Ni por casualidad sale un toro
Los taurinos est¨¢n empe?ados en que no salgan toros enteros a la plaza y lo consiguen plenamente. Llevamos 12 de corridas de feria, 72 toros lidiados (o como se llamen esas perrer¨ªas :que les hacen en el ruedo) y, entero, no ha salido ni uno. Es que ni por casualidad.- Ayer, tampoco. Los Murteira de ayer ten¨ªan buenas carnes, cornamentas desarrolladas de origen (romas en destino, por cierto) y, sin embargo, no eran toros.Un toro es, adem¨¢s de cuanto queda dicho, un animal que embiste, y los Murteira no embest¨ªan. Un toro, si es toro, no importa nada su tama?o para que embista. Durante a?os se ha estado hablando del "toro de Sevilla, que lo quer¨ªa la afici¨®n cortejano, serio de cara, proporcionado de astas y cuando sal¨ªa, peleaba en varas, vend¨ªa cara su vida, embestia. Pero eso era antes. En esta feria han salido toros con la estampa que quiere la afici¨®n sevillana y no eran toros. En esta feria ha salido de todo ha salido el toro de Bilbao, que dec¨ªan; el de Madrid, que en Las Ventas exigen; el de ir por casa y el de un pueblo sin alcalde, y ninguno era toro. -En esta feria han salido toros del campo -andaluz, del inesetar¨ªo, del salmantino; hasta de Portugal los han tra¨ªdo, y ninguno era toro.
Murteira / Ruiz Miguel,
Espartaco, MendesToros de J. M. Murteira Grave, en general con cuajo, varios sospechosos de afeitado -2% descarado-; medio inv¨¢lidos, descastados y de feo estilo, excepto el lote de Espartaco, manejable y de escaso trap¨ªo. Ruiz Miguel: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo, estocada corta atravesada y seis descabellos (silencio) Espartaco: estocada perdiendo la muleta (larga ovaci¨®n y salida al tercio); estocada desprendida (vuelta). V¨ªctor Mendes: estocada, rueda insistente de peones y descabello (silencio); pinchazo perdiendo la muleta, dos pinchazos m¨¢s y dos descabellos (silencio). Plaza de la Maestranza, 30 de abril. 12? corrida de feria. Cerca del lleno.
Los Murteira, a semejanza de los 66 toros que les precedieron, si soportaban una vara, ya pod¨ªan darse con un canto en la dentadura. Y una vez producido el cantazo, no embest¨ªan para nada. Salvo uno de Espartaco, m¨¢s otro que le tom¨® la muleta cuando cuando quiso, para nada. Sacan all¨¢ seis borricos y habr¨ªan dado mejor juego. Por lo menos nos habr¨ªamos divertido. Porque esa es otra: la corrida fue un solemne aburrimiento.
Hay gente que no lo sabe. La fiesta est¨¢ de moda, todo el mundo quiere ir a los toros aunque sea una vez al a?o. Los espectadores que se asoman por primera vez a un grader¨ªo est¨¢n convencidos de que la fiesta es emocionante, trascendente, bonita, y el ¨²nico problema que tienen es llegar a entenderla. Muchos desear¨ªan ir con alg¨²n experto para que les explique los fundamentos de la l¨ªda y sus circunstancias. Llegan a la plaza con ilusi¨®n, dispuestos a comprender el drama que pueda sustanciarse en el ruedo, el esp¨ªritu abierto todas las a manifestaciones est¨¦ticas. y se encuentran con la sorpresa de que, a medida que transcurre la corrida, y a pesar de su inmejorable disposici¨®n, se aburren de muerte.
Eso es lo que est¨¢n consigu¨ªendo los taurinos: una fiesta de toros aburrida e Insoportable. Lo nunca visto. Las corridas siempre, fueron buenas o malas pero en ellas no se aburr¨ªa nadie. Una corrida de toros pod¨ªa resultar desluida, pero tediosa, jam¨¢s. En algunas ¨¦pocas fue fraudulenta y la afici¨®n se quejaba. Cu¨¢ntas veces ha protestado la afici¨®n del toro chico, del toro aparente, del medio toro del perritoro porque no ten¨ªa lo que hay que tener y embest¨ªa a gusto del. consumidor. Ahora, en cambio, de lo que protesta es de la ausencia d¨¦ toro, del no. toro del antitoro.
En realidad ya ni protesta. En Sevilla no protesta nadie de nada. Sale el toro o lo que sea aquello, no le dan ni una ver¨®nica a derechas, pasa ligero el engorroso tr¨¢mite de los picadores sin que importe lo que suceda all¨ª, hay un atrac¨®n de pases durante la faena de muleta, y en eso consiste la corrida. En el mejor de los casos, naturalmente, porque a¨²n puede ser peor. Ruiz Miguel, por ejemplo, no pudo dar ni un pase: sencillamente, sus toros no embistieron. V¨ªctor Mendes estuvo en el mismo caso o peor, pues, el sexto tiraba ga?afones-, aunque pudo lucirse en banderillas. A Espartaco, con distinta fortuna apoyada por un, sorteo desaforadamente propicio- le correspondi¨® un torero impresentable y docil¨®n, le peg¨® pases ins¨ªpidos, y se los jalearon. El quinto se aplom¨®, lo trabaj¨® con meritoria insistencia, y el p¨²blico premi¨® sus porf¨ªas oblig¨¢ndole a dar la vuelta al ruedo. En fin, esa fue la fiesta.:
Setenta y dos toros, y ni uno entero: se dice pronto.
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