Las urnas de la emotividad perdida
Tras una ausencia expositiva individual, en Barcelona, de cinco a?os (galer¨ªa Maeght, 1987), la tal vez m¨¢s conocida de nuestras escultoras, Susana Solano (Barcelona, 1946), vuelve al ruedo expositivo mediante la exhibici¨®n de algunos de sus m¨¢s recientes trabajos en dos galer¨ªas al tiempo.De maduraci¨®n tard¨ªa frente a lo que vino siendo aquella, en cierta medida, t¨®nica habitual de los ochenta, seg¨²n la cual la extremada juventud del artista era poco menos que el ¨²nico marchamo o garant¨ªa, si no de ventas, s¨ª de rica concesi¨®n de cr¨¦ditos a la renovaci¨®n pl¨¢stica en nuestro pa¨ªs, Solano hubo de contar en su d¨ªa con el a?adido agravante extraart¨ªstico de su condici¨®n de mujer escultora; algo infrecuente en la tradici¨®n pl¨¢stica espa?ola.
Susana Solano, Hidroterapia
Galer¨ªa Artgr¨¤fic: Balmes, 54. Esculturas. Galer¨ªa Joan Prats: Rambla de Catalunya, 54. Barcelona. Mayo.
Sea como sea, y qui¨¦n sabe si en parte por causa de lo ciertamente inhabitual de los condicionantes que en su caso converg¨ªan -y sin restar m¨¦ritos a la originalidad que ha demostrado la producci¨®n de la artista a lo largo de la d¨¦cada pasada-, que Solano merece un amplio cap¨ªtulo aparte en los anales de nuestra contemporaneidad art¨ªstica es, hoy, por hoy, indudable.
Pero ello, claro est¨¢, tampoco la exime de que con el paso del tiempo y la ampliaci¨®n de perspectivas que ello supone, en especial en lo referente a lo que supuso su obra en un contexto preciso de gestaci¨®n y dinamizaci¨®n de un apartado, el de la escultura, ciertamente oxidado y falto de aut¨¦nticas tareas renovadoras, surjan ciertas dudas en cuanto ata?e a su actualidad e inter¨¦s frente a un apartado hoy ya holgadamente renovado y que ha asumido, absorbido e, incluso, dinamitado y ampliado la esfera de la creaci¨®n tridimensional en nuestro pa¨ªs.
Hablo de esto tras haber contemplado esa, hasta cierto punto, decepcionante, y excesivamente cara -como todas las fotografias del resto de la muestra- instalaci¨®n titulada Hidroterapia, donde Solano parece hacer una extra?a y acaso innecesaria tentativa de puesta al d¨ªa.
Y no es que la inclusi¨®n de Solano en nuevos varaderos nos parezca inadecuada -pues su propia obra ha evolucionado much¨ªsimo desde aquel 1980 en que la artista se dio a conocer, o, incluso, desde aquellas lecciones magistrales impartidas en Vijande y Maeght-, sino que algo hay en la pirueta que a¨²n permanece sin trabar y que acaso merec¨ªa mayor sosiego y reflexi¨®n.
La muestra de Prats sigue abiertamente, en cambio, ese duro discurso de contenedores, urnas y jaulas, aquella ruta emprendida a?os atr¨¢s tras haber relegado ese sublime punto de abierto y c¨¢lido cripticismo latente tras la f¨¦rrea disciplina constructiva de sus inicios. Pero incluso aqu¨ª, y tras haber contemplado las sugerentes y hermosas piezas de la artista que exhib¨ªa la galer¨ªa Luis Adelantado en Arco, la frialdad y el rigor anal¨ªtico de Solano me parecen excesivos. Soy de los que creen que la emotividad y la po¨¦tica, la dimensi¨®n humana de la escultura de Solano, cuadra poco con unas soluciones tan esencialistas como las que ahora presenta.
Esta impresi¨®n se acent¨²a, tal vez, en la a?oranza que uno siente por los do de pecho escuchados en el pasado.
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