Espa?a teme la "invasi¨®n" del Norte
La pr¨®xima ampliaci¨®n promete ser el reto m¨¢s arduo para la Comunidad Europea
Cuando a¨²n faltan por concluir la ratificaci¨®n del Tratado de la Uni¨®n Europea, aprobado en Maastricht, y la adopci¨®n de sus implicaciones financieras, se perfila ya el siguiente gran reto, probablemente el m¨¢s arduo, al que deber¨¢ hacer frente la Comunidad Europea (CE): la ampliaci¨®n a 18, 20 o hasta 30 miembros. Orgulloso de haber sido de los primeros en iniciar una reflexi¨®n sobre este nuevo desaf¨ªo, el Gobierno espa?ol se distancia, curiosamente, de los pronunciamientos a favor de reforzar el car¨¢cter federal de la CE, y preconiza un papel m¨¢s destacado para los grandes Estados miembros, entre los que no duda en incluir a Espa?a, hasta apoyar la creaci¨®n de un directorio.
Felipe Gonz¨¢lez lo volvi¨® a recordar el martes pasado cuando recibi¨® a su hom¨®logo portugu¨¦s, Anibal Cavaco Silva: no puede haber ampliaci¨®n hasta que no se aprueben las llamadas perspectivas financieras para el pr¨®ximo lustro, que prev¨¦n un incremento de casi un tercio del actual presupuesto comunitario para ayudar, a trav¨¦s de un fondo de cohesi¨®n, a la mejora del medio ambiente y a construir infraestructuras en los socios menos desarrollados de la CE.Las perspectivas se perfilar¨¢n, probablemente, en la cumbre europea de Edimburgo en diciembre, y ser¨¢ en ese foro donde tendr¨¢ lugar el gran debate entre los jefes de Gobierno de los Doce sobre la ampliaci¨®n, un tema del que habr¨¢n, sin embargo, empezado a discutir en el anterior Consejo Europeo, a finales de junio en Lisboa.Ante la avalancha que se avecina, la Comisi¨®n Europea y algunos Gobiernos han empezado a reflexionar sobre c¨®mo reformar las instituciones comunitarias para lograr que sigan funcionando con un mayor n¨²mero de miembros. "Sin duda, en 1996 tendr¨¢ que plantearse una adaptaci¨®n institucional a una Comunidad con un mayor n¨²mero de miembros", recalc¨® Gonz¨¢lez.
Tres ejes de reflexi¨®n se dise?an. El primero, el del Reino Unido, que presidir¨¢ la CE a partir de julio, y que apenas considera necesarios algunos retoques institucionales. "Su objetivo es evitar que la Comunidad se ahonde", comenta un diplom¨¢tico espa?ol, "y el ingreso de nuevos miembros acabar¨¢ as¨ª diluy¨¦ndola pol¨ªticamente, mientras, desde un punto de vista econ¨®mico, se asemejar¨¢ m¨¢s a una zona de libre cambio".
Las ideas del presidente de la Comisi¨®n, Jacques Delors, que empezar¨¢ a desvelar en Lisboa, son diametralmente opuestas a las brit¨¢nicas. Supondr¨¢n, seg¨²n sus propias palabras, "un choque pol¨ªtico, intelectual e institucional para las capitales de los Doce que no son lo suficientemente conscientes de lo que debe ser una Comunidad dispuesta a acoger hasta 35 miembros. Debemos darnos cuenta de que la ampliaci¨®n no debe hacerse en detrimento de la profundizaci¨®n" de las instituciones.
En un primer informe redactado hace seis meses y en conversaciones ulteriores con algunos jefes de Gobierno, Delors se muestra partidario de suprimir el derecho de cada Estado miembro a disponer de por lo menos un comisario, as¨ª como de rebajar la mayor¨ªa cualificada necesaria -54 votos sobre 76- para tomar decisiones rutinarias en el Consejo de Ministros de la CE y de reforzar el papel del ¨®rgano que dirige mediante la elecci¨®n de su presidente por el Parlamento Europeo. Convertida en un aut¨¦ntico Ejecutivo europeo, la Comisi¨®n deber¨ªa desarrollar la pol¨ªtica exterior de la CE.
Opci¨®n federalista
Hace tan s¨®lo unos a?os, Espa?a hubiese apostado por esta opci¨®n federalista propuesta por Delors. Tras seis a?os y medio de pertenencia a la CE, la diplomacia espa?ola tiene hoy una visi¨®n menos id¨ªlica de la Comisi¨®n Europea, en la que, a pesar de la creciente sensibilidad de su presidente por los pa¨ªses mediterr¨¢neos, ve sobre todo un ¨®rgano burocr¨¢tico cuyas iniciativas se corresponden con los intereses de los Estados fundadores.
"Nuestros dos comisarios no logran siempre enderezar esta tendencia y a¨²n nos vemos obligados", comenta un alto funcionario espa?ol, "a parar en el Consejo de Ministros demasiados proyectos que no nos favorecen". De ah¨ª que Espa?a sea reacia a reforzar el papel de la Comisi¨®n y preconice un nuevo reparto de poderes en el seno del Consejo de Ministros y en las dem¨¢s instituciones. La ponderaci¨®n del voto en el Consejo de Ministros otorga, por ejemplo, a Espa?a un 60% m¨¢s de peso que a B¨¦lgica, cuando su poblaci¨®n es un 400% superior.
"Si se mantienen las actuales reglas de juego", prosigue el mismo funcionario espa?ol, "la ampliaci¨®n supondr¨ªa para nosotros una doble desventaja: con la entrada de pa¨ªses peque?os disminuir¨ªa el peso relativo de Espa?a, y como los nuevos miembros ser¨¢n, en su mayor¨ªa, septentrionales, los intereses de los mediterr¨¢neos quedar¨¢n a¨²n m¨¢s relegados".
"Si", subraya otro alto cargo, "para defender determinados intereses del ¨¢rea mediterr¨¢nea, dejamos de poder formar, en una Comunidad ampliada, una minor¨ªa de bloqueo con, por ejemplo, Italia y Grecia, vamos a resultar muy perjudicados". Entre el Reino Unido y la Comisi¨®n, la diplomacia espa?ola se dispone, por tanto, a preconizar una tercera v¨ªa para la reforma institucional, consistente en reforzar el papel de los grandes Estados.
"No vamos a llegar a pedir que el n¨²mero de votos de cada pa¨ªs en el Consejo de Ministros", prosigue la misma fuente, "sea proporcional a su peso demogr¨¢fico, pero s¨ª creemos que debe haber una mayor correlaci¨®n, como la hay en los esca?os del Parlamento Europeo. Si se lleva a cabo la reducci¨®n del n¨²mero de comisarios, algunos peque?os tambi¨¦n deber¨¢n prescindir de contar con un miembro en la Comisi¨®n, mientras otros grandes podr¨ªan mantener a dos".
Gonz¨¢lez respalda incluso la idea lanzada recientemente por alg¨²n eurodiputado alem¨¢n de que los "pesos pesados" de la CE formen un directorio que dirija la integraci¨®n europea, y da por descontado que Espa?a quedar¨¢ incluida en ese "liderazgo colectivo" de pa¨ªses, una expresi¨®n que emple¨® en una entrevista con el diario portugu¨¦s P¨²blico.
?sto", replicaba Pinheiro, "ser¨ªa inaceptable para los pa¨ªses peque?os y supondr¨ªa el fin de la Comunidad Europea". A pesar de que no est¨¢ a¨²n servido, el debate sobre la reforma institucional promete ser m¨¢s arduo que el de la Uni¨®n Europea que concluy¨® en Maastricht.
Lista de espera
I. C.La firma, el 2 de mayo pasado en la ciudad de Oporto, del Espacio Econ¨®mico Europeo (EEE), que incorpora a los siete miembros de la Asociaci¨®n Europea de Libre Comercio (EFTA) al mercado ¨²nico comunitario, plantea con mayor agudeza el reto de la ampliaci¨®n porque, Austria, Suecia, Finlandia, Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein van a cumplir en breve gran parte de los requisitos econ¨®micos necesarios para el ingreso en la Comunidad Europea (CE), incluida una aportaci¨®n de 260.000 millones de pesetas a un fondo parecido al de cohesi¨®n.
Los tres primeros han presentado ya su candidatura, que podr¨ªa prosperar dentro de tres a?os, y el presidente suizo, Ren¨¦ Felber, anunci¨® en abril la intenci¨®n de su pa¨ªs de hacer otro tanto. Noruega seguir¨¢ el ejemplo y el ¨²ltimo pa¨ªs n¨®rdico, Islandia, tambi¨¦n se apuntar¨¢ al carro de Bruselas.
Por el lado del Mediterr¨¢neo, Malta es candidata, como lo son Turqu¨ªa y Chipre, aunque ¨¦stos dos pa¨ªses no tienen por ahora la menor posibilidad de ingresar. Muy a principios del pr¨®ximo siglo se prev¨¦ la adhesi¨®n de Polonia, Checoslovaquia y Hungr¨ªa, y a m¨¢s largo plazo podr¨¢n franquear la puerta comunitaria algunos pa¨ªses balc¨¢nicos o b¨¢lticos. El canciller Helmut Kohl dej¨® claro en abril que las dem¨¢s antiguas rep¨²blicas de la URSS no deber¨ªan poder afiliarse al club de Bruselas.
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