El Atl¨¦tico no remat¨® al Brujas y acab¨® eliminado de la Recopa
El f¨²tbol es un deporte cruel y parad¨®jico en el que a veces la valent¨ªa se pena con la derrota y la cobard¨ªa se festeja con la victoria. El Atl¨¦tico fue ayer su v¨ªctima propiciatoria. Luis Aragon¨¦s, consciente de que la m¨ªnima ventaja de su equipo (3-2) podr¨ªa tornarse en una fatal ratonera en el caso de querer especular con el 0-0 inicial, plante¨® el lance con osad¨ªa, pisando firme, asumiendo la iniciativa del juego. Su meritoria apuesta parec¨ªa que le iba a resultar provechosa cuando Futre marc¨® pronto gracias al tes¨®n de Soler y, eso tambi¨¦n, a una carambola afortunada. Pero no fue as¨ª. Querter, en un quiz¨¢ precipitado penalti de L¨®pez, y Booij, tras un contragolpe mortal de Verspaille, pusieron en las semifinales de la Recopa a un Brujas que, sin su sancionado organizador, Van der Elst, se limit¨® a permanecer agazapado a la espera de sus oportunidades.Fue la cara y la cruz en toda su crudeza. Las zozobras del Atl¨¦tico se derivaron precisamente de sus propias ocasiones perdidas. Adelantados Tom¨¢s y Ton? para apoyar a Schuster y con Soler doblando a Manolo como enlace con Futre, la personalidad rojiblanca se impuso de entrada, pese a los dos sustos que corri¨® Abel ante Booij en sendas r¨¦plicas del Brujas. Cuando Futre marc¨®, la eliminatoria se antojaba encarrilada para el conjunto madrile?o. Pero lo lamentable es que no fue capaz de rematar a continuaci¨®n a su adversario, algo funesto a menudo. La mejor estrategia se convierte en p¨¦sima si no se culmina la presi¨®n sobre la porter¨ªa contraria.
Un gol siempre es un impacto psicol¨®gico. El Brujas, por supuesto, lo acus¨®. Futre, avispado donde los haya, desbord¨® de inmediato a Cossey y obsequi¨® a Toni con una pelota de las de "r¨®mpela y goza". Pero al joven internacional le tembl¨® la pierna y su disparo blando lo detuvo Verlinden, que se hallaba a su merced. El Atl¨¦tico hab¨ªa fallado el KO del uno-dos relampagueante. Despu¨¦s fue Schuster el que cont¨® con dos golpes francos para exhibir su maestr¨ªa en ellos. En el primero, el poste izquierdo retumb¨®. En el segundo, de trayectoria similar, lo hizo el pu?o de Verlinden, que se la hab¨ªa aprendido. Fue entonces cuando L¨®pez, nuevo en estas lides, no supo utilizar otro recurso que el de la zancadilla ante Booij, que se perfilaba en el ¨¢rea. El empate angusti¨® al Atl¨¦tico hasta el extremo de que, de inmediato, un mal entendimiento entre Soloz¨¢bal y Abel brind¨® a Amokachi una baza espl¨¦ndida que el nigeriano malgast¨® al cruzar en exceso su tiro a puerta vac¨ªa.
Luis despej¨® enseguida cualquier inc¨®gnita sobre la actitud de su cuadro al final. Sus intenciones ofensivas se mostraron inequ¨ªvocas cuando se apresur¨® a sustituir a Soler por Moya, un delantero. As¨ª, el dominio continu¨® siendo, del Atl¨¦tico. Pero ni Schuster ni Manolo ni Vizca¨ªno acertaron a. batir a Verlinden. En cambio, el Brujas se top¨® con lo que ansiaba, con una penetraci¨®n vertiginosa de Verspaille y el instinto asesino de Booij no perdon¨®. La tragedia rojiblanca hab¨ªa saltado al c¨¦sped.
El Atl¨¦tico, c¨®mo no, persever¨®. Para ¨¦l ya se trataba de un desesperado o todo o nada. Pero sus esfuerzos fueron bald¨ªos. El reloj, a cada minuto, fue marcando inexorablemente la perturbaci¨®n de sus ideas. Las evoluciones colectivas fueron dejando paso a las individuales, casi siempre ofuscadas. Schuster no pudo por menos que enfadarse con Moya cuando ¨¦ste no le vio en una posici¨®n prometedora; Aguilera, la alternativa de Tom¨¢s, se enred¨® en un regate en vez de cederle el esf¨¦rico a un Futre expectante; Manolo termin¨® metiendo el pie al aire y no al cuero porque estaba extenuado; Vizca¨ªno s¨®lo roz¨® el poste derecho con su ¨²ltimo intento... Era in¨²til. El Brujas, que incluso podr¨ªa haber ensanchado su triunfo en las postrimer¨ªas debido al desguarnecimiento defensivo de su alocado contrincante, se hab¨ªa salido con la suya.
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