Una segregaci¨®n anunciada
El autor del art¨ªculo analiza la segregaci¨®n del Instituto Nacional de Industria (INI) proyectada por el actual equipo ejecutivo de este organismo, que est¨¢ punto de descolgarse de los Presupuestos del Estado. El plan supondr¨¢ la posibilidad de adoptar las conductas m¨¢s competitivas y mayor disciplina operativa.
El INI ha decidido segregar sus actividades rentables -"el n¨²cleo de oportunidad"- del resto, mediante la ruptura del holding en dos empresas. Realmente, este tipo de acciones no es ninguna novedad. Cada cierto tiempo el instituto anuncia una nueva reestructuraci¨®n de sus actividades. Hace unos a?os fue la agrupaci¨®n de las empresas, a efectos de presentaci¨®n de la in, formaci¨®n del grupo' en divisiones por ramas o sectores de actividad, con algunas agrupaciones que presentaban la consideraci¨®n de subholdings (alimentaci¨®n, electr¨®nico, el¨¦ctrico). Posteriormente se ordenaron seg¨²n el tipo de proceso productivo, como criterio de dependencia de los diferentes directores generales del INI; se hablaba as¨ª de industrias de proceso, de equipamiento y grandes servicios p¨²blicos.En principio no parece haber nada en contra de que, a medida que se reformula la estrategia del grupo, su organizaci¨®n interna var¨ªe para facilitar la aplicaci¨®n. En la pr¨¢ctica, las cosas no son tan sencillas cuando de lo que se trata es de revisar la estrategia de un conglomerado. En ocasiones, los cambios organizativos se producen s¨®lo porque son la ¨²nica variable bajo control de los directivos: ¨²nicamente hay que dise?ar un nuevo organigrama. Con ello se puede dar la sensaci¨®n de cambio y modernizaci¨®n con un esfuerzo realmente escaso, y resultados a¨²n m¨¢s exiguos. Los cambios programados son poco eficaces cuando no obedecen a una reflexi¨®n previa sobre tecnolog¨ªas, clientes y productos, ni implican un cambio en los comportamientos de las empresas, ni menos a¨²n en sus principales agentes.
Interrogantes
La segregaci¨®n de actividades, rentables y no rentables parece razonable porque nos permitir¨¢ saber a los espa?oles cu¨¢nto nos cuesta mantener determinadas actividades. Estos datos realmente ya son conocidos en la actualidad, pero se suelen difuminar en la consolidaci¨®n o simple agregaci¨®n de resultados. La separaci¨®n impedir¨¢ la confusi¨®n entre las consecuencias de una gesti¨®n mediocre y las que se derivan de mantener actividades sin futuro en sectores en declive, pero es dif¨ªcil que un nuevo dise?o organizativo pueda inducir sin m¨¢s nuevos comportamientos de las empresas.
A partir de aqu¨ª, la formaci¨®n, y sobre todo la justificaci¨®n,, de ese "n¨²cleo de oportunidad" empieza a plantear interrogantes:
1.?N¨²cleo de oportunidad para qu¨¦? ?Cu¨¢les son los objetivos que debe cumplir la empresa p¨²blica en el mercado ¨²nico comunitario.
2. ?Es la formaci¨®n de un grupo de empresas de tipo conglomeral la mejor forma de,alcanzarlos?
Sobre el primer asunto se ha escrito mucho, con resultados quiz¨¢ no demasiado brillantes. La intervenci¨®n del Estado en la actividad econ¨®mica no se ha limitado a mitigar los fallos del mercado, sino que ha pretendido instrumentar medidas de pol¨ªtica econ¨®mica, o resolver problemas sociales. Ello ha convertido al sector p¨²blico empresarial en un grupo de empresas de actividad muy dispar, un conglomerado, cuya composici¨®n no puede obedecer a ning¨²n referente te¨®rico previo.
Como el propio presidente indicaba, Ia raz¨®n del INI est¨¢ en que existe, y lo que debemos plantearnos es c¨®mo gestionarlo mejor". Ahora bien, es preciso recordar que la titularidad p¨²blica y las consecuencias que conlleva generan una serie de comportamientos perversos en d¨ªrectivos y personal. La rotura de la l¨®gica financiera privada en cuanto a ampliaciones de capital y endeudamientos (avales), la imposibilidad, en la pr¨¢ctica, del ajuste de mercado v¨ªa suspensi¨®n de pagos y/o quiebra, impiden crear una cultura empresarial sensible al beneficio, donde los resultados negativos no s¨®lo deben ser explicados, sino que deben tener consecuencias en la permanencia y comportamiento de directivos y personal.
Sea como fuere, la realidad es que tenemos uno -o dos-, con el cambio organizativo, conglomerado p¨²blico. Veamos, pues, para qu¨¦ vale poseer un grupo de empresas dedicadas a actividades muy dispares, desde la generaci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica hasta el transporte a¨¦reo.
De la formaci¨®n de una cartera de negocios no relacionados entre s¨ª (el conglomerado) se espera por definici¨®n una reducci¨®n del riesgo. Ahora bien, este hecho no se producir¨¢ a no ser que, como consecuencia del conglomerado, se reduzcan los costes de quiebra, dado que lo que realmente se origina es una simple redistribuci¨®n del riesgo, y adem¨¢s la diversificaci¨®n, para crear valor, se debe realizar m¨¢s eficientemente que a trav¨¦s del mercado. En cualquier caso, ¨¦sta es una responsabilidad de los acci¨®nistas, no de las empresas, y para el Estado; por lo dem¨¢s, no parece prioritaria la diversificaci¨®n de riesgos. Adem¨¢s, de desearlo, podr¨ªa utilizar otros grupos empresariales. Sin duda, lo que ser¨ªa necesario es justo lo contrario, trocear los riesgos actuales para evitar que el incumplimiento de las obligaciones financieras afecte al riesgo del INI y al del Estado.
La reducci¨®n de riesgo, unida a la posibilidad de conseguir econom¨ªas de escala en la obtenci¨®n de recursos financieros, permite que el coste de capital pueda reducirse en el conglomerado. La pertenencia a ¨¦ste aten¨²a el riesgo de insolvencia de las empresas, ya que supone que existe una cierta solidaridad financiera; y ello es valorado por los acreedores. Ahora bien, este menor coste posiblemente no compensar¨¢ a los accionistas del conglomerado del mayor compromiso que contraen con las garant¨ªas que ofrecen impl¨ªcita o expl¨ªcitamente a sus empresas. Antes al contrario, ser¨ªa conveniente individualizar los riesgos de las empresas para que el endeudamiento de ¨¦stas tenga una funci¨®n disciplinaria sobre los directivos. Adem¨¢s, dado el tama?o del INI, el logro de las supuestas econom¨ªas de escala financiera no exige la participaci¨®n del holding.
Conductas competitivas
La inclusi¨®n en un grupo de empresas que act¨²an en los distintos sectores puede suponer una vigorizaci¨®n de la competencia en esos mercados, por la mayor capacidad que aqu¨¦l aporta para competir. Es decir, que la empresa p¨²blica en un sector oligopolizado puede forzar a las empresas privadas a conductas competitivas. Sin embargo, nadie puede esperar que una empresa emprenda voluntariamente medidas de este tipo s¨®lo por pertenecer al conglomerado; ser¨¢ la propiedad p¨²blica la que podr¨¢ forzarlas a ello. Por el contrario, el conglomerado podr¨ªa aumentar el poder de mercado de sus empresas mediante subsidios cruzados, pol¨ªticas de precios predatorios y acuerdos de compraventa dentro del grupo, pol¨ªticas que no aumentan el bienestar social ni menos la eficiencia.
Una cuarta justificaci¨®n de los conglomerados surge cuando existen asimetr¨ªas de informaci¨®n; se nos recuerda que en los mercados financieros, que dificultan el proceso de asignaci¨®n ¨®ptima de los recursos y el control de los directivos asalariados, el conglomerado dotado de una oficina central bien informada puede suplir con ventaja esas carencias y asignar de forma m¨¢s eficiente. los recursos entre las empresas del grupo que el mercado. Adem¨¢s, las demandas de fondos de conglomerado, t¨¦cnicamente, fluct¨²an menos en el tiempo, dado que se puede utilizar la caja del grupo; y si el mercado financiero es sustancialmente ineficiente, ello puede hacer posible la realizaci¨®n de proyectos de investigaci¨®n-innovaci¨®n, desarrollo de nuevos negocios e inversiones con un largo periodo de maduraci¨®n que de otro modo no encontrar¨ªan una financiaci¨®n.
Esto pudo ser correcto en anos pasados, cuando el escaso desarrollo de los mercados de capitales oblig¨® a buscar f¨®rmulas alternativas de promoci¨®n industrial, como fue el papel del INI inicialmente y de algunos de los principales bancos nacionales. La situaci¨®n ahora es muy diferente. El nivel de informaci¨®n de unos mercados cada vez m¨¢s desarrollados hace que disminuyan las supuestas ventajas asignativas de las oficinas corporativas de los grupos.
En los conglomerados p¨²blicos, por el contrario, suele darse una asignaci¨®n perversa de recursos, ya que son las empresas en situaci¨®n de quiebra t¨¦cnica, las que no son viables econ¨®micamente, las que reciben recursos de forma prioritaria. No se acepta su derecho a quebrar, mientras que proliferan las demandas sociales en pro de su capitalizaci¨®n.
En tal caso, muchos directivos con demandas de fondos e informaci¨®n sesgada contribuyen a la perversi¨®n del proceso. Para facilitarles el derecho de quiebra es necesario trocear los riesgos del INI, explicitar una estrategia para que el riesgo del INI no afecte al del Estado, y as¨ª tomar la decisi¨®n pol¨ªtica que haga posible la quiebra de las empresas p¨²blicas. En caso contrario, las ¨²nicas consecuencias para los directivos de las p¨¦rdidas en las empresas p¨²blicas son que deben darles una explicaci¨®n. Disciplina operativa
Una ventaja cl¨¢sica del conglomerado es que se puede convertir en un accionista activo, que discipline la actuaci¨®n de los directivos menor que los sistemas de control externo del mercado (OPA). ?ste, en algunos casos, reacciona con lentitud, mientras que en otras ocasiones permite la aparici¨®n de free raiders. La oficina central del conglomerado, con m¨¢s informaci¨®n, sistemas de retribuci¨®n de los directivos por resultados y asignaci¨®n de recursos sobre la base de estrictos criterios de rentabilidad, est¨¢ en mejor disposici¨®n para controlar el comportamiento de los directivos.
Estos argumentos suponen impl¨ªcitamente que los directivos de la oficina central tienen un comportamiento no oportunista, distinto al de las empresas del grupo y sus directivos. El conglomerado, precisamente, se caracteriza por los niveles de crecimiento que permite alcanzar -no por sus beneficios-; y, curiosamente, el prestigio, poder y retribuciones personales de los directivos suelen depender del tama?o, no de los beneficios.
Finalmente, se arguye que el tama?o del conglomerado permite mejorar la gesti¨®n. Primero, porque permite formar directivos bien cualificados; directivos, adem¨¢s, cuyas posibilidades de promoci¨®n se multiplican gracias a ese mismo tama?o, lo que reduce los riesgos que asumen al integrarse en un grupo, y, por ende, las menores exigencias de remuneraci¨®n para el grupo. Para mayor abundamiento, la presencia de equipos humanos bien formados va acompa?ada, como es obvio, del acceso a los mejores sistemas de direcci¨®n e informaci¨®n, que pueden aplicarse en todas las empresas.
En este punto nos encontramos con uno de los mitos de la aportaci¨®n de valor de los conglomerados a las empresas a trav¨¦s de la internalizaci¨®n de ciertas actividades, como son los servicios de asesoramiento, comercializaci¨®n y cooperaci¨®n internacional, investigaci¨®n y financiaci¨®n que se corresponden con las denominadas actuaciones horizontales.
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