Inventor de escenograf¨ªas
Las fotograf¨ªas de Thomas Brenner, calificado eufem¨ªsticamente por alg¨²n cr¨ªtico como uno de los mejores fot¨®grafos alemanes contempor¨¢neos, recuerdan de forma refleja las nuevas formas del arte totalitario. Los personajes utilizados por este fot¨®grafo evocan las actitudes residentes en las iconograf¨ªas ligadas a las pl¨¢sticas m¨¢s diversas de cualquier ¨ªndole, propias de los mejores tiempos de la Italia fascista o la Alemania hitleriana. V¨¦ase su serie Desert storm (Tormenta del desierto), dedicada a la guerra del Golfo, algunas de cuyas ambiguas representaciones (como la se?alada con el n¨²mero VI) est¨¢n dotadas de una ambig¨¹edad tan confusa que bien pudiera situarnos ante una opereta neobarroca o frente a una vi?eta de un tebeo de Haza?as b¨¦licas.Thomas Brener (Wiendebr¨¹ck Westfalen, Alemania, 196 1 ) inventa escenograf¨ªas, las llena de actores, y despu¨¦s las registra con su c¨¢mara. Para ¨¦l, fotografiar equivale a inventar cuadros de un teatro o realizar, a priori, la foto fija de una pel¨ªcula.
Paisajes del deseo
Fotograf¨ªas de Thomas Brenner y Arthur Tress. Sala Parpall¨®. Diputaci¨®n de Valencia. Hasta el 12 de abril.
Sus documentos est¨¢n iluminados a la antigua usanza -con los fogonazos de una antorcha de magnesio-, cuyas luces m¨¢gicas hacen que ¨¦stos parezcan so?ados la noche anterior (aunque en realidad se fabriquen en la copister¨ªa de la esquina, mediante el auxilio de una fotocopiadora l¨¢ser).
Para la fabricaci¨®n de estas im¨¢genes, Brenner ha requerido la interpretaci¨®n de hasta unas 70 personas escenificando el juego de la apariencia de los sentidos (H?fchen), bien para reconstruir el ambiente de un esperp¨¦ntico balneario provinciano, una singular felicitaci¨®n de Navidad (Weichnachaten) o las r¨ªgidas poses de modelos narcisistas de escaparate de grandes almacenes que lucen sus vestimentas junto a unos polvorientos alces disecados.
Y es que aqu¨ª todo es hier¨¢tico, cualquier argumento a fotografiar carece de sentido si no trae causa directamente de una forzada actitud de pose. Brenner hace con ellas fotonovelas para cultos de fin de siglo; folletines visuales a los que ¨²nicamente les falta en cada vi?eta / copia un globito, como en los comics, donde albergar un texto con una dosis de di¨¢logo. Lamentablemente, estas narraciones visuales, sintetizadas en un cuadro, transmiten d¨¦biles mensajes inherentes a la est¨¦tica de lo superficial. Sensaciones similares a esos artificios visuales de las que tanto saben las producciones fotogr¨¢ficas de fin de siglo realizadas por Sandy Skoglund, Alain Fleischer, Bernard Faucon, Nic Nicosia y compa?¨ªa.
Disfrazarse de tarzanes
Brenner ha inventado unas playas (Strandbad, 1991), donde sus amigos, a la vez que posan para el fot¨®grafo, juegan mientras se lo pasan bien. Para ellos es como ir al carnaval y disfrazarse de tarzanes improvisados o con la indumentaria de un cazador, loden incluido, sacado de Escopeta nacional, para que les hagan la foto junto a unas cornamentas de unos renos disecados (como en las fotos tituladas Elch-mode y Elch-nahrung, 1990). Al igual que ocurre con su peculiar visi¨®n de la guerra del Golfo, cuyos actores adquieren el rictus de unos h¨¦roes de estadio ol¨ªmpico hitleriano, junto a los que sit¨²a ir¨®nicamente a otros sobre unas sillas de ruedas.Estridentes puestas en escena, cuya ¨²nica raz¨®n de ser es la de perpetuarse en instant¨¢neas de ficci¨®n. Documentos tangenciales a los recursos que devienen falsedades, inherentes a muchos de los g¨¦neros del fotoperiodismo contempor¨¢neo.
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