Padres e hijos
Cuando el alem¨¢n Hans Detlef Sirk ha conseguido una gran reputaci¨®n como director de teatro y cine en su pa¨ªs, las b¨¢rbaras actividades de los nazis en el poder le hacen huir en 1938 de Alemania. Instalado en EE UU, cambia su nombre por Douglas Sirk y le cuesta un cierto trabajo abrirse camino en Hollywood durante los a?os cuarenta.Sus tres mejores pel¨ªculas son: Escrito sobre el viento (1956); ?ngeles sin alas (1957), sobre una novela de Faulkner, y Tiempo de amar, tiempo de morir (1957), adaptaci¨®n de la obra de Erich Maria Remarque. Aunque las m¨¢s personales son los aut¨¦nticos melodramas desmelenados producidos por Ross Hunter, a los que Sirk sabe dotar de una fuerza muy especial. Entre estos melodramas, Obsesi¨®n (1953), S¨®lo el cielo lo sabe (1955), Himno de batalla (1956), Interludio de amor (1956) e Imitaci¨®n a la vida (1958), sobre los que se cimenta su fama como narrador y de saber insuflar vida en historias aparentemente imposibles, se sit¨²a Siempre hay un ma?ana.
Siempre hay un ma?ana ('There's always tomorrow')
Direcci¨®n: Douglas Sirk. Gui¨®n: Bernard C. Schoenfeld. Fotograf¨ªa: Russell Metty. EE UU., 1955. Int¨¦rpretes: Fred McMurray, Barbara Stanwyek, Joan Bennett. Cine Lumi¨¨re (v. o.).
La primera diferencia que existe entre ellas es que, a pesar de ser la fotograf¨ªa de casi todas del gran Russell Metty, mientras las dem¨¢s tienen unos peculiares tonos pastel, conseguidos con el brillante technicolor de la ¨¦poca, ¨¦sta es en blanco y negro. Algo en apariencia secundario, pero que resulta ser una de las claves del estilo de Sirk, y que a?os despu¨¦s tambi¨¦n intenta copiar su aventajado disc¨ªpulo Rainer Werner Fassbinder con irregulares resultados.
La otra gran diferencia es que las dem¨¢s pel¨ªculas narran historias en exceso melodram¨¢ticas, y Siempre hay un ma?ana se limita a contar una fallida historia, un enfrentamiento bastante moralizante, e incluso rid¨ªculo, entre padres e hijos.
Dando la vuelta a los tradicionales papeles, son los hijos los que se dedican a vigilar la conducta del padre e impiden que tenga una aventura sentimental. Lo que dota a la pel¨ªcula de una carga que si, en su momento era rara, con el paso del tiempo es rar¨ªsima. Sin embargo, Siempre hay un ma?ana, una evidente obra menor dentro de la filmograf¨ªa de Douglas Sirk, tiene una espl¨¦ndida primera parte. La descripci¨®n de la vida laboral y familiar del fabricante de juguetes Clifford Groves est¨¢ narrada con una perfecci¨®n y fuerza cercanas al virtuosismo dentro de un ritmo muy vivo.
As¨ª como sus primeros encuentros con su olvidada amiga Norma Miller. Luego no es que en la pel¨ªcula decaiga la forma narrativa, sino que el peso de la anticuada an¨¦cdota que narra llega a ser excesivo sobre el conjunto y da?a los resultados.
Babelia
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