Midori, nueva estrella del viol¨ªn

La Escuela Superior de M¨²sica Reina Sof¨ªa, creada por la Fundaci¨®n Isaac Alb¨¦niz, present¨® el martes en el auditorio grande un concierto de la c¨¢tedra Sonny de violonchelo. Se trataba de presentar a la violinista japonesa Midori, la ¨²ltima estrella aparecida en el horizonte violin¨ªstico internacional.Ten¨ªa Midori 12 a?os cuando se present¨® en Nueva York con Zubin Metha, y a los 14 y 15 realiz¨® sus primeros registros discogr¨¢ficos. A estas alturas, apenas cumplidos los 21 a?os, Midori ha tocado con todos los grandes, en las mejores plazas musicales, y es artista exclusiva de Sonny-Classical, que la cuida hasta el exceso verbal de su literatura publicitaria. Pero esta vez, si la leyenda ha ido por delante, la realidad la confirma. Estamos ante una int¨¦rprete singular¨ªsima, de t¨¦cnica depurada y excelente y criterios musicales tan flexibles como pudo comprobarse al pasar de Haendel a Beethoven (Sonata en do menor n¨²mero 7) y de Beethoven a Faur¨¦ en esa suma de exquisiteces que a erga su Primera sonata en la mayor.

Despu¨¦s, e inevitablemente, un poco de sentimentalismo que roza el estilo de sal¨®n a cuenta de Eugene Ysaye en su R¨¦ve d'enfant y el tziganismo, un tanto hispanizado, de Pablo Sarasate en los Aires bohemios. La sesi¨®n, razonada por Paloma O'Shea en el programa de mano -la m¨²sica como hecho de cultura y responsabilidad de toda la sociedad-, reuni¨® a un p¨²blico amplio, con la reina Sof¨ªa en cabeza y el predominio de profesionales, estudiantes y j¨®venes mel¨®manos al lado de muchos rostros conocidos de la cultura, la pol¨ªtica y las finanzas.

Unanimidad

Hubo unanimidad en el aplauso, no s¨®lo a la peque?a y grande Midori, sino tambi¨¦n a su colabor¨¢dor, el excelente pianista americano Robert McDonall, procedente del Curtis Institute y de la Manhattan School. Fue un verdadero colaborador, lo que es necesario en el g¨¦nero sonat¨ªstico, y tuvo el buen juicio de no amordazar el plano cerr¨¢ndolo o semicerr¨¢ndolo. Ya se encarg¨® el int¨¦rprete de adecuar el sonido al tan bello, incisivo e ¨ªntimo que Midori extrae de su Guarnerius del Jesu, 1735.Sobre lo dicho posee Midori, en alto grado, el don de la comunicatividad y aun dir¨ªa de la fascinaci¨®n, a pesar de que la cantidad de su sonido no resulte espectacular, al menos en una sala de las dimensiones del Auditorio Nacional. Ya es bastante espectacularidad la actuaci¨®n de una violinista veintea?era con un dominio que somete el virtuosismo al m¨¢s exigente rigor musical. Resulta muy alegre sintetizar la noticia: una estrella luminosa ha aparecido en el horizonte musical.