Retrato en negro
AL MARGEN de las divergencias que puedan existir entre M¨²gica Garmendia y Urrusolo, algo es seguro: que existen fuertes discrepancias entre el jefe del comando itinerante de ETA y los concejales de Herri Batasuna (HB) de San Sebasti¨¢n. El mismo Pakito que a los ediles donostiarras les parec¨ªa un ejemplo de "hero¨ªsmo y dignidad ¨¦tica" es considerado por Urrusolo un "in¨²til que no tiene ni puta idea", am¨¦n de "un dictador" y alguien que "se escaquea".En un mundo tan cerrado y jerarquizado como el de ETA, es l¨®gico que las divergencias tiendan a expresarse en t¨¦rminos de rivalidad entre capos y a dirimirse por v¨ªas expeditivas. Que un activista autor de decenas de atentados confiese temer m¨¢s a sus jefes que a la Guardia Civil no es algo que los portavoces de HB puedan explicar con meras referencias a la "ocupaci¨®n militar de Euskal Herria". Sin ese componente de sumisi¨®n ciega, eliminaci¨®n del disidente y b¨²squeda de complicidad mediante el crimen compartido -tan dostoievskiano todo ello- no se entender¨ªa nada de lo que ha pasado en ETA y sus alrededores en los ¨²ltimos anos. Y hasta es posible que la lectura de Los demonios diera m¨¢s pistas sobre el real contenido de los enfrentamientos que cualquier consideraci¨®n en t¨¦rminos de divergencias pol¨ªticas.
Por ejemplo, en t¨¦rminos de duros contra blandos. Si Urrusolo es de estos ¨²ltimos, m¨¢s vale que los expertos radiof¨®nicos en el tema busquen otro t¨¦rmino para definir los dos sectores de que vienen hablando hace a?os. La idea de que la frontera nue divide a unos v a otros es la que en su d¨ªa traz¨® Arzalluz entre "nacionalistas" y "marxistas" tampoco parece suficientemente acreditada. De hecho, en las tres principales escisiones producidas en la historia de ETA, m¨¢s bien han sido los ultranacionalistas, por oposici¨®n a los izquierdistas, quienes han reafirmado la inevitabilidad de la lucha armada. De todas formas, lo m¨¢s dogm¨¢tico del marxismo-leninismo y lo m¨¢s intransigente del nacionalismo fundamentalista han acabado por engarzar en esa especie de polpotismo que caracteriza tanto los actos de ETA como su justificaci¨®n por el encapuchado de guardia.
M¨¢s veros¨ªmil. parece pensar que la frontera que separa las dos (in) sensibilidades reflejadas en la correspondencia intervenida sea la formada por los Pirineos: el interior contra el exterior, y viceversa. Opina Urrusolo que los "cuatro que dirigen la organizaci¨®n sin contar con nadie" son "una cuadrilla de funcionarios burocr¨¢ticos que no tienen ni puta idea de lo que es estar en el interior", y gente que "ya se han hecho a tener hecha su vidita". Pero sacar conclusiones pol¨ªticas de esa distancia psicol¨®gica parece arriesgado.
Lo que seguramente s¨ª es revelador de un sentimiento compartido por otros activistas es la referencia de Urrusolo a los presos, cuya liberaci¨®n dice considerar el ¨²nico m¨®vil para seguir en la brecha. Esos lazos de sangre que unen de por vida a quienes se la han quitado a los dem¨¢s traspasan los. muros de las prisiones, y los pistoleros que todav¨ªa no han sido capturados tienden a sentirse culpables por el destino de quienes esperan sin esperanza en sus celdas. De ah¨ª que tiendan a idealizar sus atrocidades como una forma de solidaridad con los que est¨¢n dentro, e incluso de contribuci¨®n a su liberaci¨®n. Es lo cierto, sin embargo, que s¨®lo la suspensi¨®n de los atentados podr¨ªa permitir una salida personal para al menos una parte de esos presos. La oposici¨®n hasta el asesinato por parte de Artapalo -la discusi¨®n sobre el alcance de ese alias es superflua desde el momento en que est¨¢n en la c¨¢rcel tanto la persona como el equipo- a las ofertas de reinserci¨®n avaladas por el nacionalismo vasco democr¨¢tico ha impedido hasta el momento cualquier paso en esa direcci¨®n.
Por ello, la principal inc¨®gnita de las pr¨®ximas semanas consiste en saber si los sucesores de Pakito ser¨¢n capaces de comprender que ha llegado el momento de abandonar la fantas¨ªa de la negociaci¨®n pol¨ªtica para entrar en la de reinserci¨®n ofrecida por el Pacto de Ajuria Enea. Explorar esa cuesti¨®n ante HB puede ser un objetivo que d¨¦ sentido a los contactos anunciados por el Partido Nacionalista Vasco.
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