Una tragedia olvidada

Al escuchar las noticias estos d¨ªas, Ado, me he acordado a¨²n un poco m¨¢s de ti. Un a?o de estudios juntos en Bruselas no se olvida f¨¢cilmente, aunque no s¨¦ por qu¨¦ la palabra olvido es la que tengo m¨¢s presente al pensar en aquel diplom¨¢tico somal¨ª con ?I que tantas cosas compart¨ª durante aquel tiempo. Recuerdo tu simpat¨ªa y espontaneidad, que tanto contrastaban con la desconfianza y distancia que para con los europeos mostraban tus hermanos africanos. Fue gracias a ti que eleg¨ª como tema para mi tesis el Cuerno de ?frica. Tambi¨¦n te debo el haberme hecho comprender que musulm¨¢n y jud¨ªo no siempre es sin¨®nimo de conflicto e intolerancia. En fin, el haber comprobado por m¨ª mismo que lo mejor de ?frica son sus hombres y mujeres, a pesar de sus muchos gobernantes d¨¦spotas y crueles y su abandono.Parece ser que al fin, tras un a?o largo de una guerra civil, la comunidad internacional se ha dado cuenta de que una horrible guerra civil est¨¢ teniendo lugar en Somalia y, aunque tarde, la ONU decidi¨® por fin tomar cartas en el asunto.

Ahora m¨¢s que nunca me pregunto si alg¨²n d¨ªa volver¨¦ a saber de ti, y pienso que aquella fe que ten¨ªas en la diplomacia como medio de concordia y ayuda entre los pueblos habr¨¢ llegado a tiempo para salvarte la vida. Porque, Ado, t¨² eras miembro del clan de los que est¨¢n perdiendo. Y si t¨² te has ido, no habr¨¢s sido el ¨²nico en perder esa esperanza de la que tanto y tanto hablamos.-