Convergencia laboral
CON CAR?CTER de urgencia, el Gobierno acaba de aprobar las primeras medidas del Programa de Convergencia, un plan que intenta garantizar, con el horizonte de 1997, las condiciones de acceso a la tercera y definitiva fase de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria; aquella en la que las monedas nacionales ser¨¢n sustituidas por la moneda ¨²nica europea.El Real Decreto de Medidas Urgentes sobre Fomento de Empleo y Protecci¨®n del Desempleo se inscribe en ese cap¨ªtulo de imprescindibles reformas estructurales a acometer no s¨®lo para acelerar la consecuci¨®n de esa anhelada convergencia macroecon¨®mica, sino para que el resto de las actuaciones de la pol¨ªtica econ¨®mica disponga de la eficacia de la que ahora carece. Las manifiestas dificultades para aproximar nuestra inflaci¨®n a la de los principales pa¨ªses comunitarios no pueden superarse si no es a trav¨¦s de la eliminaci¨®n de las rigideces en algunos mercados y de las ineficiencias en la oferta de los servicios p¨²blicos y privados.
Pero lo cierto es que la acci¨®n del Gobierno no s¨®lo ha de procurar la satisfacci¨®n de esas condiciones de convergencia nominal, sino, igualmente, hacerlas compatibles con aquellos objetivos m¨¢s directamente aprehensibles de la convergencia real de nuestra econom¨ªa; en concreto, con la reducci¨®n de esas todav¨ªa significativas diferencias en nuestra renta por habitante respecto a la de la CE.
El crecimiento de la econom¨ªa espa?ola y fa extensi¨®n del bienestar exigen ante todo buscar la soluci¨®n para el desempleo, es decir, la incorporaci¨®n a la poblaci¨®n activa de todos aquellos espa?oles hoy fuera del mercado de trabajo (la tasa de actividad de la econom¨ªa espa?ola sigue siendo una de las m¨¢s bajas de la CE) y la reducci¨®n del paro (uno de los m¨¢s elevados de nuestro entorno).
Para ello, adem¨¢s de la adecuaci¨®n de las pol¨ªticas globales -cuyo margen de maniobra es en la actualidad extremadamente limitado-, es preciso eliminar los obst¨¢culos que impiden las oportunidades para encontrar un puesto de trabajo. Las ¨¢reas en que el Programa de Convergencia pretende actuar en este ¨¢mbito -eliminaci¨®n de las barreras a la movilidad funcional y geogr¨¢fica de la mano de obra, incentivos a la b¨²squeda de empleo y mejora de la formaci¨®n profesional- no son cuestionables; y no s¨®lo respecto a la pretendida convergencia, sino tambi¨¦n teniendo en cuenta la solidaridad con ese amplio colectivo de desocupados.
Es en los dos ¨²ltimos apartados donde se inscriben las medidas que acaba de aprobar el Gobierno, aunque de su normal aplicaci¨®n se derivar¨ªa igualmente una reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, objetivo que el Ejecutivo parece remiso a reconocer entre sus motivaciones directas.
Del conjunto de las actuaciones propuestas -la erradicaci¨®n del fraude obligando a los parados con subsidio a aceptar una primera oferta de empleo o a la realizaci¨®n de cursos de formaci¨®n profesional, la reordenaci¨®n de las ayudas a las empresas para la contrataci¨®n de parados con dificultades para encontrar empleo, medidas para la formaci¨®n profesional y la rebaja generalizada de las prestaciones-, ha sido esta ¨²ltima la que ha originado las cr¨ªticas m¨¢s duras de los sindicatos. Unas reacciones que ser¨ªan m¨¢s comprensibles si, asumido el diagn¨®stico en que se basan las actuaciones de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, estuvieran acompa?adas de una exposici¨®n de iniciativas que posibilitaran la consecuci¨®n de esos objetivos de aumento del empleo con igual o mayor empe?o que el mostrado por las mismas organizaciones de los trabajadores en la defensa de los ya empleados.
La actitud manifestada por el Gobierno de admitir modificaciones por parte de las fuerzas pol¨ªticas parlamentarias a ese programa, siempre que sean consistentes con los, objetivos de convergencia, es un planteamiento razonable, que lo hubiera sido en mayor medida de haber estado presente en el proceso de elaboraci¨®n del mencionado programa. La voluntad de situar a nuestro pa¨ªs en el proceso europeo aconseja que la estrategia orientada a su consecuci¨®n disponga, junto a la verosimilitud de los resultados propuestos, del m¨¢s amplio respaldo posible, sin eludir el reconocimiento de los esfuerzos que dicho proceso convergente exigir¨¢ ni las responsabilidades de los agentes econ¨®micos y sociales en posibilitar su conveniente consecuci¨®n.
El plan de convergencia se extender¨¢ por m¨¢s de una legislatura, y afecta a todos los espa?oles. No se entender¨ªa, pues, que no se buscase el consenso pol¨ªtico y social; o que, buscado ¨¦ste, primasen los intereses de partido o de grupo sobre los de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
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