Gobierno ambulancia
"No VAMOS a subirnos en una ambulancia", contest¨® uno de los dirigentes de Los Verdes a un periodista que le preguntaba si su organizaci¨®n entrar¨ªa en el nuevo Gobierno franc¨¦s, en los momentos en que Edith Cresson no hab¨ªa dimitido a¨²n. Designado ya Pierre B¨¦r¨¦govoy como primer ministro, esa negativa ha sido confirmada por los representantes de los dos grupos ecologistas. Desde la segunda vuelta de las cantonales -que ha acentuado la derrota socialista-, Mitterrand ha pasado d¨ªas amargos buscando un primer ministro para una tarea casi imposible: dar la vuelta a una situaci¨®n pol¨ªtica caractefizada por el hundimiento del Partido Socialista, y hacerlo en el plazo de un a?o para evitar un nuevo desastre en las elecciones legislativas de 1993. Mitterrand trata siempre de evitar dar la sensaci¨®n de que est¨¢ presionado por los acontecimientos: pero en este caso ha sido evidente que carec¨ªa de margen de maniobra.La designaci¨®n de B¨¦r¨¦govoy tuvo lugar despu¨¦s de que Jacques Delors rechazara la misma oferta con el argumento de sus compromisos europeos y su voluntad de seguir al frente de la Comisi¨®n de Bruselas hasta que los acuerdos de Maastricht est¨¦n consolidados. Pero, adem¨¢s de eso, la opini¨®n de Delors es que nadie es capaz, en la actual coyuntura, de evitar en el plazo de un a?o una nueva derrota socialista en la pr¨®xima consulta electoral. Y no es una buena preparaci¨®n para la elecci¨®n presidencial -el objetivo al que de verdad aspira- asumir la direcci¨®n de un Gobierno condenado a ser derrotado en las urnas en 1993. Por otra parte, Mitterrand no se ha atrevido a designar a un presidente alejado de la ¨¦lite cl¨¢sica del Partido Socialista, lo cual le hubiese permitido una apertura hacia el centrismo y hacia nuevas fuerzas pol¨ªticas y sociales que han perdido confianza en la pol¨ªtica tradicional de la izquierda.
En cambio, B¨¦r¨¦govoy es la fidelidad y la continuidad, el amigo de siempre que era ya secretario general del El¨ªseo en el inicio de la presidencia de Mitterrand, en 1981 y 1982. Es cierto que su balance como ministro de Econom¨ªa es el aspecto m¨¢s positivo que los socialistas pueden presentar de su acci¨®n de gobierno en los ¨²ltimos a?os: ha representado una pol¨ªtica a la alemana: ha dominado la inflaci¨®n, mejorado el comercio exterior, colocado a Francia en un lugar mod¨¦lico de acuerdo con los criterios fijados en Maastricht para la creaci¨®n de la unidad econ¨®mica y monetaria. Pero las consecuencias de tal pol¨ªtica, el paro, las restricciones en materia social, han contribuido en gran medida a generar el descontento popular que se ha reflejado en las elecciones. Por eso, Edith Cresson considera que B¨¦r¨¦govoy es el principal culpable de su fracaso al frente del Gobierno.
B¨¦r¨¦govoy se encuentra en una situaci¨®n contradictoria. Por un lado, la confianza que se ha ganado en los medios de negocios determin¨¦ la subida de la Bolsa tras su designaci¨®n. Por otro, en sus primeras declaraciones antes de anunciar anoche la composici¨®n de su Gobierno dijo que habr¨ªa renovaci¨®n y que dar¨¢ prioridad a la lucha contra el paro. En realidad, es probable que Mitterrand le haya escogido para que introduzca ciertas modificaciones en la l¨ªnea r¨ªgida seguida hasta ahora en materia econ¨®mica. Precisamente porque cuenta con el respaldo del mundo financiero, B¨¦r¨¦govoy puede ser la persona m¨¢s indicada para soltar lastre en la austeridad financiera que ha marcado la etapa de Cresson: flexibilizar la pol¨ªtica de gastos para atender las demandas sociales y estimular una pol¨ªtica ec¨®nomica susceptible de reducir el paro. Es una de las pocas palancas que le quedan al Partido Socialista, y a Mitterrand, para modificar en lo posible las preferencias de los electores, tan negativas para ellos en las ¨²ltimas consultas.
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