"?Quiere usted probar un Kalashnikov?"
ENVIADO ESPECIALEl mercado de armas de Dara, a 80 kil¨®metros al sur de Peshawar, acusa la ofensiva final en la guerra de Afganist¨¢n. La munici¨®n de grueso calibre empieza a escasear en esta poblaci¨®n donde las ametralladoras antia¨¦reas, los lanzagranadas o las pistolas espa?olas se venden como si fueran barras de pan. "Los guerrilleros afganos que nos vend¨ªan parte de las municiones incautadas a las tropas sovi¨¦ticas y posteriomente a las del r¨¦gimen de Kabul vienen menos y reservan ahora todo el material para los combates", explica uno de los comerciantes.
Los ni?os juegan con rev¨®lveres de verdad en la calle mayor de Dara, en la que algunos de sus min¨²sculos estancos expenden caramelos de menta, cigarrillos, opio y hach¨ªs en cantidades suficientes como para alegrar el ¨¢nimo de un batall¨®n.
"Huela, huela. Es de primera calidad". El due?o del local me acerca sol¨ªcito un mendrugo verde mientras un barbudo parroquiano con arma larga en bandolera adquiere varias toneladas de tabaco de mascar. No parece haber controles gubernamentales en esta peque?a ciudad que vive del suministro de ingenios b¨¦licos a varios de los movimientos rebeldes del sur de Asia y que vende a quien pueda pagarlo un Kal¨¢shnikov por 50.000 pesetas o una bater¨ªa antia¨¦rea por 100.000.
El recrudecimiento de la guerra de Afganist¨¢n, sin embargo, y el paralelo incremento de los dep¨®sitos guerrilleros de armas en esta frontera noroccidental de Pakist¨¢n alarmaron a las autoridades, que recientemente han ocupado arsenales en Pabe y Chirad, cerca de Peshawar, y han cortado v¨ªas de contrabando de los grupos m¨¢s reacios a la intervenci¨®n de la ONU.
Mercado negro
El acuerdo entre Washington y Mosc¨² de cesar la ayuda militar a sus respectivos aliados devolvi¨® una cierta importancia al mercado negro de Dara y se activ¨® el contrabando a trav¨¦s de las monta?as. Cuando la guerrilla afgana necesita dinero vende aqu¨ª pertrechos tomados a las tropas del Gobierno de Kabul en retirada, seg¨²n un paquistan¨ª con amigos entre los mercaderes.
En este surrealista bazar, entre cajas de t¨¦ y detonaciones, la pistola espa?ola Star de 9 y 7,63 mil¨ªmetros, fabricada en Eibar, se cotiza de entrada a unas 50.000 pesetas. Las armer¨ªas ofrecen un variado surtido de minas, escopetas, bayonetas brit¨¢nicas, metralletas norteamericanas, bombas de fragmentaci¨®n chinas y modernos subfusiles israel¨ªes.
El propietario de uno de los establecimientos demuestra con sospechoso entusiasmo c¨®mo funciona una refinada guada?a afgana de rebanar pescuezos, plegable y con cachas doradas, que no pasa de las 1.000 pesetas, y un bol¨ªgrafo pistola modelo James Bond que se vende por 500. "?Quiere usted probar?".
En la ladera de una monta?a dispara los cargadores del Kal¨¢shnikov entre imaginarias fuerzas del mal. Primero cuerpo a cuerpo y tiro a tiro, despu¨¦s de pie, en jarras y totalmente enajenado, el periodista acaba a r¨¢fagas con varios peines de munici¨®n. Con el hombro molido y sudando a chorros, la locura termina subido en una bater¨ªa antia¨¦rea y activando unas granadas. "Son 3.000 rupias (unas 10.000 pesetas), se?or".
Una peque?a f¨¢brica con anticuados tornos y fresadoras se ocupa de atender las solicitudes especiales, y uno de sus encargados reconoce que apenas disponen de medios para modernizar las instalaciones.
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