Camisa de once varas
El joven irland¨¦s Kenneth Branagh alcanz¨® r¨¢pida celebridad con su doble trabajo como int¨¦rprete y director de Enrique V. Es ¨¦sta una pel¨ªcula interesante, sobre todo por las novedades y la frescura que ofrec¨ªa su lado interpretativo, y pese a que el trabajo de direcci¨®n es algo elemental si se le compara con la audacia de algunas actuaciones, comenzando por la del propio Branagh. ?ste contaba con la ventaja, cuando realiz¨® Enrique V, de que conoc¨ªa el terreno que pisaba. De ah¨ª su desenvoltura.Pero todo lo que en Enrique V era desenvoltura se vuelve agarrotamiento en Morir todav¨ªa. Branagh ha pasado demasiado pronto y de manera algo insensata a parcelas del cine que poco tienen que ver con las que se le abr¨ªan en su pel¨ªcula anterior. Estas parcelas son m¨¢s complicadas y requieren m¨¢s oficio que el que Branagh tiene a sus espaldas, pues el gui¨®n de Morir todav¨ªa combina, de manera aparatosa y dif¨ªcil de sostener, el melodrama y el relato de intriga policiaca, adornado este gazpacho con dosis de suspense y de terror psicol¨®gico cercanos a algunas pel¨ªculas de Alfred Hitchcock con las que Morir todav¨ªa quiere emparentarse, en concreto Recuerda y V¨¦rtigo. La sombra de estas obras maestras pesa mortalmente sobre Morir todav¨ªa y la da?a, pues el recuerdo de su perfecci¨®n pone en evidencia la torpeza de ¨¦sta.
Morir todav¨ªa
Direcci¨®n: Kenneth Branagh. Gui¨®n: Scott Frank. Fotograf¨ªa: Matthew F. Leonetti. M¨²sica: Patrick Doyle. Estados Unidos, 1991. Int¨¦rpretes: Kenneth Branagh, Andy Garc¨ªa, Derek Jacobi, Hanna Schygulla, Emma Thompson. Estreno en Madrid: cines Fantasio, Rex, Ideal Multicines, Multicines Pozuelo. V. O.
Hay cineastas a quienes el exceso de ¨¦xito se les vuelve umbral de fracaso. Parece evidente -de otra manera no se habr¨ªa metido en este embrollo- que Branagh se ha cre¨ªdo que posee el genio que algunos cr¨ªticos exagerados se empe?aron en ver en ¨¦l; y as¨ª le ha ido. Una espesa y altisonante trama como la de Morir todav¨ªa puede convertirse en una pel¨ªcula apasionante si un cineasta con verdadero genio le da la vuelta, que es lo que hicieron Hitchcock en Recuerda y Orson Welles en Sed de mal. Y, m¨¢s a ras de suelo, puede hacerse con ella una pel¨ªcula divertida si cae en manos de un artesano que se las sabe todas para mezclar ingredientes contrapuestos con habilidad, como ocurre con obras de Brian de Palma, como Los intocables, donde las artima?as de este cineasta logran unir convincentemente cosas tan dispares como Scarface y El acorazado Potemkin.
Ni a la altura del zapato
Pero Branagh ni es Welles o Hitchcock, ni (todav¨ªa) llega a la altura del zapato a Brian de Palma en lo que a oficio se refiere, por lo que no logra sostener el tinglado de Morir todav¨ªa y se da un previsible batacazo. La pobreza de recursos con los que urde la historia de cr¨ªmenes y amor¨ªos es casi miseria. Por ejemplo, el doble tiempo en que la trama ocurre es distinguible ¨²nicamente porque el pasado est¨¢ filmado en blanco y negro y el hoy en color, recurso archisabido que Branagh emplea mal.Branagh se ha metido en camisa de once varas y obviamente ¨¦sta le viene grande. No sabe qu¨¦ hacer dentro de ella. Es impreciso incluso cuando act¨²a, lo que le ocurre tambi¨¦n a Andy Garc¨ªa y a Derek Jacobi. Y la pel¨ªcula va de m¨¢s a menos aceleradamente, hasta quedar casi olvidada al final, mientras se ve su decepcionante y adivinado desenlace. Su melodrama no emociona. Su intriga no tensa. Sus incursiones en im¨¢genes surrealistas y expresionistas son confusas. No hay hilaz¨®n en la secuencia. Tampoco poema. No hay, en realidad, pel¨ªcula.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.