"Morir¨¦ a los 40 a?os sin saber nada de mi enfermedad"
Los supervivientes de la tragedia de Chern¨®bil, abandonados a su amargura y desesperaci¨®nSEBASTI?N SERRANO Mosc¨²
"No hay medicinas ni equipos m¨¦dicos, y yo tendr¨¦ que morir a los 40 a?os sin apenas saber algo de mi enfermedad". Jaroslav Misiv es un hombre sin esperanza que, cara a cara, oculta su desesperaci¨®n bajo una sonrisa agradable, muy acorde con su simp¨¢tico sombrero de estilo tirol¨¦s. Ex trabajador de Chern¨®bil e inv¨¢lido a causa de la alta dosis de radiaci¨®n que recibi¨®, es uno de los liquidadores, personas que intervinieron en los trabajos de liquidaci¨®n de la radiactividad."Le ruego que explique en su diario que vive en Ucrania un hombre muy enfermo que fue enviado a la fuerza a Chern¨®bil y que ahora ya no lo quiere nadie", suplica Jaroslav. "Necesito una medicina que se llama Mitrocsatroni. Estoy dispuesto a entregarme para ser sometido a investigaci¨®n a cualquier cl¨ªnica de su pa¨ªs que quiera aceptarme".
Junto a ¨¦l, en el Centro de Rehabilitaci¨®n de K¨ªev, otros tres liquidadores del accidente: Nikol¨¢i, militar de carrera; Yuri, bombero; y VIad¨ªmir, de los servicios de seguridad interior de la central. "Todos llevamos en el cuerpo m¨¢s de 200 REW, comenta Nikol¨¢i. Seg¨²n las normas internacionales de segur?-, dad, el m¨¢ximo que un profesional puede recibir en su vida son 25 REM.
Los cuatro est¨¢n en el centro m¨¦dico para ser sometidos a la revisi¨®n anual, pero ninguno cree que ese mes de observaci¨®n vaya a servir de mucho. "Las medicinas escasean y los aparatos son muy anticuado?, comenta uno de ellos. Todos est¨¢n profundamente defraudados del trato que reciben de los m¨¦dicos. Dos de ellos ni siquiera tienen reconocido que su enfermedad est¨¢ originada por las altas dosis de radiaci¨®n recibidas. "Los doctores", comentan, "tienen orden de no establecer ese v¨ªnculo" para aparentar que la magnitud de la tragedia es menor y tambi¨¦n por razones econ¨®micas.
Los llamados liquidadores forman el grupo m¨¢s numeroso de los afectados por el accidente: son m¨¢s de 600.000. Fueron los que afrontaron en el primer momento el. fuego en la central, los que lanzaron desde helic¨®pteros toneladas de boro y cemento, los que m¨¢s tarde construyeron el sarc¨®fago de hormig¨®n que barre el paso a la intensa radiaci¨®n que siguen emitiendo las m¨¢s de 100 toneladas de combustible nuclear que permanecen donde una vez hubo un reactor y los que enterraron miles de ¨¢rboles contaminados.
Miles de fallecidos
De ellos, 31 murieron como consecuencia de las alt¨ªsimas dosis de radiaci¨®n que recibieron al participar en las tareas de extinci¨®n del primer momento, pero son muchos m¨¢s los que han fallecido con posterioridad. El Gobierno ucranio fija el n¨²mero de muertos entre 6.000 y 8.000, mientras que los c¨ªrculos ecologistas consideran que la cifra es de decenas de miles.
La asociaci¨®n Ayuda a Chern¨®bil ha elaborado una estad¨ªstica que muestra que la mayor¨ªa han muerto a causa de enfermedades cardiovasculares o de c¨¢ncer, incluida la leucemia. La tercera causa de fallecimiento, primera entre los m¨¢s j¨®venes, figura bajo el ep¨ªgrafe de "suicidios y accidentes". El incremento de las enfermedades, la impotencia sexual, y el desasosiego que produce saber que uno va a estar enfermo toda la vida son las causas que explicar¨ªan, seg¨²n una de las m¨¦dicos de la asociaci¨®n, el alto n¨²mero de suicidios.
Hasta el a?o pasado no entr¨® en vigor una ley espec¨ªfica de ayuda a los damnificados por el accidente. La norma se incumple en muchos de sus puntos, incluido el que prev¨¦ descuentos en la compra de alimentos en las tiendas estatales. "Si antes el Estado no nos hac¨ªa caso, ahora, con la democracia, a¨²n nos hace menos", se queja Nikol¨¢i, militar de carrera. Para apoyar su afirmaci¨®n, saca dos documentos y los muestra: "Mire, la cl¨ªnica de Mosc¨² que cada a?o me hac¨ªa una revisi¨®n pide ahora 15.000 rublos para atenderme".
En palabras de Robert Tilles, vicepresidente de la Asociaci¨®n de Inv¨¢lidos de Chern¨®bil, "el Estado no es capaz de proteger a una gente que protegi¨® a toda Europa" al contener un desastre que amenaz¨® a todo el continente. "Los liquidadores fueron unos h¨¦roes que arriesgaron sus vidas en beneficio de toda la humanidad". La conclusi¨®n de Tilles es que debe ser la comunidad internacional la que tiene que ayudar a paliar el mayor accidente nuclear de la historia.
Tatiana Iz¨®cimova, ex vecina de Pr¨ªpiat -el pueblo m¨¢s cercano a la central siniestrada-, est¨¢ preocupada por la situaci¨®n tras el hundimiento del comunismo. "Antes todos ten¨ªamos derecho al trabajo, pero ahora ya no es as¨ª". Vive en su piso de la periferia de K¨ªev desde 1987 con su esposo, Nikol¨¢i, ex trabajador de la central declarado inv¨¢lido, y sus dos hijos: Alex¨¦i, de 16 a?os, y Natasha, de siete. "Yo no estoy considerada inv¨¢lida y trabajo para mantener a la familia. Pero rindo poco porque me siento mal y tengo que quedarme en casa muchos d¨ªas para atender a la ni?a, que enferma muy a menudo. Ya me han insinuado que puedo ser despedida!'.
Retraso en la evacuaci¨®n
Los vecinos de Pr¨ªpiat, unos 50.000, forman el segundo gran grupo de afectados por la radiaci¨®n. Aunque la poblaci¨®n est¨¢ situada a poco m¨¢s de dos kil¨®metros del reactor siniestrado, no fueron evacuados hasta d¨ªa y medio despu¨¦s del accidente. Para entonces la radiaci¨®n se calculaba en 1,5 roentgen por hora, suficiente para endosar a una persona en un solo d¨ªa la cantidad m¨¢xima de radiaci¨®n tolerable en toda su vida.
Nikol¨¢i encaj¨® una fuerte dosis en abril de 1986. M¨¢s adelante acept¨® trabajar de nuevo en uno de los otros grupos de la central y regres¨¦, hasta que en octubre de 1989 abandon¨® definitivamente. "Muchos no ¨¦ramos conscientes del peligro por falta de informaci¨®n". Nikol¨¢i padece una enfermedad circulatoria que le causa problemas de riego sangu¨ªneo en los ¨®rganos vitales.
"La ni?a tiene los mismos padecimientos que su padre, pero los m¨¦dicos se niegan a relacionarlos con el accidente de Chern¨®bil", explica Tatiana acariciando a la peque?a, que ten¨ªa a?o y medio cuando el reactor se fundi¨®. Los Iz¨®cimov se sienten marginados por el Estado, pero no s¨®lo por ¨¦l. "Al principio, algunos padres, achacaban las enfermedades de sus hijos a que en la escuela ten¨ªan un compa?ero de Chern¨®bil. Al final hemos decidido que Alex vaya a un centro alejado del barrio, para que nadie sepa que vivi¨® en Pr¨ªpiaC. Y cuando hacen uso del privilegio de comprar medio kilo de mantequilla sin hacer cola Ia gente murmura..."
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