La fiesta de la lengua
LA LENGUA espa?ola celebra hoy, en el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, su fiesta principal. Con la solemnidad habitual, los escritores se reunir¨¢n con los Reyes y todos reivindicar¨¢n la vitalidad de un idioma que es nuestra m¨¢s importante obra cultural, aquella que fija la convivencia y le da sentido a la discusi¨®n y a la tolerancia. Esta efem¨¦ride no ser¨ªa nada m¨¢s que oropel si entre todos, la Administraci¨®n y los administrados, no trabaj¨¢ramos para que se use mejor, se difunda m¨¢s y sirva de impulso para el progreso y la modernizaci¨®n de Espa?a.La lengua ha vivido periodos en los que ni el Estado ni los ciudadanos han manifestado por ella otro sentimiento que el desd¨¦n: durante a?os, proyectos de difusi¨®n y de preservaci¨®n tan importantes como los que constituyen el Instituto Cervantes, reci¨¦n creado, y la Real Academia Espa?ola, de tanta raigambre hist¨®rica, han vivido la pesadilla y el desconsuelo de ser arrinconados por una sociedad esc¨¦ptica, cuando no descre¨ªda, en materia de cultura.
La creaci¨®n del Instituto Cervantes ha venido a remediar, al menos parcialmente, la contradicci¨®n entre la importancia del idioma y el escaso inter¨¦s oficial manifestado. En ese contexto, la Real Academia Espa?ola sigue siendo tan menesterosa como siempre; sus miembros perciben a¨²n m¨ªseros estipendios y los proyectos inherentes a su cometido -fijar, limpiar y dar esplendor a la lengua espa?ola- viven en las estrecheces mezquinas de todas y cada una de las cenicientas imaginables.
Afortunadamente, la cultura literaria espa?ola goza de una mayor vitalidad que la que cabr¨ªa suponerle a tenor de las partidas presupuestarias a ella destinadas. No pod¨ªa ser de otra forma, pues creaci¨®n y presupuesto no son radicalmente complementarios. El talento, el esfuerzo y el dominio de la lengua permiten a los narradores mostrar su mayor o menor habilidad para la fabulaci¨®n, al margen de la consideraci¨®n econ¨®mica que su trabajo conlleve.
As¨ª pues, la fiesta est¨¢ sobradamente justificada. Las sucesivas crisis editoriales no pueden ocultar el bosque, y es obvio que, aunque las dificultades de publicaci¨®n crezcan en similar intensidad que las de la propia industria cultural, la literatura espa?ola tiene el respeto, el inter¨¦s y las estanter¨ªas suficientes para superar holgadamente los largos a?os de sequ¨ªa y dificultades que supuso el escribir en Espa?a.
La celebraci¨®n se centra hoy, adem¨¢s, en un gran escritor, Francisco Ayala, cuyo testimonio de independencia, libertad y creatividad le une con el ilustre antepasado que da nombre al premio que hoy le entregar¨¢ el Rey. En Ayala se compendian, en su larga vida y en su excelente obra, las caracter¨ªsticas ejemplares de una buena parte del pueblo espa?ol al que le toc¨® vivir, y sufrir, el drama de la guerra civil y el posterior exilio. Recuperado e inserto de nuevo en la vida cotidiana de la Espa?a democr¨¢tica, sin renunciar por ello a su lucidez cr¨ªtica, en ¨¦l se premia tambi¨¦n a todos aquellos que han hecho del castellano un instrumento con el que potenciar los sue?os, resaltar la belleza y estimular la conciencia.
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