Los ?ngeles sin ley
Los ?ngeles es la metr¨®poli en donde, como en el m¨ªtico Alef de Jorge Luis Borges, se concentran todas las im¨¢genes, vivencias, sue?os y pesadillas de la condici¨®n humana. En esa nebulosa urbana que se extiende a lo largo de 160 kil¨®metros de la costa californiana, desde Ventura a Riverside, y a lo ancho de casi 160 kil¨®metros, desde las playas de Santa M¨®nica hasta las monta?as de San Bernardino, viven sin convivir unos15 millones de personas venidas de todos los confines del mundo para volver a empezar en su trabajo y en su vida. Los privilegiados traen con ellos su educaci¨®n y su capital; los refugiados del fiambre y de las guerras, sus familias, su cultura y su determinaci¨®n. Y todos est¨¢n dispuestos a luchar, como sea y con quien sea, para salir adelante. Al llegar a la tierra prometida californiana, los inimigrantes encuentran una ya asentada ¨¦lite profesional anglosajona compuesta de financieros y abogados, de ingenieros y cient¨ªficos del complejo industrial militar, de profesores universitarios y publicistas, de creadores musicales y productores audiovisuales, de bur¨®cratas municipales y oficiales del Ej¨¦rcito. Tambi¨¦n encuentran a los descendientes de las ole¨¢das de inmigraci¨®n que les precedieron, sobre todo a los negros que llegaron por cientos de miles como fuerza de trabajo de la industria militar en la II Guerra Mundial.Los trabajadores negros fueron perdiendo sus empleos conforme la gran industria se iba tecnificando y la peque?a industria y los servicios contrataban trabajadores extranjeros en condiciones de econom¨ªa sumergida. Los ?ngeles fue convirti¨¦ndose, a lo largo de los ¨²ltimos 40 a?os, en. uno de los centros econ¨®micos mundiales m¨¢s din¨¢micos, con casi seis millones de puestos de trabajo en 1990, primer centro industrial de Estados Unidos, con la mayor concentraci¨®n de ingenieros y cient¨ªficos del mundo (unos 600.000), con el mayor complejo industrial-militar del planeta, compartiendo con Tokio la capitalidad financiera de la cuenca del Pac¨ªfico, manteniendo su primac¨ªa como principal centro emisor de las im¨¢genes y sonidos de la cultura de masas para todo el mundo, y generando un producto bruto equivalente al de la India.Esa dinamo econ¨®mica es tambi¨¦n una de las ciudades m¨¢s segregadas del mundo, se g¨²n los datos aportados por la investigaci¨®n sociol¨®gica, en la que los barrios se van forman do a partir de criterios ¨¦tnicos y las redes sociales se constituyen a partir de afinidades de cultura y de raza. Puesto que el acceso a las escuelas p¨²blicas, depende del lugar de residencia, la educaci¨®n reproduce las divisiones de. clase y de raza seg¨²n el origen social. Aquellos grupos de clase media que se encuentran en terreno, municipal hostil mantienen sus diferencias en viando a sus hijos a car¨ªsimas escuelas privadas. As¨ª se consti tuye una sociedad multi¨¦tnica segregada en la que coexisten la competici¨®n econ¨®mica indivi dual y el repliegue defensivo so bre la vida social propia de cada grupo.La separaci¨®n social y espacial hace que los, distintos grupos se ignoren y, por tanto, se teman. El territorio del otro se convierte en territorio del miedo.
En esa sociedad y econom¨ªa extraordinariamente din¨¢micas y competitivas, un grupo ¨¦tnico ha sido, en su mayor¨ªa, marginado y discriminado de forma, creciente por todos los dem¨¢s: los negros aut¨®ctonos americanos, que se han visto superados, no s¨®lo por la ¨¦lite anglosajona, sino por todos los nuevos grupos mmigrantes que han encontrado puestos de trabajo o que han llegado con ahorros y educaci¨®n suficientes para prosperar en la nueva sociedad. Incluso los latinos han encontrado formas de incorporaci¨®n en la econom¨ªa informal del textil, de los servicios, de la agricultura, del servicio dom¨¦stico, mientras que los negros que encon traban trabajo se refugiaban fundamentalmente en los servicios p¨²blicos a los que les daba acceso su influencia pol¨ªtica como ciudadanos votantes: el poderoso alcalde de Los ?ngeles, Tom Bradley, es negro. La desventaja de los negros en la sociedad y en el mercado de tra bajo es uno de los temas obsesivos de la sociedad americana y parece deberse a una compleja trama de factores: el estigma de su origen esclavo, anclado en la memoria colectiva; la descom posici¨®n de la estructura fami liar de los afroamericanos (el 59% de los ni?os negros no vi ven con su padre, se trata de una estructura familiar matriar cal a la fuerza); la p¨¦sima educaci¨®n de las escuelas p¨²blicas de los guetos; y la desventaja la boral derivada del hecho de que buena parte de los negros son a la vez trabajadores conscientes y potencialmente reivindicativos y no suficientemente cualificados como para que se les tolere su resistencia a la explotaci¨®n. Otros grupos inmigrantes, m¨¢s vulnerables legal y socialmente, son percibidos como m¨¢s maleables por las empresas y, habida cuenta de las redes sociales de contrataci¨®n, acaban desbordando a la minor¨ªa negra, que va siendo marginada econ¨®mica, demogr¨¢fica y socialmente.La estructura de supervivencia de las minor¨ªas marginadas, y sobre todo de los j¨®venes negros, son las pandillas de barrio. Y su forma de integraci¨®n econ¨®mica: el mercado de la droga y la delincuencia. Las pandillas de Los ?ngeles se han constituido en verdaderas redes comerciales de droga que controlan la distribuci¨®n del crack incluso en otras ciudades americanas. Pero tambi¨¦n ese mercado ha sido amenazado en los ¨²ltimos a?os por el desarrollo de pandillas latinas y asi¨¢ticas, formadas por hijos de inmigrantes que est¨¢n menos dispuestos que sus padres a aceptar cualquier condici¨®n de vida y de trabajo y que tratan de imponer sus propias reglas del juego. Se calcula que en Los ?ngeles hay unos 300.000 miembros depandillas criminales, muchos de ellos armados. Esa caldera social era mantenida bajo un control relativo mediante la combinaci¨®n de una dur¨ªsima m¨¢quina policial, de la existencia de oportunidades de gananci¨¢y de consumo en una econom¨ªa altamente din¨¢mica, del colch¨®n amortiguador de algunos servicios sociales para los pobres y de un sistema legal que, tras el gran movimiento de derechos civiles de los a?os sesenta, ofrece sobre el papel una protecci¨®n judicial a los derechos civiles y laborales de las minor¨ªas.Las condiciones han cambiado. El declive de la econom¨ªa norteamericana ha golpeado particularmente a Los ??igeles, puesto que la reducci¨®n del ¨¢rmamentismo afecta el coraz¨®n b¨¦lico-electr¨®nico de la econom¨ªa surcalifornian¨¢. Los recortes dr¨¢sticos en los gastos sociales por las pol¨ªticas neoliberales de la Administraci¨®n de Reagan han empeorado las condiciones de vida para los pobres, arrojando a la calle a decenas de miles de personas sin casa. El v¨ªdeo que mostr¨® al mundo las pr¨¢cticas habituales de la polic¨ªa de Los ?ngeles, apaleando al, ciudadano negro Rodney King tras detenerlo por exceso de velocidad, suscit¨® una crisis entre la polic¨ªa y el alcalde y llev¨® al retiro forzosopara dentro de unos meses del car¨¢sm¨¢tico jefe de polic¨ªa, Daryl Gates, desorganizando en cierto modo el sistema de control. Y, sobre todo, la decisi¨®n de la justicia californiana de trasladar el juicio de los polic¨ªas a Simi Valley, un suburbio blanco y conservador, residencia frecuente de empleados del departamento de polic¨ªa de Los
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?ngeles, cre¨® las condiciones para la parodia de justicia del jurado popular de ese condado, rompiendo la ¨²ltima apariencia de legalidad en el tratamiento de las tensiones entre grupos sociales.
La revuelta de Los ?ngeles expres¨® de forma directa las l¨ªneas de fuerza de los conflictos latentes. Fueron las pandillas las que reaccionaron violentamente contra un tratamiento judicial que abr¨ªa las puertas a cualquier comportamiento arbitrario de la polic¨ªa. Fueron los latinos y los asi¨¢ticos el primer objetivo de la furia de los negros. Fueron los comerciantes coreanos, los de mayor educaci¨®n y mayor ¨¦xito de la comunidad inmigrante, las v¨ªctimas seleccionadas de los insurgentes negros y tambi¨¦n fueron los coreanos quienes primero se armaron para defenderse. Y en el vac¨ªo de orden y control producido por las revueltas, sectores populares de todas las razas vieron la ocasi¨®n de poner en pr¨¢ctica la verdadera ley de Los ?ngeles: apropiarse de lo que se pueda, cuando se pueda, como se pueda. Lo que los 16.000 polic¨ªas y soldados que ocupan la ciudad no pueden conseguir es que esa ley de la vida no se imponga a la ley del Estado mientras no cambien las condiciones de la relaci¨®n entre ese Estado y esa sociedad.
La ley de Los ?ngeles se extiende m¨¢s all¨¢ del Pac¨ªfico, de las monta?as y desiertos de California. Su esp¨ªritu de competencia a cualquier precio, de individualismo sin l¨ªmites, de supervivencia contra todo y contra todos, es tambi¨¦n, cada vez m¨¢s, nuestra ley. Y la incapacidad de hacer coexistir culturas y razas sobre la base de una simple ficci¨®n legal, sin crear las bases cotidianas de la coexistencia y la comunicaci¨®n, es un mensaje directo a las entra?as de esa Europa cada vez m¨¢s multi¨¦tnica que se resiste a aceptar su nueva e ineluctable realidad. La ley de Los ?ngeles puede ser nuestra ley. Y si no ense?amos a convivir a nuestros hijos en el aprendizaje cotidiano de la condici¨®n humana, el humo acre de los incendios sociales oscurecer¨¢ un d¨ªa nuestras calles como una serie televisiva que se hubiese desmadrado de la pantalla.
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