La cal la y la arena de Major

La aprobaci¨®n del Tratado de Maastricht, prevista para dentro de dos semanas, no deber¨ªa suponer grandes problemas para el Gobierno del Reino Unido. Los brit¨¢nicos discutieron larga y acaloradamente sobre el proceso de uni¨®n europea antes de Maastricht, y John Major lleg¨® a la peque?a ciudad holandesa con una idea muy clara sobre lo que pod¨ªa firmar y lo que no. Tuvo que pelear lo suyo ante sus colegas comunitarios, pero al fin volvi¨® a casa con lo que hab¨ªa prometido al Parlamento: una cl¨¢usula de salida in extremis de la uni¨®n monetaria, una salvaguarda frente a la legislaci¨®n social comunitaria y unos tratados que no mencionaban el federalismo.Ni siquiera los euroesc¨¦pticos m¨¢s recalcitrantes, como Margaret Thatcher o Norman Tebbit, se atrevieron a criticar las condiciones conseguidas por Major. Un sector de los parlamentarios tories sigue desconfiando de Europa, pero lo que m¨¢s tem¨ªan -el proyecto de federalismo y la p¨¦rdida de soberan¨ªa- parece haber quedado entre par¨¦ntesis en la agenda comunitaria. Por otra parte, la autoridad moral de Major ante sus diputados es inmensa desde su rotunda e inesperada victoria electoral.

Al Gobierno conservador deber¨ªa bastarle para la ratificaci¨®n del tratado reducir al m¨¢ximo las deserciones en su grupo y recoger unos cuantos votos favorables desde los bancos laboristas para superar la prueba, aunque es de esperar que se produzcan intervenciones apasionadas y peticiones de refer¨¦ndum.