Un programa necesario y digno del apoyo de todos
En los a?os transcurridos desde nuestra integraci¨®n en la Comunidad Europea, a pesar del r¨¢pido crecimiento de la econom¨ªa espa?ola, no han faltado repetidas cr¨ªticas, por parte de distintos agentes econ¨®micos e interlocutores sociales, a la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno. Buena parte de dichas cr¨ªticas estaban, y est¨¢n a¨²n, plenamente justificadas.La primera cr¨ªtica se ha centrado en que el crecimiento ha sido r¨¢pido, pero desequilibrado. Es verdad que se ha crecido m¨¢s r¨¢pidamente que la media de los pa¨ªses miembros de la Comunidad Europea, lo que ha permitido mejorar nuestra convergencia real, pasando la renta per c¨¢pita espa?ola del 73% al 79% de la media comunitaria. Pero dicho crecimiento se ha hecho a costa de aumentar, o no reducir, nuestros desequilibrios estructurales b¨¢sicos, es decir, de no mejorar suficientemente nuestra convergencia nominal.
Cr¨ªticas
Por un lado, el d¨¦ficit estructural del sector p¨²blico (descontados los efectos c¨ªclicos de la actividad econ¨®mica) y el volumen de deuda p¨²blica han aumentado ligeramente en relaci¨®n al producto interior bruto (PIB). Por otro, la inflaci¨®n subyacente (deducidas las variaciones de los precios de la energ¨ªa y los alimentos no elaborados) se ha reducido m¨ªnimamente y el d¨¦ficit de la balanza de pagos por cuenta corriente se ha duplicado en t¨¦rminos del PIB. ?nicamente el nivel de paro se ha reducido en casi cinco puntos, lo que ha permitido dicha mejora en la convergencia real.La segunda cr¨ªtica se ha referido a la utilizaci¨®n excesiva de la pol¨ªtica monetaria para intentar contener el crecimiento de la demanda interna y reducir la inflaci¨®n, mientras que la pol¨ªtica fiscal se ha mantenido neutra o expansiva. Esta mezcla de pol¨ªticas ha elevado en exceso los tipos de inter¨¦s, haciendo que la inversi¨®n privada creciera menos de lo que hubiera podido crecer, elevando los costes financieros de las empresas, y tambi¨¦n del Estado, y restando competitividad a nuestra econom¨ªa.
En tercer lugar, se ha venido criticando insistentemente el mal funcionamiento del mercado de trabajo, tanto por el excesivo crecimiento de los costes laborales, que lo han hecho repetidamente por encima de la inflaci¨®n m¨¢s la productividad, lo que tambi¨¦n ha reducido competitividad de las empresas, como por la falta de flexibilidad y de cualificaci¨®n de la oferta laboral, lo que ha creado unos fuertes desajustes entre la oferta y la demanda de empleo en algunos sectores que ha contribuido a que la reducci¨®n del paro haya sido mucho menor de lo que habr¨ªa tenido que ser.
Por ¨²ltimo, se ha criticado el excesivo crecimiento del sector p¨²blico, tanto en su vertiente de ingresos, por el considerable aumento de la presi¨®n tributaria, como en la de gastos, especialmente por el aumento de los gastos corrientes en desempleo, en seguridad social y en gesti¨®n burocr¨¢tica de las distintas Administraciones p¨²blicas. Se ha insistido una y otra vez en que no es necesario "m¨¢s Estado", sino "mejor Estado", y que el sector privado puede realizar con mayor eficacia muchas de las actividades que la Administraci¨®n, sus organismos y empresas p¨²blicas vienen realizando.
En definitiva, se ha crecido con un excesivo peso de la demanda del sector p¨²blico y con una p¨¦rdida creciente de competitividad del sector privado.
Pues bien, el Gobierno parece haber asumido dichas cr¨ªticas y ha aprobado un programa de convergencia que pretende no s¨®lo cumplir con los requisitos impuestos por nuestra plena integraci¨®n en Europa, sino conseguir un crecimiento mucho m¨¢s estable y mejorar nuestra competitividad.
El programa de convergencia intenta, por tanto, sentar las bases para que la convergencia real de nuestra renta per c¨¢pita no se consiga en menoscabo de la convergencia nominal con el resto de Europa, es decir, que el crecimiento sea m¨¢s equilibrado y tambi¨¦n m¨¢s realista.
El Gobierno ya se hab¨ªa dado cuenta hace tiempo de que este pa¨ªs no puede crecer exclusivamente sobre la base de una expansi¨®n interna r¨¢pida, ya que al final este proceso suele terminar, como anta?o, en un duro plan de estabilizaci¨®n, y de que no es posible una convergencia real a largo plazo sin una convergencia nominal previa o en paralelo, y por ello intent¨®, hace ya un a?o, consensuar un pacto social de progreso que pretend¨ªa, de hecho, lo mismo que ahora, pero adelant¨¢ndose a los requisitos m¨ªnimos acordados despu¨¦s en Maastricht.
Pero como desgraciadamente ocurre siempre en nuestra reciente historia econ¨®mica, la disciplina nos tiene que venir impuesta desde fuera para que la aceptemos finalmente, s¨ªntoma claro de la falta de maduraci¨®n democr¨¢tica de nuestra sociedad civil.
Respuestas
Las medidas propuestas en el programa de convergencia son, sin duda, una respuesta deseable y adecuada a las cr¨ªticas empresariales que se han enumerado m¨¢s arriba.En primer lugar, la pol¨ªtica fiscal toma, por fin, el relevo de la pol¨ªtica monetaria, ya que se propone una fuerte reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico y de la deuda p¨²blica en t¨¦rminos de PIB, sin por ello aumentar la presi¨®n fiscal individual con nuevas modificaciones de la legislaci¨®n tributaria, lo que es una fuerte reivindicaci¨®n ciudadana. La reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico facilitar¨¢ la bajada de los tipos de inter¨¦s y de los costes financieros de las empresas y de las familias.
Por otro lado, la reducci¨®n se va a centrar en los gastos corrientes, lo que va a permitir reducir la inflaci¨®n, especialmente en el sector de los servicios, que es el m¨¢s inflacionista, sin por ello sacrificar la inversi¨®n p¨²blica en infraestructuras, en educaci¨®n y en formaci¨®n profesional, que son fundamentales para mejorar nuestra competitividad productiva a largo plazo.
En segundo lugar, se introducen medidas estructurales para mejorar la flexibilidad en el mercado de trabajo, eliminando muchas de las barreras existente a la movilidad funcional y geogr¨¢fica de la mano de obra, mejorando los sistemas de formaci¨®n profesional tanto reglada como ocupacional, e introduciendo incentivos econ¨®micos para que los parados busquen m¨¢s activamente empleo, tanto elevando el periodo m¨ªnimo de contrataci¨®n que da derecho a la prestaci¨®n por desempleo como modificando la relaci¨®n entre periodo de cotizaci¨®n y duraci¨®n de la prestaci¨®n, y vinculando la percepci¨®n de dichas prestaciones al desempe?o de tareas sociales o al acceso activo a la formaci¨®n profesional.
En este punto no conviene olvidar que cuanto m¨¢s se facilite a los parados su acceso a puestos de trabajo mayor ser¨¢ nuestra convergencia real, ya que es la forma de que aumente m¨¢s r¨¢pidamente nuestra renta per c¨¢pita. Es decir, la mejor manera de conseguir la convergencia real no es aumentando en exceso los salarios de las personas ya empleadas, sino consiguiendo puestos de trabajo para los parados, y esto se consigue no s¨®lo con crecimiento real, sino tambi¨¦n con flexibilidad.
Por ¨²ltimo, el programa intenta reducir el peso del sector p¨²blico en la econom¨ªa, reduciendo el n¨²mero de organismos p¨²blicos, congelando la transferencia de recursos financieros a las empresas p¨²blicas e introduciendo sistemas de gesti¨®n m¨¢s eficaces en el Instituto Nacional de Empleo (Inem), la Seguridad Social y la sanidad, donde existe una cierta dosis de despilfarro y de fraude.
Todo ello se intenta, adem¨¢s, sin que sean necesarios esfuerzos o sacrificios especiales de los distintos grupos sociales, ya que se va a seguir creciendo un punto por encima de la media de la Comunidad Europea, las rentas salariales van a seguir mejorando su poder adquisitivo y el paro se va a reducir notablemente.
Apoyo
Ante un programa de estas caracter¨ªsticas no cabe m¨¢s postura l¨®gica que apoyarlo decididamente e intentar que se cumpla, ya que representa un intento coherente y realista de hacer frente a los problemas y las barreras que desde hace tiempo impiden que este pa¨ªs sea m¨¢s estable y m¨¢s pr¨®spero, y, al mismo tiempo, de evitar que pierda el tren de la integraci¨®n europea, que es, sin duda, el mayor logro de nuestra joven democracia y el objetivo por el que tanto hemos luchado todos desde hace muchos a?os.Es por ello muy importante que todos los ciudadanos comprendan el alcance de este programa, lo apoyen y participen activamente en su discusi¨®n, aportando iniciativas y mejoras, y, en definitiva, que lo hagan posible, ya que, de no haber un amplio grado de consenso y aceptaci¨®n, ser¨¢, muy dif¨ªcil implantarlo y se perder¨¢ una oportunidad hist¨®rica de modernizar nuestra econom¨ªa y de jugar un papel digno en el futuro de Europa.
Ahora bien, el apoyo de los ciudadanos no debe ser incondicional: hay que exigir una alta dosis de corresponsabilidad a los gobernantes, de ¨¦ste y de futuros Gobiernos, para que no se d¨¦ marcha atr¨¢s y se evite que el programa pueda quedar reducido a una mera lista de promesas pol¨ªticas incumplidas.
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