La pen¨²ltima desgracia

"No pasa nada". Con tres palabras el director de Operaciones de la Expo y mano derecha del presidente de la Sociedad Estatal, Francisco Rueda, sentenciaba la situaci¨®n con la que la Expo abrir¨¢ ma?ana sus puertas al p¨²blico. Esa frase fue la m¨¢s repetida por los directivos de la muestra ante las preguntas de este peri¨®dico.En las 215 hect¨¢reas de la isla de La Cartuja s¨ª han sucedido demasiados siniestros desde que empezaron las obras de construcci¨®n. Los propios datos facilitados por los organizadores as¨ª lo indican: a final de febrero pasado se hab¨ªan registrado 139 conatos de incendio. Y el peor de ellos afect¨® al pabell¨®n m¨¢s significativo, el que seg¨²n todos los datos iba a ser el pabell¨®n estrella: el de los Descubrimientos. En esa ocasi¨®n, sin embargo, no se detuvo a nadie, y a¨²n hoy, a 24 horas de la apertura de la muestra, siguen sin conocerse sus causas.

Despu¨¦s de la destrucci¨®n de ese edificio ha habido otros incidentes: en el pabell¨®n de Baleares, una fogata encendida por los propios trabajadores del edificio hizo saltar el dispositivo de seguridad de la isla. D¨ªas m¨¢s tarde, este mismo pabell¨®n result¨® inundado al romperse una de las tuber¨ªas. Los pabellones de Australia, del Futuro y de nuevo el de los Descubrimientos sufrieron otros conatos. La Expo mantiene sin embargo, que el ¨ªndice de siniestralidad es m¨ªnimo teniendo en cuenta el gran volumen de la obra y las estad¨ªsticas de otras exposiciones.

En cuanto a accidentes laborales, 10 obreros perdieron la vida en 1991 mientras trabajaban en obras de la Expo y de infraestructuras de la ciudad. En el ¨²ltimo mes, falleci¨® un operario del edificio Torre Triana, mientras que el pasado jueves mor¨ªa un guarda jurado al estrellarse con su motocicleta en el recinto. Los sindicatos achacan estos accidentes al acelerado ritmo de las obras, la precariedad de empleo y la falta de medidas de seguridad.