La b¨²squeda de un equilibrio
En el vertiginoso proceso de mutaciones del escenario pol¨ªtico internacional, con los hitos del Consejo Europeo de Maastricht y de la desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pasa desapercibido el actual proceso que se desarrolla en un pa¨ªs para los espa?oles tan lejano como estable y mod¨¦lico, Canad¨¢.Sin embargo, el segundo Estado m¨¢s grande del mundo despu¨¦s de la Federaci¨®n Rusa se encuentra inmerso, desde que en junio de 1990 fracas¨® la puesta en pr¨¢ctica del Acuerdo Constitucional de Lago Meech, en un profundo, pac¨ªfico y democr¨¢tico debate que pone en causa su identidad como naci¨®n. En el centro de ese debate, una cuesti¨®n principal: la independencia de la provincia de Quebec.
Las ra¨ªces del problema son antiguas y se remontan a los or¨ªgenes de la Confederaci¨®n canadiense. M¨¢s recientemente, el tema salt¨® a la opini¨®n p¨²blica internacional al un¨ªsono de la c¨¦lebre proclamaci¨®n gaullista de "Viva Quebec libre", y con el eco de los incidentes terroristas de 1963 y 1970, afortunadamente no repetidos. Hoy d¨ªa, no obstante, el contexto internacional del problema es completamente distinto, realzando su inter¨¦s. En efecto, en dicho contexto inciden factores de esencial importancia, como son la existencia de una zona de libre cambio entre Canad¨¢ y Estados Unidos, que se ampliar¨¢ a M¨¦xico a trav¨¦s del North Atlantic Free Trade Agreement (NAFTA), las negociaciones GATT, cuyo fracaso puede conducir a una regionalizaci¨®n de la econom¨ªa mundial, la eclosi¨®n nacionalista en Europa del Este y, naturalmente, el proceso de integraci¨®n europea. Muchos europeos se preguntan c¨®mo es posible que se ponga en causa en Canad¨¢ una unidad pol¨ªtica que es objetivo ideal perseguido por Europa.
En Maastricht se abri¨® el camino hacia una "uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha entre los pueblos de Europa", y la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria se consagr¨® como el instrumento a corto plazo m¨¢s eficaz para avanzar hacia ese objetivo. Canad¨¢ posee desde 1867 ese car¨¢cter federal que no fue posible introducir, ni siquiera como vocaci¨®n, en el nuevo Tratado de la Uni¨®n Europea.
Como observa el Gobierno de Ottawa, en el documento de presentaci¨®n de sus propuestas provisionales de reforma constitucional, la CE evoluciona hacia el objetivo de asegurar ciertos beneficios derivados de la integraci¨®n econ¨®mica, de los que Canad¨¢ ya disfruta.
As¨ª, las cuatro libertades econ¨®micas est¨¢n aseguradas en el Constitution Act de 1867. Con el tiempo, Canad¨¢ ha ido creando una serie de mecanismos que aseguran un cierto grado de coordinaci¨®n econ¨®mica entre las provincias, especialmente en materia fiscal. Por la v¨ªa fiscal, a trav¨¦s del sistema llamado "de perecuaci¨®n", Canad¨¢ ha logrado su particular cohesi¨®n econ¨®mica y social. Como proclama el Consejo Econ¨®mico de Canad¨¢, la coparticipaci¨®n de las provincias en los costes y beneficios es uno de los pilares b¨¢sicos de la nacionalidad canadiense.
En materia de pol¨ªtica social no hay una unificaci¨®n de pol¨ªticas, pero s¨ª una armonizaci¨®n a trav¨¦s de la introducci¨®n de criterios nacionales. La introducci¨®n de estos criterios o normas debe ir acompa?ada de la correspondiente financiaci¨®n federal, a trav¨¦s del llamado "poder de gasto" del Gobierno central, que es considerado como un medio de distribuci¨®n equitativa entre las provincias de las ventajas de la uni¨®n econ¨®mica y como un m¨¦todo eficaz de correcci¨®n de las disparidades regionales. Por lo dem¨¢s, la moneda ¨²nica es acervo canadiense desde el nacimiento de la Confederaci¨®n.
No obstante, el modelo europeo de Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria es contemplado como una v¨ªa para mantener la provincia de Quebec dentro de la Federaci¨®n canadiense. Curiosamente, dicha Uni¨®n no s¨®lo es objetivo de los defensores del federalismo, sino tambi¨¦n de los nacionalistas de Quebec, que desean la negociaci¨®n de dicha Uni¨®n desde una posici¨®n soberana; tal como ha funcionado el proceso de integraci¨®n europea.
Derechos ciudadanos
Pero ante la realidad del sistema federal canadiense, cabe preguntarse por qu¨¦ muchos aspectos de las propuestas del Gobierno de Ottawa tienen una fuerte inspiraci¨®n de la Europa comunitaria.
En el ¨¢mbito pol¨ªtico, llama la atenci¨®n un aspecto que fue objetivo espa?ol para Europa logrado en Maastricht, la ciudadan¨ªa. La ciudadan¨ªa canadiense consagrada en la Carta Constitucional de Derechos y Libertades incluye, l¨®gicamente, los elementos principales de la ciudadan¨ªa europea, adem¨¢s de otros varios derivados del car¨¢cter federal del Estado. Sin embargo, el Gobierno de Ottawa ha considerado necesario proponer la inclusi¨®n en la Constituci¨®n reformada de una cl¨¢usula llamada "Canad¨¢", encaminada a reafirmar la identidad y aspiraciones del pueblo canadiense, identidad que "se nutre de las caracter¨ªsticas particulares de las provincias".
En el ¨¢mbito econ¨®mico, seg¨²n estimaciones de la Asociaci¨®n Industrial Canadiense, admitidas por el Gobierno, existen hoy d¨ªa por lo menos 500 obst¨¢culos a la consecuci¨®n plena de las cuatro libertades econ¨®micas, que producen un coste anual de 6.000 millones de d¨®lares canadienses. Por esta raz¨®n, el Gobierno propone reforzar constitucionalmente el objetivo de la supresi¨®n de los mencionados obst¨¢culos.
Por otra parte, Ottawa propone un nuevo procedimiento de coordinaci¨®n econ¨®mica que termine con las actuales incongruencias entre las pol¨ªticas provinciales y la federal, basado en la colaboraci¨®n con los gobiernos provinciales para la elaboraci¨®n de directrices que se incorporar¨ªan a una legislaci¨®n especial en materia de uni¨®n econ¨®mica.
Por lo que se refiere a la pol¨ªtica monetaria, que en opini¨®n del Gobierno s¨®lo puede ser delineada a nivel nacional, se ha considerado necesario que ¨¦sta se oriente a contener y a absorber la inflaci¨®n para conseguir una gradual estabilidad de precios.
Reforma constitucional
Desde el primer momento, el Gobierno federal canadiense ha buscado un equilibrio en el proceso de reforma constitucional, el equilibro que hizo posible Maastricht. La posibilidad de un opting out se ofrece a las provincias que no aprueben la legislaci¨®n especial en materia de uni¨®n econ¨®mica. Dicha posibilidad aparece asimismo en materia de pol¨ªtica social, con una compensaci¨®n financiera para aquellas provincias que pongan en marcha sus programas con objetivos equivalentes a los de los programas federales rechazados.
A pesar de estas redes de seguridad, las propuestas federales de refuerzo de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria canadiense han recibido fuertes cr¨ªticas que obligar¨¢n al Gobierno a su reformulaci¨®n y a acentuar la b¨²squeda del equilibrio en el actual proceso de negociaci¨®n constitucional, para la realizaci¨®n plena de las libertades econ¨®micas, la consecuci¨®n de la coordinaci¨®n macroecon¨®mica, el reparto de competencias federal-provinciales, la representaci¨®n provincial en el nuevo Senado y la definici¨®n de la propia identidad canadiense.
El mantenimiento de su propia unidad es el gran desaf¨ªo para Canad¨¢ en su 92, a?o del 1250 aniversario de su nacimiento como Estado federal. El plazo es fijo y viene dado por la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum en Quebec el pr¨®ximo mes de octubre. A esa consulta los nacionalistas acudir¨¢n con su propia interpretaci¨®n de Maastricht: la uni¨®n econ¨®mica y monetaria no exige, como lo pretenden los federalistas, una uni¨®n pol¨ªtica. En todo caso, la f¨®rmula final puede ofrecer el inter¨¦s de su originalidad, tanto en una soluci¨®n federal como en una alternativa a la misma que podr¨ªa responder a la pregunta refrendar¨ªa, sugerida por un pol¨ªtico de la m¨¢xima relevancia: "?Desea usted una estructura pol¨ªtica basada en dos Estados soberanos asociados en una Uni¨®n Econ¨®mica responsable ante un Parlamento elegido por sufragio universal?".
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