a quienes molesta la pintura y que no entienden muy bien la manualidad de pintar, la naturalidad y el placer de pintar que s¨®lo puede realizar el pintor, la manifestaci¨®n ilimitada que puede ser la pintura. Yo no veo por qu¨¦ tiene que dasaparecer esto", afirma.
Antonio L¨®pez sostiene, con palpable apasionamiento, que "el arte est¨¢ vivo, sigue vivo, sigue en relaci¨®n ¨ªntima con el esp¨ªritu humano y es todav¨ªa un misterio y una inc¨®gnita. Ves un cuadro de Vermeer y sigue vivo, un cuadro de Vel¨¢zquez sigue vivo, al igual que lo est¨¢ el escriba egipcio del Louvre. Es cierto que otras obras y otros creadores no est¨¢n tan vivos, como es el caso de Rubens, o de Murillo, que para m¨ª no est¨¢ vivo; cumpli¨® su funci¨®n en su tiempo, pero hoy ya no puede verse como una obra viva".
Sinceridad inexorable
A la hora de comentar las motivaciones y requerimientos del artista, L¨®pez opina: "Adem¨¢s de talento, hace falta la decisi¨®n profunda de decir la verdad que debe tomar toda persona que hace arte; decir la verdad de manera inexorable".La pintura de Antonio L¨®pez ha sido descalificada -y mal entendida- por algunos como pintura fotogr¨¢fica, y esa confusi¨®n logra sacar al artista de su habitual afabilidad. "Decir que la fotograf¨ªa impide la pintura figurativa es algo banal, ?o?o; es negarle al hombre la posibilidad de materializar en cualquier momento un hecho emocional. Es una visi¨®n muy acad¨¦mica, de gente que quiere controlarlo todo, cuando el arte es todo lo contrario: es imprevisibilidad", afirma.
A prop¨®sito de las fuentes de la decisi¨®n creativa, el artista dice: "Yo creo que la pintura es cuesti¨®n de fe. El milagro que supone el hecho art¨ªstico implica la confluencia de Muchos elementos. La sinceridad es imprescindible, pero hace falta el talento y, desde luego, que el destino sea propicio, porque hay muchos m¨¢s artistas frustrados o malogrados por el destino que artistas realizados: es como el milagro de la vida, para ver un arbol crecido hacen falta muchas cosas, pero sabemos que es m¨¢s f¨¢cil derribarlo. En el arte sucede lo mismo y al tiempo es distinto para cada artista; no todos necesitan de lo mismo, como las plantas y los ¨¢rboles. Vermeer tuvo bastante con su rinconcito y Miguel ?ngel, m¨¢s exuberante y grandioso, necesit¨® mucha agua, mucho espacio y mucha luz"."Habitualmente", dice el pintor, "el artista trabaja en una zona sombr¨ªa, en un ¨¢mbito en el que subsiste el misterio".
Pintura sin reglas
"Por ejemplo, La Gioconda es un cuadro que me aterroriza, pero me es imposible saber si Leonardo ten¨ªa esa intenci¨®n al pintarlo; lo que s¨ª est¨¢ claro es que esa dimensi¨®n se hallaba dentro de ¨¦l, conscientemente o no, y aparece en el cuadro. Hay cosas que el artista conoce y otras que no, aunque tampoco importe tanto. Cuando vas sin reglas, eres muy vulnerable, pero creo que hay que ir sin reglas. Yo tengo que ir as¨ª".?Y c¨®mo reacciona Antonio L¨®pez cuando se sabe comparado a Vermeer o a Rubens? Su respuesta mezcla la modestia y el relativismo. "Yo tengo", dice, "una gran conciencia de provisionalidad, y eso hace que ese tipo de cosas tengan que ponerse entre par¨¦ntesis. Es claro que si la recepci¨®n de la obra por los dem¨¢s es favorable, te da calor; si es adversa, te hace sufrir; si es muy adversa, puede suceder lo que le pas¨® a Van Gogh, que no pudo resistirlo. Reconozco que es mejor que te vayan dejando pasar, que te dejen seguir, pero hay que considerarlo todo provisional. No se puede creer en todo eso, ni siquiera en la adversidad, aunque la adversidad es a veces tan dura que impide seguir".
Babelia
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