La cabalgata llenar¨¢ cada d¨ªa la Expo de m¨²sica y dragones
1.700 millones de pesetas para un desfile sobre la magia del tiempo
La extra?a, abigarrada, fabulosa comitiva tarda una hora y cuarto en cubrir su itinerario de 2,2 kil¨®metros. A su paso se ilumina el rostro de los que la contemplan y los rutilantes edificios que jalonan el trayecto parecen revestirse del color y la alegr¨ªa de la pintoresca comparsa. Carrozas, bandas de m¨²sica, hadas, brujas, demonios, dragones y un sinf¨ªn de otros maravillosos personajes desfilan entre bromas y fanfarrias. Es la Cabalgata de la Expo, un derroche de fantas¨ªa y magia con el transcurso del a?o, el ciclo vital, como tema. Creada por Joan Font, director del grupo catal¨¢n Comediants, desfilar¨¢ todos los d¨ªas de la Expo desde su inauguraci¨®n, el pr¨®ximo d¨ªa 20. El coste es de 1.700 millones de pesetas.
El inmenso hangar del edificio de la Expo denominado Central de Apoyo al Espect¨¢culo est¨¢ tan abandonado como un nido sin polluelos. La Cabalgata de la Expo se encuentra de ensayo por alguna avenida remota.
Bajo el sol de la tarde primaveral sevillana el paseo apresurado hacia los tramos de prueba se hace penoso. Los edificios en obras, sobre los que pulula una legi¨®n de operarios en febril actividad, muestran la fantasmag¨®rica visi¨®n de sus tripas industriales.
De repente, llega desde la lejan¨ªa un vago eco de fanfarria, y, al poco, irrumpen unos personajes estrafalarios con patines colocando unos conos en forma de botellas de refresco que marcan una especie de m¨¢rgenes en la avenida. Les siguen unos recios muchachos con disparatados uniformes que portan un gran globo terr¨¢queo en el que el p¨¢jaro Curro, recostado, se?ala orgulloso un puntito del extremo sur de Europa: Sevilla. El espectador se ve ya inmediatamente sumergido en un mundo m¨¢gico, on¨ªrico y deliciosamente vital, lleno de alegr¨ªa.
El primer mes est¨¢ representado por tres grandes zapatos-auto de choque, cargados de regalos. Una enorme pantufla gira y gira alocadamente. Aparece un ser et¨¦reo, blanco y delicado -una bella imagen del padre invierno, el se?or de la escarcha- sobre unos zancos alt¨ªsimos. Los personajes llegan y se van deprisa, sin dejar apenas tiempo a asimilar sus presencias, a paladearlas.
La primera gran carroza corresponde a febrero; representa el carnaval, lo habitan militares en calzoncillos y putas, y lo tripula un obispo instalado entre montones de longanizas. Tras este golpe de sal gruesa, marzo est¨¢ representado con extrema poes¨ªa: una coral vestida con chubasqueros y coturnos de vidrio, y con nubecitas lluviosas instaladas permanentemente sobre sus cabezas. Abril es un drag¨®n cabalgado por una reina del mundo vegetal. Guillermo P¨¦rez Villalta ha dise?ado la carroza de mayo, barroca, simb¨®lica, l¨¢nguida. Junio es una vieja trilladora con espantap¨¢jaros, pilotada por unos locos percusionistas. Julio, una gran broma: dos enormes playas autom¨®viles.
Agosto, mes de vacaciones, es una maleta con un teatrito en su interior. Septiembre, una comparsa de divertidas botellas. Una carroza con personalizaciones de los vientos y referencias a la vuelta a clase, simboliza octubre. El triste noviembre, mes de difuntos, es una carroza que conjuga lirismo con vitalidad. Diciembre es toda una casa, con cuatro viviendas, abierta al estilo del 13, Rue del Percebe de los tebeos.
El ep¨ªlogo de la Cabalgata, que se complementa con numerosos grupos de comparsas, m¨²sicos, personajes m¨ªticos y seres maravillosos, es un impresionante toro met¨¢lico.
El paso de la Cabalgata es como una ola de color, ritmo y vitalidad. Deja el coraz¨®n lleno de alegr¨ªa y confeti.
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